Desde que los medios de comunicación de masas deciden qué es noticia y qué puede caer en el olvido, levantan o hacen desaparecer mediante malabarismos vertiginosos los sucesos mundiales que consideran oportunos. Ocurre cada vez con más frecuencia que junto a las zancadas de la globalización, los medios aprietan el paso para mantener en vilo […]
Desde que los medios de comunicación de masas deciden qué es noticia y qué puede caer en el olvido, levantan o hacen desaparecer mediante malabarismos vertiginosos los sucesos mundiales que consideran oportunos. Ocurre cada vez con más frecuencia que junto a las zancadas de la globalización, los medios aprietan el paso para mantener en vilo a la población según Iraq -y ahora Irán- se conviertan de golpe en amenazas para la humanidad, o bien la gripe aviaria desafíe con propagarse por el mundo.
Afganistán, al igual que el ántrax, desaparecieron de las pantallas y de los periódicos tan pronto otras cuestiones exigieron la atención internacional. De un tiempo a esta parte, la expansión de la gripe aviaria es un asunto recurrente en la prensa, que se encarga de anunciar a bombo y platillo cuanto pato o cisne cae muerto en cualquier recoveco del mundo. Más que los análisis racionales y los argumentos sostenibles, predomina cierta aprensión que sucede a los últimos casos mortales de la infección. Con la OMS (Organización Mundial de la Salud) a la cabeza, los países han vuelto sus ojos a esta gripe que hace dos años casi nadie conocía y que ahora puede extenderse por toda Europa y por América -previsión de la OMS para dentro de seis meses-.
Así que en una Conferencia en Pekín celebrada en enero para recaudar fondos, las naciones participantes se prestaron a colaborar con 1.900 millones de dólares (más de 1.600 millones de euros), un 20% de lo que el Banco Mundial esperaba. EEUU fue más allá, dos meses antes, cuando Bush pidió al Congreso una partida de 7.100 millones de dólares (6.000 millones de euros), de los cuales una gran parte irá destinada a comprar o a desarrollar vacunas.
Estos desembolsos, justificados para amortiguar los temidos embistes que pueda asestar la gripe aviaria, son respaldados con entusiasmo por la OMS, que no dudó en proclamar en septiembre de 2005 que hasta 150 millones de personas podrían morir de esta enfermedad. Al día siguiente, la organización tuvo que rectificar y admitir que la cifra de víctimas alcanzaría como mucho los 7.5 millones.
No obstante, no dejaría de ser un pronóstico preocupante si el virus pudiera hacer semejante estrago en la población mundial. Es por ello que a lo largo y ancho del planeta los gobiernos se han movilizado para promover cuantas investigaciones y ayudas estimen necesarias. España no se queda a la zaga. El Ministerio de Sanidad y Consumo (MSC) compró dos millones de tratamientos antivirales en abril de 2005 y seis meses más tarde negoció otra adquisición con el propósito de obtener vacunas para el 20% de la población. Es decir, el país contará con un total de entre 6 y 10 millones de dosis.
No contento con esto, el gobierno de Zapatero destinó a finales del año pasado dos millones de euros para financiar estudios de vigilancia y control de la gripe que la OMS lleva a cabo. De tal manera, España puede estar orgullosa de luchar contra la transmisión de la infección, aunque el MSC reconoce que «hoy por hoy, existe vacuna para las aves, (…) pero no para los humanos. El motivo es que esta vacuna no podrá estar disponible hasta que el virus mute y se haga transmisible de persona a persona»(1) .
El antiviral y Rumsfeld
Puede resultar, entonces, sospechosa la atención repentina por una enfermedad que, según la OMS, ha causado hasta la fecha exactamente 103 muertes humanas en todo el mundo desde que en 1997 se descubriera el primer caso en Hong Kong. Sin embargo, la máxima potestad en lo que a salud se refiere recomienda con insistencia el inhibidor antiviral Oseltalmivir comercializado como Tamiflu -y sólo éste- para luchar contra la propagación del virus H5N1(2) . Hasta ahora, su uso convencional se destinaba al tratamiento de la gripe común, aunque su eficacia ha sido discutida por parte del gremio científico. El director de la revista Discovery Salud, José Antonio Campoy, afirma que «muchos se preguntan cómo se espera que pueda servir ante un virus mutante cuando apenas alivia algunos síntomas (y no siempre) de la gripe corriente»(3) .
