El poder volvió al pueblo tunecino y egipcio», señaló Zoabi, de 41 años, entusiasmada por la agitación política y social de los países árabes de África del norte y Medio Oriente. «La creación de Palestina también es una expresión del poder de los derechos del pueblo. Nosotros también podemos librarnos de la ocupación israelí», señaló. […]
El poder volvió al pueblo tunecino y egipcio», señaló Zoabi, de 41 años, entusiasmada por la agitación política y social de los países árabes de África del norte y Medio Oriente.
«La creación de Palestina también es una expresión del poder de los derechos del pueblo. Nosotros también podemos librarnos de la ocupación israelí», señaló.
Pero se necesitan más cambios, apuntó Zoabi. «Israel ha dependido de la debilidad del compromiso de sus aliados árabes con la causa palestina y de la Autoridad Nacional Palestina (ANP)», señaló en su oficina de esta ciudad, en la que conviven judíos, musulmanes y cristianos.
Este país «logró redefinir la lucha, de la resistencia a la ocupación a la creación de un estado», arguyó. «Mi objetivo es poner fin a la ocupación, desmantelar los asentamientos y volver a las fronteras de 1967. No me importa si llegamos a una solución de dos estados o de uno. Me interesa la igualdad», afirmó.
Los árabes representan 20 por ciento de la población de Israel. Como muchas personas de su distrito, Zoabi se identifica como palestina, pese a las contradicciones que implica dado que ella puede luchar por la democracia en este país.
Cuando tu estado y tu pueblo están en guerra, la identidad y la aceptación no son sólo fuerzas contradictorias, son un problema, una realidad de 63 años.
Durante la guerra de independencia de Israel, para los palestinos la gran catástrofe, los árabes pasaron a ser minoría en dos años en la mayor parte del territorio palestino.
«Aceptamos el cambio», remarcó Zoabi. «Pero no migramos a Israel, los judíos lo hicieron. Nosotros nos quedamos en nuestra tierra», añadió.
La mayoría de los palestinos israelíes están divididos entre su deseo de ser aceptados como ciudadanos con todos los derechos y el deseo de estar definitivamente vinculados a su pueblo. Algunos judíos los consideran la «quinta columna», otros como un potencial puente hacia la paz, y para muchos árabes son «colaboradores».
A diferencia de sus hermanos palestinos de los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza, la minoría representada por Zoabi, entre otros legisladores, son ciudadanos israelíes, pero discriminados en materia de empleo, educación, presupuesto municipal y distribución de tierras.
«No nos tratan como a igual ni como a indígenas, sino como a ciudadanos de segunda clase», se lamentó.
Las mujeres árabes sufren el doble de desigualdad.
«En Israel hay 30 leyes que discriminan a los palestinos. Por ejemplo, no puedo casarme con un palestino de Ramalá ni de Gaza, tampoco de Líbano ni de Siria ni tener familia aquí porque Israel quiere preservar una mayoría judía», indicó.
Zoabi cuestionó la afirmación de que el primer ministro Benjamín Netanyahu mejoró la situación de su pueblo, así como muchas leyes aprobadas por el parlamento (Knesset) dominado por la derecha, como la norma que exige una promesa de lealtad al Estado democrático a toda persona que no sea judía y aspire a la ciudadanía israelí.
«El hecho de que Israel sea judío implica privilegios para esa comunidad a expensas nuestras», arguyó. «No puede haber verdadera igualdad. Quiero un estado liberal y totalmente democrático para todos los ciudadanos, judíos y palestinos», añadió la legisladora.
Su valentía le ha valido muchas críticas durante su mandato en el parlamento. Pero son sus acciones las que más hacen enojar a la mayoría de sus colegas y no tanto su perturbadora retórica tendiente a deconstruir el ethos nacional de la mayoría de los judíos israelíes.
En mayo, Zoabi que formó parte de la flotilla «Liberen a Gaza», que pretendía romper el bloqueo israelí contra ese territorio palestino, controlado por Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica). El barco Mavi Marmara fue abordado por un comando israelí en un operativo que dejó nueve activistas turcos muertos y varias personas heridas.
«Una operación militar pirata», así fue como Zoabi calificó el episodio frente al parlamento, lo que le valió la agresión de colegas judíos. «Vete a Gaza, traidora», le gritaron. Tuvo que tener guardias de seguridad tras recibir amenazas de muerte a través de la red social Facebook.
«Logramos romper el silencio. Mantienen a un millón y medio de palestinos en prisión y pretenden que no se hable de eso, no se puede», respondió, sin esconder su satisfacción.
Luego, Israel relajó un poco el bloqueo. Pero el ataque contra la flotilla no alivió el acoso.
Zoabi fue acusada de aprovecharse de su inmunidad parlamentaria para no ser procesada. El Knesset le retiró tres privilegios inherentes a su condición, el derecho a tener un pasaporte diplomático, de poder beneficiarse de asistencia financiera si necesitara asistencia legal y el derecho a visitar países con los que Israel no tiene relaciones diplomáticas, un recordatorio claro de otro controvertido episodio.
Zoabi integró una delegación de políticos árabe-israelíes que se reunieron en abril de 2010 con el líder libio coronel Muammar Gadafi. Las fotografías del mediático encuentro han vuelto para perseguirlos. Ahora deben afrontar cuestionamientos sobre lo se entendió como un desagradable gesto hacia uno de los más autoritarios gobernantes árabes
«Me decían ‘por qué te reuniste con el enemigo. Violaste la ley’. Ahora dicen, ‘por qué te reuniste con Gadafi, es antidemocrático.’ Pero ninguno de los regímenes árabes con los que Israel mantiene relaciones es democrático», indicó.
«Nos reunimos con Gadafi para enviar un mensaje claro al mundo árabe: somos parte de ustedes. No somos sólo un problema interno de Israel. No pueden firmar acuerdos con el Estado judío e ignorar nuestra realidad en tanto que palestinos en este país. Eso debe cambiar», sentenció.
Cuando Gadafi instó a los palestinos a equilibrar el poder dentro de Israel con medidas demográficas como casándose con varias mujeres, como lo permite el Islam, Zoabi le respondió: «Deberá pedirme disculpas a mí y a todos los que discrepen con usted».
La legisladora reconoció que sus batallas son titánicas. «No me preocupa el fin, sino el rumbo», remarcó.
Además de haber sido elegida para representar a una minoría nacional que defender sus derechos, Zoabi es una mujer que lucha por la equidad de género.
«Soporto una discriminación nacional y social, como palestina y como mujer. También lucho por la igualdad dentro de mi comunidad. Es tan difícil», añadió.