Hace 11 años, los 192 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se comprometieron a promover la integración de las mujeres en los procesos de construcción de paz internacionales, una promesa aún incumplida. Mavic Cabrera-Balleza señaló que, al tener provisiones específicas que obligan a sus miembros a implementar e informar progresos, organizaciones […]
Hace 11 años, los 192 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se comprometieron a promover la integración de las mujeres en los procesos de construcción de paz internacionales, una promesa aún incumplida.
Mavic Cabrera-Balleza señaló que, al tener provisiones específicas que obligan a sus miembros a implementar e informar progresos, organizaciones regionales como la Unión Europea y la Unión Africana «están un paso adelante» de la ONU, que carece de mecanismos regulares de responsabilidad.
Como coordinadora internacional de la Red Global de Mujeres Constructoras de Paz, conformada por 50 grupos no gubernamentales de África, América Latina, Asia y Europa, Cabrera-Balleza habló con IPS sobre los desafíos de las mujeres en todo el mundo.
IPS: Usted acaba de realizar un estudio para constatar el progreso hecho en 11 países en términos de participación de mujeres en esfuerzos nacionales para impedir la guerra y construir la paz. ¿Qué descubrió?
MAVIC CABRERA-BALLEZA: Uno de los mayores problemas es lo que nosotros llamamos «brecha de responsabilidad». No hay nada que obligue a los estados miembros de la ONU a informar lo que están haciendo para aplicar la resolución 1325 (sobre mujeres, paz y seguridad), aparte de las hermosas declaraciones que todos hacen cada octubre durante el debate abierto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Pero eso no es informar.
Un segundo hallazgo en nuestro estudio fue la constante falta de participación femenina en la toma de decisiones, problema que está relacionado también con la ausencia de mujeres en negociaciones de paz oficiales. Cuando las negociaciones son informales, entonces las mujeres están allí y son reconocidas. Cuando pasan a ser oficiales, éstas desaparecen.
La razón es que en esas negociaciones de paz se les da más poder a las partes que tienen armas o que participaron de los combates. Entonces, no es que las mujeres no tengan nada para contribuir, sino que hay barreras estructurales a su participación, y eso debe ser cambiado.
También hemos concluido que el acceso de las mujeres a los sectores de justicia y seguridad es muy lento aún. Hubo un cambio en el sistema judicial, pero no en masa crítica: al menos 30 por ciento (de los funcionarios en el sector son mujeres).
El sector de seguridad -la policía y los militares-todavía es muy masculino en todos los países analizados. La participación de mujeres en las fuerzas armadas, por ejemplo, era de menos de nueve por ciento en ocho de las nueve naciones que proveyeron información.
IPS: ¿Han encontrado vías para afrontar estos problemas?
MCV: Para comenzar a cerrar la «brecha de responsabilidad» hemos defendido la adopción de una recomendación general sobre conflictos armados en la Convención de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de Todas las Formas de la Discriminación contra las Mujeres (Cedaw).
Si la recomendación es adoptada, los estados que han ratificado la Cedaw, que son 186, estarían obligados a incluir informes regulares al Comité sobre cómo están implementando la resolución 1325.
Y las organizaciones no gubernamentales (ONG) que están presentando sus propios informes paralelos a la Cedaw deberían incorporar más conscientemente la resolución 1325, aun si ya lo están haciendo.
IPS: Críticos señalan que las ONG y las agencias de la ONU están competiendo por visibilidad y recursos en vez de trabajar juntas.
MCV: Eso pasa mucho. Es increíble cuánto sucede. Nosotros (los grupos de mujeres, organizaciones de la sociedad civil y agencias de la ONU) acudimos a los mismos donantes. Lo que estamos promoviendo es que la ONU no duplique lo que las ONG y otras agencias ya están haciendo, sino que provean modelos o ejemplos catalíticos, esto es, que se puedan replicar en otras áreas.
El mundo es grande y hay muchos problemas. No deberíamos intentar todos trabajar a la vez en la República Democrática del Congo o en Afganistán. Hay muchos lugares que requieren de atención.
La competencia y la falta de reconocimiento son en cierta medida motivadas por la necesidad de visibilidad y de atraer la atención de los donantes al trabajo individual, no al colectivo.
IPS: La Red Global fue parte del comité ejecutivo de las ONG en la sesión número 55 de la Comisión sobre el Estatus de las Mujeres (CSW, por sus siglas en inglés), celebrada hace apenas dos semanas en Nueva York. ¿Cuáles son los más grandes desafíos de ese foro?
MCV: La CSW sigue siendo el único espacio mundial de discusión regular de políticas dedicadas a las mujeres. No hay otra cosa. Reúne a un buen número de participantes, sin importar cuál sea el tema. Yo deseo que la CSW y la agencia ONU Mujeres, que sirve de secretaría de la Comisión, se den cuenta de su poder convocante y movilizador.
Lamentablemente, hay un problema estructural en la CSW. No está claro a dónde van las conclusiones acordadas ni cómo influyen a otras discusiones en la ONU.
Otro persistente problema es la renuencia de algunos países miembro de la ONU a reconocer que la igualdad de género debe estar al frente de cualquier discusión de políticas. No hay escape a esto. Las mujeres son totalmente parte de la ecuación. Cuando se habla de paz, derechos humanos y desarrollo, que son las áreas de trabajo más importante de la ONU, el género es un componente integral.