Traducido por Milay Cabrales y revisado por Nubia Cherician, del Equipo de Traductores de Rebelión y Cubadebate
Los países más ricos del mundo, los que más han contribuido a los cambios atmosféricos relacionados con el calentamiento global, ya destinan miles de millones de dólares a limitar sus propios riesgos para evitar las peores consecuencias de este fenómeno, como la sequía y el incremento del nivel del mar.
Sin embargo, a pesar de compromisos recogidos en tratados establecidos desde hace mucho tiempo para ayudar a los países pobres a enfrentar el calentamiento global, estas potencias industriales ciertamente invierten decenas de millones de dólares en fórmulas para reducir los riesgos climáticos y costeros en las regiones más vulnerables del mundo, la mayoría, ubicadas en zonas cercanas al Ecuador y extremadamente pobres.
El próximo viernes, un nuevo informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, organismo de las Naciones Unidas que desde 1990 analiza el calentamiento global, resaltará esta creciente brecha climática, donde las naciones ricas ubicadas lejos del ecuador, no solo sufren los efectos en menor escala sino que cuentan con mayores recursos para contrarrestarlos, afirmaron algunos de los expertos que participaron en su redacción.
Dos tercios de la acumulación atmosférica de dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero que atrapa el calor, capaz de persistir en el aire por siglos, proviene por cantidades prácticamente iguales de Estados Unidos y los países de Europa Occidental. Estas y otras naciones ricas invierten en plantas que funcionan con energía eólica que convierten el agua de mar en agua potable, en barreras contra inundaciones y casas flotantes y en granos y soyas modificados genéticamente que puedan florecer incluso durante una sequía.
Por el contrario, África es responsable de menos del tres por ciento de las emisiones globales de dióxido de carbono resultante de la quema de combustible desde 1900, aún así, sus 840 millones de habitantes enfrentan algunos de los mayores riesgos de sequía y escasos suministros de agua, según nuevas valoraciones científicas. A medida que los océanos incrementan su nivel con aguas provenientes de capas de hielo derretidas, los deltas de los ríos de Asia del Sur y Egipto y los pequeños estados insulares, son los que corren los mayores riesgos.
«Como el hundimiento del Titanic, las catástrofes no son democráticas» , declaró Henry I. Miller, miembro de la Institución Hoover en la Universidad de Stanford. » Una fracción mucho mayor de pasajeros de la cubierta mas barata fueron los que perdieron sus vidas. El mismo fenómeno ocurrirá con el calentamiento global».
Aquellos que se encuentran en peligro de alguna manera comienzan a hacerse escuchar. «Tenemos un mensaje que transmitir a esos países, que ustedes nos agraden al provocar el calentamiento global». El Presidente de Uganda, Yoweri Museveni afirmó en la Cumbre de la Unión Africana en Addis Ababa, Etiopía, en febrero. » Alaska pudiera convertirse en un terreno favorable para desarrollar la agricultura, Siberia también, pero donde queda África?»
Los científicos consideran que cada vez es más obvio que las precipitaciones en el mundo se alejan del ecuador y se mueven hacia los polos. Esto beneficiará los cultivos en regiones que se tornan cálidas como Canadá y Siberia, mientras que resecará países como Malawi en África sub-sahariana, que ya son vulnerables a las sequías.
Muchos expertos concuerdan en que si bien los países ricos, no son inmunes a la sequía y las inundaciones, sus riquezas en gran medida los aislarán de los daños, al menos durante la próxima generación e incluso la siguiente.
Por ejemplo, ciudades como Texas, California y Australia construyen o planean la edificación de plantas de desalinización. Además, estudios federales han demostrado que la desalinización puede funcionar lejos del mar, si se purifica el agua de acuíferos salobres subterráneos profundos en lugares como Nuevo Méjico.
Rajendra K. Pachauri, presidente del Grupo de Expertos sobre el Clima de Naciones Unidas considera que es enorme la desigualdad en esta situación si se analiza quienes son los responsables y quienes sufren las consecuencias. En su más reciente informe, en febrero, el Grupo de Expertos comunicó que era inevitable enfrentar décadas de calentamiento e incremento del nivel del mar con la existente acumulación de gases de efecto invernadero, independientemente de las medidas que se adopten en aras de la reducción de las futuras emisiones de gases de efecto invernadero.
Miller, de la institución Hoover, comentó que el mundo debe centrarse menos en tratar de reducir rápidamente los gases de efecto invernadero y más en ayudar a las regiones en peligro a incrementar su capacidad de recuperación.
Muchos expertos insisten en que no hay elección. Aseguran que la reducción de la vulnerabilidad de las regiones pobres necesita mayores esfuerzos, pero que a menos que se ponga freno a las emisiones, nos esperan siglos de calentamiento e incremento de los niveles del mar que amenazarán los ecosistemas, los suministros de agua y los recursos desde los polos al ecuador, ocasionando daños tanto a pobres como a ricos.
Cynthia E. Rosenzweig, experta de la NASA en clima y agricultura, autora principal del informe elaborado por el grupo de Expertos de las Naciones Unidas próximo a publicarse, argumentó que si bien las naciones más ricas del norte pudieran beneficiarse de manera temporal, «a medida que avanzan las décadas llegará el momento en que los efectos negativos de los cambios climáticos se harán sentir en todas las zonas y no sabemos a ciencia cierta cuando este cambio tendrá lugar»
Existen algunos indicios de que los países más ricos comienzan a desviar su centro de atención hacia el fomento de una adaptación al calentamiento fuera de sus propias fronteras. Organizaciones de ayuda como Oxfam y la Cruz Roja Internacional, a la luz de la previsión de la agudización de los desastres naturales provocados por los cambios climáticos, están dedicando parte de su atención a proyectos como la ampliación de los campos de mangle que constituyen una barrera natural contra las mareas de tormenta, la plantación de árboles en las laderas para prevenir los deslaves o la construcción de refugios en zonas elevadas.
