Sin que él se dé cuenta, nos estamos acercando a las claves del pensamiento oculto de Savater; ése que, desde el super-yo freudiano, aflora al pensamiento que hace público sin reparar en ello el sujeto…De momento, Savater no es apellido vasco y él se dice vasco porque nació allí. Así es que todo parece indicar […]
Sin que él se dé cuenta, nos estamos acercando a las claves del pensamiento oculto de Savater; ése que, desde el super-yo freudiano, aflora al pensamiento que hace público sin reparar en ello el sujeto…
De momento, Savater no es apellido vasco y él se dice vasco porque nació allí. Así es que todo parece indicar que estamos ante el mestizo que reniega de la parte pura indeterminada que en más o en menos llevamos la mayoría en nuestra ralea. No es posible -no sé cómo no hizo explotar el tenderete de la Feria del Libro en Madrid, ayer, como atentado terrorista contra el intelecto- de otro modo su frase: «las naciones puras, las razas puras no producen más que aburrimiento o crímenes»…
Ahora ya sabemos qué inspiró a Aznar -o quién se lo dictó- su decreto: «La excepción cultural es el refugio de los derrotados». (Frase ésta, por cierto, que sin duda contesta también subliminal e insolentemente a Samuel Johnson quien dijo que «el patriotismo es el último refugio de los canallas». Aznar y Savater tienen un abarrotado subconsciente enfermo que les traiciona con más frecuencia que a nosotros los simples mortales).
Hay intelectuales que pueden ser vistos de dos maneras: o como muy serios que se toman a broma su filosofía, o como payasos que hacen filosofía en serio; el caso de Arrabal… Pero Savater, sobre todo de unos años a esta parte, es predicador tremendista en lugar de maestro respetable; escribidor y charlatán al servicio aquí del nacionalismo centralista y allá de la causa neocons, en lugar de intelectual; vulgar filisteo y no pensador prudente…
Puestos a buscar tres pies al gato, precisamente las ideas más grandes, más nobles, más renovadoras y refrescantes siempre han brotado de individuos de raza pura, si es que las hay. Otra cosa es que cuando las llama aburridas, Savater esté pensando en la raza wasp; esa raza de pedigree sin marca pero en todo caso blanca, anglosajona y protestante a la que pertenecen quienes con toda intención ocuparon los espacios académicos y generaron una doctrina concreta que titularon Proyecto para un nuevo siglo americano. O que, cuando habla de crímenes, esté pensando en los crímenes que en virtud de ese Proyecto están cometiendo sin cesar. Pero no puede ser así. Es justo lo contrario, pues Savater forma parte de la troupe no wasp que los apoya entre nosotros. El piensa en vascos, arios, judíos y serbios…
Fuera de este caso de los wasp que parece atender más a la degradación generalizada de ideas y personas para facilitarse la prórroga del welfare state de unos pocos en Norteamérica, examínese, examine Savater, una por una, las obras de referencia, lo que vale la pena, los pilares del pensamiento, los motores de la humanidad… y se verá que raro es lo que, siendo sublime y de valor universal, no fue alumbrado por un individuo de raza pura. Empezando por Jesucristo. El mestizaje está muy bien para muchas otras cosas, de orden práctico principalmente, y desde luego es bien honroso además de ser «lo más normal». Pero de eso a arrastrar por los pelos a las razas puras… El a lo suyo, y después del florilegio del basta ya -si es que esta frase no forma parte de él- nos transmite ahora como gran noticia de alcance lo aburridas y criminales que son esas razas…
De todos modos lo que dice Savater, el filósofo impostor, ya no tiene importancia; ni para mí ni para tantos que cada día se van sumando al desprecio por él. Ha pasado de suscitar, hace ya mucho tiempo, el interés de sus alumnos y lectores, a ir exclusivamente detrás del reconocimiento de los políticos de turno, centralistas en todo caso. Es el que invoca también a los reinos de Taifa como máximo reparo frente el federalismo y las eventuales autogobiernos. Como si no hubiera otra manera de vivir en paz y prosperidad más que a través del absolutismo legitimado por un falso consenso social absoluto…
De todos modos la importancia de lo que dice Savater viene de la proyección dada a su personaje histriónico y agitador al que, por mecanismos oscuros, un país al que agita y entontece ha convertido en sumo sacerdote de Etica y de ideas. Algo que produce exasperación a quienes le consideramos como un tuerto de los dos ojos en un país plagado de indiferentes, de ignorantes técnicos, poco dado a pensar, poco aficionado a la lectura y menos aún a la cultura con mayúsculas.
En suma, si las razas puras no producen más que aburrimiento o crímenes, deberá aclarar ahora a sus epígonos cuántas y cuáles son las excelencias que producen los mestizos con las que está tan satisfecho y divertido…