Pero los gobiernos han atendido a los consejos de la OMS, de modo que el Tamiflu, de pronto, se ha convertido en una fuente de riqueza para dos transnacionales, la suiza Roche y la californiana Gilead, de la que fue presidente en 1997 nada más y nada menos que el Secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld. Gilead, dueña de la patente, vendió en 1996 los derechos de comercialización a Roche, que además posee el 90% de la cosecha de anís estrella, un árbol del que proviene el ácido necesario para la fabricación de la vacuna.
A partir de entonces, no pasaron desapercibidos para Gilead los suntuosos beneficios que Roche consiguió gracias al Tamiflu: sólo en el año 2004 se duplicaron hasta llegar a los 6.600 millones de francos suizos (4.200 millones de euros). Así que la norteamericana reivindicó el año pasado la producción del antiviral alegando que Roche no tenía capacidad suficiente para responder a las exigencias de la demanda. AL final llegaron a un acuerdo por el que la farmacéutica suiza, además de compensar a Gilead con 80 millones de dólares por sus ganancias en años anteriores, se ha comprometido a pagarle unas regalías que variarán según las ventas anuales del Tamiflu -en el año 2005, Roche ha tenido que cederle casi un 20% de sus beneficios-. De este modo, el aumento en casi un 300% de las compras del antiviral en estos últimos meses se refleja también en los ingresos de Gilead del año pasado, que superan los 2.000 millones de dólares (unos 1.700 millones de euros)(4) . La multinacional, además, se reserva el derecho de conceder a otros laboratorios -estadounidenses, por supuesto- el permiso para producir el Tamiflu.
También ha salido beneficiado Donald Rumsfeld, que aunque renunció en el año 2001 a su puesto como presidente de Gilead, no ha prescindido de sus acciones en la empresa, cuyo valor podría ascender a los 25 millones de dólares (21 millones de euros), según revela un informe de 20 páginas que la Oficina de Ética Gubernamental publicó por petición de la agencia Reuters(5) .
La transnacional, claro está, no hace ascos a su antiguo presidente. Michael Riordan, que sustituyó a Rumsfeld en 1997, afirmó que «Gilead es afortunado de haber tenido a Rumsfeld como miembro incondicional del Consejo desde el comienzo de la compañía», y no vaciló en declarar que «su gran experiencia en posiciones de liderazgo tanto en la industria como en el gobierno nos servirá para que Gilead continúe construyendo su presencia comercial»(6) .
Los perjuicios económicos, que también los hay, son compartidos por unos cuantos más. El único estrago atribuible hasta ahora al virus se ha volcado sobre los medios de subsistencia de las comunidades rurales que viven de la avicultura. La muerte o el sacrificio de 200 millones de pollos en todo el mundo han endeudado a muchos de sus productores, inermes ante el desplome de los precios o a las restricciones del comercio. Los 800 millones de euros que el Tamiflu ha proporcionado a Roche y Gilead resultan irrisorios frente a los más de 10.000 millones de dólares de pérdidas (8.500 millones de euros) con los que el mercado avícola en Asia se ha visto sacudido en el año 2004, según estimó la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación).
Los medios de comunicación han dado estas semanas una tregua a la gripe aviaria y su presencia parece menor que en otros momentos. Es de esperar, a pesar de todo, que vuelva a gozar de protagonismo tan pronto como otras noticias resulten menos atractivas que el temor a una posible pandemia, siempre latente. Queda por saber si la gripe aviaria es tan peligrosa como anuncian, o todo corresponde a un concierto en el que multinacionales, gobiernos y medios de comunicación se confabulan para engrosar los beneficios de las primeras a costa de los presupuestos de los segundos, mientras los terceros agitan el miedo que conviene asomar a los ojos de la opinión pública de vez en cuando.
(1) http://www.msc.es/ciudadanos/enfLesiones/enfTransmisibles/gripeAviar/investigacion.htm
(2) http://www.who.int/csr/disease/avian_influenza/guidelines/useofoseltamivir2006_03_17.pdf
(3) http://www.aporrea.org/dameletra.php?docid=19952
(4) http://www.gilead.com/wt/sec/pr_783456
(5) http://www.boston.com/news/nation/washington/articles/2004/09/22/rumsfeld_sold_stakes_in_pentagon_contractors?mode=PF
(6) http:// www.gilead.com/wt/sec/pr_933190157/