Algunos funcionarios de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón señalan que los fondos de ayuda extranjera pueden destinarse a disminuir los riesgos provocados por los cambios climáticos. Estados Unidos, por ejemplo, ha promovido su corporación Millenium Challenge, creada hace tres años para financiar proyectos en países pobres que contribuyan a elevar su capacidad de recuperación. Según funcionarios dicha organización ha comenzado a considerar los beneficios medioambientales de los proyectos.
Los países industrializados adscritos al protocolo de Kyoto, acuerdo climático rechazado por el gobierno de Bush, prevén que en virtud de dicho acuerdo se destinen cientos de millones de dólares a un fondo de adaptación climático.
Pero por ahora, el gasto real en proyectos de adaptación en las zonas más vulnerables del mundo, en su totalidad cercano a los 40 millones de dólares al año, «es casi irrisorio» advirtió Kevin Watkins, director de la Oficina de Informe sobre Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, que analiza los factores que afectan la calidad de vida en el mundo.
La falta de ayuda climática persiste pese a que casi todas las naciones industrializadas del mundo, incluido los Estados Unidos durante el gobierno de Bush padre, se comprometieron a ayudar mediante la firma del primer tratado sobre el calentamiento global, la Convención Marco sobre Cambios Climáticos de 1992. En dicho acuerdo, los países industrializados prometieron brindar ayuda a otros » que son particularmente vulnerables a los efectos adversos de los cambios climáticos pues no pueden asumir los costos de adaptación». Sin embargo el documento no especifica cuanto deben pagar.
El Fondo para el Medio Ambiente Mundial ha recaudado 3 mil millones de dólares gracias a las contribuciones de países desarrollados , de los cuales ha destinado casi mil millones a proyectos que limitan las emisiones de gases de efecto invernadero en los países más pobres. Pero los críticos consideran que dichos proyectos con frecuencia no tienen beneficios locales directos, y la mayoría tiene lugar en los grandes países en vías de desarrollo que evidencian una rápida industrialización y no en los más pobres.
James L. Connaughton, asesor principal del Presidente Bush en temas medioambientales, se mostró a favor de mayores esfuerzos para el desarrollo. «Sería mucho más efectivo destinar a la adaptación los miles de millones de dólares que actualmente se dedican al financiamiento del desarrollo, que andar mendigando unos pocos millones más para un nuevo fondo climático», aseveró James.
Pero está claro que los países ricos están muy alejados de los pobres en lo concerniente a la adaptación a los cambios climáticos. Por ejemplo, según Donald Coxe, un estratega de inversiones en Chicago que analiza el clima, la agricultura y la energía para el grupo Financiero BMO, los agricultores estadounidenses sacan provecho de los avances en los cultivos genéticamente modificados para prosperar en años secos o húmedos. Las nuevas variedades de semillas pueden compensar en un diez o quince por ciento la disminución en las precipitaciones, añadió, cifras que coinciden con los pronósticos en algunas regiones cercanas a los trópicos. Sin embargo, advirtió que la Unión Europea aun se opone a los esfuerzos por vender dichos granos modificados en África y otras regiones en vías de desarrollo.
La tecnología también beneficia a los agricultores en el norte. John Reifstack, un agricultor de tercera generación en Champaign, Illinois , anunció que pronto plantaría más de 30 millones de semillas de maíz genéticamente modificadas en 1000 acres. Ello le tomará cerca de cinco días, ritmo que hubiese sido imposible hace solo cuatro años. (La plantación acelerada implica que el cultivo es más propenso a polinizar antes de las primeras olas de calor, manteniendo alto el rendimiento)Comentó que la semilla tiene un costo de un 30 por ciento más elevado que las variedades estándares, pero el resultado lo merita. Las precipitaciones siguen siendo vitales, aclaró, pues sin ellas los cultivos no pueden prosperar. Pero si ocurriese un desastre, el seguro de los cultivos lo protegerá.
Según Reifstack y expertos en la agricultura, todos esos factores aumentan la capacidad de recuperación y ellos probablemente mantendrán saludable la agricultura del primer mundo para las generaciones venideras.
Robert O. Mendelsohn, economista en Yale, especializado en temas climáticos, sugirió que con el calentamiento pudiera ser necesario desechar la antigua idea de que algún día todos los lugares podrán autoabastecerse de alimentos. Afirmó que debe exhortarse a las regiones pobres, dependientes de las precipitaciones impredecibles, a trasladar a los agricultores a zonas urbanas e importar sus alimentos desde los países del norte.
Según los expertos, otra opción es ayudar a las regiones pobres a mejorar sus pronósticos del tiempo. En zonas de la India, los agricultores aún confían más en las predicciones de los monzones de los astrólogos que en las de los meteorólogos del gobierno.
Michael H. Glantz, experto en riesgos climáticos del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica, que ha dedicado veinte años a la promoción de la adaptación al calentamiento, ha instado a los países ricos a contribuir en el establecimiento de un centro de vigilancia del clima y el agua en África dirigido por africanos. Pero por el momento, duda que se pueda hacer mucho.
Refirió que los países del tercer mundo han estado solos y seguirán solos por mucho más tiempo.