Al desastre humanitario provocado por la brutal agresión israelí en Líbano se suma una catástrofe medioambiental de graves consecuencias, después del vertido de más de 30.000 toneladas de combustible tóxico en aguas libanesas y sirias, según un documento oficial difundido ayer en Roma. El Centro italiano de Información y Comunicación de la Convención de Barcelona […]
Al desastre humanitario provocado por la brutal agresión israelí en Líbano se suma una catástrofe medioambiental de graves consecuencias, después del vertido de más de 30.000 toneladas de combustible tóxico en aguas libanesas y sirias, según un documento oficial difundido ayer en Roma.
El Centro italiano de Información y Comunicación de la Convención de Barcelona organismo dependiente del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) presentó ayer un informe en el que advierte del «coctel tóxico» liberado por la central eléctrica de Jieh, a unos 30 kilómetros de Beirut, tras ser bombardeada por los aviones israelíes.
De la central y sus depósitos salió una cantidad de combustible que fuentes libanesas estiman en 30.000 toneladas, que «provocaron una marea negra que actualmente se extiende sobre al menos 120 kilómetros», señala la organización.
Agrega que cerca de 10.000 toneladas de este aceite acabaron en el mar tras el bombardeo efectuado entre el 13 y el 15 de julio pasado, y otras 20.000 toneladas se vertieron en las tres semanas siguientes.
Varios organismos ambientales ya habían advertido sobre ese vertido, pero el Centro de Información de la Convención de Barcelona (Info/RAC) subrayó que «no es petróleo, sino aceite combustible para instalaciones energéticas». Se trata de un combinado químico que contiene sustancias tóxicas como benceno, tolueno y cantidades menores de otros compuestos muy peligrosos como benzopirenos, y que, según el estudio, amenaza a tres millones de habitantes de las zonas más afectadas por la marea negra.
«La catástrofe es más peligrosa de lo que se creía en un principio», alertó, en una conferencia de prensa en Roma, la representante de Info/RAC, Simonetta Lombardo.
Y es que, según el informe, las sustancias que salieron de la central eléctrica son «de alto riesgo», ya que son altamente cancerígenas y pueden provocar daños en el sistema endocrino y en el inmunitario.
«Los habitantes de Beirut fueron los primeros (tras el bombardeo) en respirar el benceno de la atmósfera, lo que puede suponer un gravísimo peligro», recalcó Lombardo.
Sobre las consecuencias para el ambiente marino, el documento subraya que la marea negra ha afectado, entre otros lugares, a la Reserva Natural Marina de las islas Palm, Sanani y Ramine, a una decena de kilómetros al noroeste de Trípoli, catalogada como «área especialmente protegida del Mediterráneo».
Según los responsables de Info/RAC, el combustible «actúa como una auténtica cámara de gas para la vida submarina», con consecuencias «desastrosas» para todas las especies.