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Ley de prensa en Cuba: en el banco de la espera

Fuentes: IPS

La Redacción IPS Cuba reúne las miradas de varios comunicadores y periodistas sobre la necesidad de aprobar un instrumento jurídico acerca del ejercicio profesional de la información y la comunicación en la isla caribeña

  1. ¿Cuáles son los principales problemas, tensiones y vacíos legales que hoy afectan el ejercicio del periodismo, tanto en el espacio estatal como en otros? Tamara Roselló Reina

    El acceso a las fuentes es uno de los problemas que limita el ejercicio del periodismo y que un marco legal para el tema podría aclarar qué sucede cuando la información de interés público no es pública, cuando alguna institución o directivo limita el acceso y circulación de información relevante o de utilidad social.

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  2. ¿Es necesario un mecanismo jurídico que norme el ejercicio de la prensa en Cuba como parte de un campo de actuación mucho más amplio: la comunicación y la información? ¿Por qué? Tamara Roselló Reina

    En debates recientes sobre el tema, hay quienes se preocupan porque un marco legal «ate más o corte las alas» a quienes ejercen el periodismo, pero por el contrario confío que una propuesta que se dialogue previamente a su aprobación, que recoja las preocupaciones del gremio de periodistas y comunicadores, no solo de quienes dictan las políticas o las leyes; debe establecer un ámbito propicio para adentrarse en todas las áreas de la vida, con responsabilidad y en apego a la verdad.

    Eso sí, un debate de esa naturaleza no ha de ser exclusivo de un sector profesional y de quienes rigen la política informativa del país, porque por su carácter de servicio social, nos implica a toda la ciudadanía. En Cuba no tenemos una práctica activa de participación en procesos de esa naturaleza. No siempre en las consultas a documentos o políticas, las personas convocadas aprovechan la ocasión para aportar al proceso, porque esa cultura de ejercer el criterio, de construir colectivamente, se desarrolla cotidianamente, no de manera eventual.

    Ese es un freno que siento puede tener la actualización del marco legal general en Cuba hoy y, en particular, la aprobación de un marco específico para la prensa.

    En varios países de América Latina, en coyunturas diferentes a la nuestra y como parte del impulso de gobiernos progresistas (por ejemplo, en Ecuador, Bolivia, Uruguay, Argentina), no solo se impulsaron leyes de responsabilidad de los medios, de Servicios Audiovisuales o de Comunicación, que propusieron un reparto más justo del espacio radioeléctrico y la pluralidad de voces que los medios hegemónicos invisibilizaban; a la par -y es lo que quiero destacar- tuvo lugar un debate público que involucró a sectores populares, a las radios y televisoras comunitarias, a la ciudadanía en general. ¿Por qué aquí no podemos construir a lo cubano, claro está, un espacio público que también sirva como prealimentación a quienes luego tendrán que poner en clave legal lo que esperamos de los medios, del acceso a la información, del ejercicio cotidiano de la comunicación, que también es un derecho humano que tenemos que defender?

    Al mismo tiempo, cómo podemos ejercer control popular y ser parte de la regulación sobre nuestros medios y sus agendas, cómo colocar las preocupaciones y preguntas de las personas de a pie en las publicaciones, en las emisoras, en las televisoras, en los espacios de comunicación pública, para que sean menos formales y más dialógicos, más participativos y menos verticales, como exigen estos tiempos.

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  3. ¿Cuál o cuáles sistemas comunicativos propone tener en cuenta para elaborar el mecanismo jurídico que norme la comunicación y la información en Cuba? ¿Por qué? Tamara Roselló Reina

    En «Comunicación popular en Cuba: El desafío de pronunciar el socialismo» *, artículo que pronto verá la luz dentro de una compilación sobre comunicación que elaboré junto a dos colegas periodistas, señalamos que es importante «repensar el sistema comunicativo cubano, considerando los enfoques de la comunicación popular. Las reflexiones adelantadas, las investigaciones disponibles y los espacios de discusión socializados se concentran más en el modelo de prensa, en la política de comunicación desde la perspectiva de los medios. Esa es una parte muy importante, sin dudas, pero la comunicación no se limita al ámbito de los medios o las instituciones, ni a la relación de estos con sus públicos; por eso pensar la comunicación debe ser un proceso que se amplíe a la sociedad en su conjunto, que se abra a todos los canales posibles para involucrar a las cubanas y cubanos en el debate oportuno.

