A mi pesar he tenido que manifestarme decenas de veces delante de la Embajada de Estados Unidos en Madrid. Recientemente lo he hecho con motivo de una concentración para protestar por los bombardeos que Trump ha lanzado sobre Siria. También me manifesté contra la visita imperial y humillante que realizó Obama en julio del año […]
A mi pesar he tenido que manifestarme decenas de veces delante de la Embajada de Estados Unidos en Madrid. Recientemente lo he hecho con motivo de una concentración para protestar por los bombardeos que Trump ha lanzado sobre Siria. También me manifesté contra la visita imperial y humillante que realizó Obama en julio del año pasado para supervisar las bases militares de Rota y Torrejon y para cerciorarse personalmente que estaban preparadas para bombardear Siria; fue probablemente la visita más humillante que yo recuerde de un presidente de EEUU a España y servil fue la actitud de la clase política española donde varios líderes de partidos se desplazaron hacia las vergonzantes bases militares para que el atractivo emperador les diera un golpecito en el hombro. En estas estas dos manifestaciones había varios cordones de seguridad y ni de lejos podría uno siquiera aproximarse a la embajada de EEUU. En el caso de la visita fugaz de Obama a Madrid, nuestro derecho a manifestarnos nos lo dejaron realizar a casi un kilómetro de la puerta de la embajada. Si hubiéramos osado siquiera a aproximarnos a las puertas de la embajada la policía antidisturbios nos hubieran dispersado a golpes y porrazos sin dudarlo un segundo. Una actitud muy diferente es la que ha tenido la Policía ayer en el centro cultural de la embajada de Venezuela en Madrid, en la calle Hermosilla; se había organizado un acto para conocer de primera mano testimonios de familiares de víctimas de la violencia de la guarimba, es decir victimas por atentados realizados en las calles por la ultraderecha venezolana; me habían invitado varios amigos pero no pude asistir. Por la noche estos amigos me enviaron por WhatsApp con fotos y videos rodados en el momento y en los que me informaban que estaban atrapados y que no podían salir del centro cultural. El personal diplomático de varios países también quedó atrapado, incluido el embajador venezolano y ello porque un grupo de cien personas de la oposición venezolana tenían cercada la entrada del Centro cultural en actitud violenta y agresiva. La policía tenía órdenes de sellar el centro y proteger a los manifestantes y humillar a todas las personas que estaban en el acto ya que no se les dejaba circular libremente ni salir del local. Por otro lado, muchos de los manifestantes se comportaron como verdaderos fascistas incitando al odio y lanzando loas a Franco (¡!) como se puede ver en cantidad de testimonios gráficos y sonoros difundidos en las redes sociales.
Que Venezuela vive una situación dificilísima eso nadie lo duda. En mi opinión es una mezcla de crisis social interna, injerencia internacional y mediocridad del gobierno. Todos estos factores se entremezclan pero la realidad es que la oposición social en Venezuela está siendo liderada, desgraciadamente, por los sectores más ultraderechistas del sistema político. Seguro que hay muchas razones para tumbar al gobierno de Maduro pero la alternativa que está sobre la mesa es para volver para atrás y la injerencia internacional presiona por un golpe de Estado. Cualquier llamado a la negociación bien del lado de personas como Zapatero, el Papa Francisco o el Sursuncorda, es acallada por una oposición de ultraderecha que lo que pretende es restaurar el orden oligárquico que existía en Venezuela desde el famoso pacto de Punto Fijo en 1958. Hay miles de razones para protestar en Venezuela pero la protesta está siendo liderada por la vieja oligarquía, por los mismos que propiciaron el golpe de Estado en abril del 2002.
Pero más allá de este fondo complejo y difícil tenemos aquí a la derecha española, la derecha fundada por un ministro de Franco, que se alza en paladín de la libertad y la democracia azuzando y propiciando golpes de estado como lo hizo Aznar con el golpe de estado en Venezuela en el año 2002. La extraña actitud que tomó ayer la policía, cerrando el paso a las personas que libremente fueron al acto en el centro cultural de Venezuela contrasta con la actitud tan complaciente que tuvieron con los manifestantes. La libertad de manifestación es un derecho básico y tiene que estar protegido pero, en este país, se protege de muy diferente forma si hablamos de manifestarse delante de la embajada de EEUU o delante de la embajada de Venezuela.
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