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Una falsa ilusión

Las sombras de los TLC y el desabastecimiento mundial de alimentos

Fuentes: Rebelión

En Italia, del 3 al 5 de junio se estará celebrando la Cumbre Alimentaria patrocinada por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), donde se analizarán la crisis mundial de cambio climático, energía y abastecimiento, partiendo de la premisa que se debe garantizar la seguridad alimentaria mundial teniendo en cuenta […]

En Italia, del 3 al 5 de junio se estará celebrando la Cumbre Alimentaria patrocinada por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), donde se analizarán la crisis mundial de cambio climático, energía y abastecimiento, partiendo de la premisa que se debe garantizar la seguridad alimentaria mundial teniendo en cuenta el impacto del cambio climático (http://www.fao.org/foodclimate/home1.html?L=2). Producto del desarrollo de los biocombustibles, el mundo se ha visto sacudido por una crisis de desabastecimiento y encarecimiento de los productos agrícolas que sirven de base para la producción de etanol, irónicamente en regiones con una expansión económica interesante como lo es Asía, lo que demuestra el profundo desequilibrio de la distribución del ingreso y el bajo desarrollo regional equilibrado. Ahora bien, ¿qué empiezan a esgrimir los vendedores mundiales de ilusión? Que la solución al desabastecimiento son los tratados de libre comercio y la liberación de aranceles para la libre comercialización de bienes. Que paradójico. Una de las trabas principales que se les ha presentado a los promotores del libre comercio ha sido justamente el intercambio de productos agrícolas sin aranceles de los países exportadores de materia prima y alimentos, como lo son la mayor parte de los países llamados subdesarrollados de América Latina y parte de África, así como también de países asiáticos. Recordemos los antecedentes del ALCA en América Latina, donde las restricciones al intercambio de bienes agrícolas fue, es y será la gran traba para los Estados Unidos y Canadá de establecer libres fronteras a los productos que provienen de los países de sur y centro América. El gran defensor del Estado Mínimo (EEUU) protege de forma celosa los cultivos nacionales, favoreciéndolos con sustanciosos subsidios a los productores de legumbres y cítricos por citar dos casos, y ni mencionar la producción de granos. Sin embargo propone a los pequeños países de Centroamérica un TLC que, apoyado por los grupos económicos que defienden sus intereses mezquinos, enquistando las grandes maquilas y empresas que abaratan sus costos con la mano de obra pobre y necesitada de éstos países. Quizás si la irrestricta comercialización sin aranceles de todos los bienes sin condicionamiento alguno hubiese sido la bandera, la resistencia mundial a los tratados de libre comercio no fuese tal. Y Estados Unidos es solo un caso, pues si analizáramos la situación de La Unión Europea nos encontraríamos con grandes coincidencias. Y la solución a la hambruna mundial es el Libre Comercio. Dejémonos de imposibles y no compremos ilusiones macabras.


[1] Farith Fraija Norwood. Coordinador Académico de la Fundación Escuela Venezolana de Planificación, Politólogo (Universidad Central de Venezuela) y Magíster en Estudios Sociales y Políticos Latinoamericanos (Universidad Alberto Hurtado, Chile)