    «Cuando abogamos por la comunicación popular, apostamos por desarrollar las potencialidades comunicativas de las personas, de los grupos, de las comunidades. Reconocemos su derecho a estar informados, informadas, a entender la información y el conocimiento como recursos para la toma de decisiones certeras, no solo de los funcionarios o dirigentes, sino de la ciudadanía. Es una responsabilidad ética de quienes asuman cargos públicos, mantener un vínculo sistemático y transparente con el pueblo. Tener una población con capacidades para desarrollar y contar su realidad, para exigir sus derechos y buscar alternativas de conjunto a los problemas cotidianos, hará más fuerte a la Revolución cubana, desde cada uno de sus espacios.

    En ese mismo artículo, precisamos que «un pueblo sin posibilidad de ejercer el control popular, sin interés por enriquecer la proyección del futuro de Cuba o las leyes en discusión, no podrá sostener ni protagonizar la Revolución socialista hoy, ni mañana.»

    Por eso es estratégico que se asuma una concepción que trascienda la visión instrumental de la comunicación (más allá de los medios) y que se comprenda como parte del resto de los procesos institucionales, comunitarios, sociales, culturales que vivimos los seres humanos.

    La regulación es necesaria para normar un marco de actuación que atienda cuestiones estratégicas, como señaló nuestro inolvidable decano Julio García Luis (1942-2012) en su tesis doctoral, devenida libro imprescindible para los debates sobre la regulación de la prensa y el perfeccionamiento del modelo cubano de prensa socialista.

    * Este artículo forma parte del libro Información, comunicación y cambio de mentalidad. Nuevas agendas para un nuevo desarrollo en Cuba, que publicará próximamente la Editorial de Ciencias Sociales. Ver todas las respuestas


  4. En los últimos años se multiplican publicaciones digitales no estatales, que actúan de modo alegal en un país donde los medios son públicos por Constitución. ¿Cree posible/necesaria/justa su legalización? ¿Por qué? ¿Qué efecto están teniendo estos nuevos actores en la prensa estatal? Abraham Jiménez Enoa

    La legalización de esas publicaciones nuevas, que viven de manera alegal en Cuba, sería un verdadero ejercicio de libertad de expresión en esta isla. Esa Cuba que están mostrando debería llegar al alcance de los cubanos, pero lamentablemente muere en las redes de Internet, que sabemos que ya es una necesidad y no un lujo para los cubanos. Y entonces lo que impera y lo que más se consume, aunque cueste creerlo, sigue siendo la visión dogmática, repetitiva y desfasada de los medios estatales, ellos siguen teniendo el mayor poder de audiencias. Pero, evidentemente, estas nuevas propuestas, con un discurso más fresco y más apegado a la realidad, están poniendo en jaque al aparato de prensa estatal; no por gusto sus propios periodistas viven una doble vida: escriben para ellos y para los medios no estatales, proponen un discurso en un lado y luego lo condenan en el otro, firman con su nombre y después se inventan algún seudónimo. Y eso habla de la doble moral y el desprestigio de la prensa cubana.

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  5. Aunque lenta y limitadamente, las personas en Cuba están cada vez más conectadas entre sí y a Internet, además de usar vías alternativas de información ¿Cuál es el escenario actual de consumo de los medios de comunicación y el modo en que las personas ejercen su derecho a estar informadas? Paula Companioni Reyes

    Para alguien poder ejercer un derecho, primero tiene que saber que, efectivamente, ese es un derecho. Yo no sé si solo en Cuba o a nivel mundial, de ese tercer mundo mundial, sabemos que es nuestro derecho el estar informados. La mayoría de las personas en Cuba hoy no nos conectamos a Internet para consumir medios de prensa. Hacemos un uso de la web diferente. Más dirigido a suplir nostalgias que la ausencia familiar impone o a «resolver» trámites de cualquier índole. Pero no veo a mucha gente en las zonas wifi preguntando cómo abrir el New York Times, por ejemplo. Basta abrir un foro debate de cualquier medio en o acerca de Cuba y se verá que la mayoría de los que allí participan o dejan comentarios son personas que viven fuera de la isla o tienen su tiempo laboral dedicado a esto. Entonces, desde una visión que no es «especializada», creo que el escenario actual de consumo de los medios de comunicación es casi «virgen» y disponible para poder lograr una educación en la recepción y consumo diferentes de la comunicación.

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Fuente: http://www.ipscuba.net/debate/ley-de-prensa-en-cuba-en-el-banco-de-la-espera/