Madrid, España (21 julio 2004).- El bailarín español Antonio Gades, que falleció ayer en Madrid vencido por un cáncer que le maltrató durante varios años, todavía hará un viaje más, pues dejó dicho que sus cenizas debían ser trasladadas a Cuba, la Isla que amó. Antonio Gades, nombre artístico que imaginó para Antonio Esteve Ródenas […]
Madrid, España (21 julio 2004).- El bailarín español Antonio Gades, que falleció ayer en Madrid vencido por un cáncer que le maltrató durante varios años, todavía hará un viaje más, pues dejó dicho que sus cenizas debían ser trasladadas a Cuba, la Isla que amó.
Antonio Gades, nombre artístico que imaginó para Antonio Esteve Ródenas su maestra de baile, Pilar López, murió la víspera en Madrid a los 67 años, víctima de cáncer con la que había luchado en varias ocasiones.
El cadáver fue incinerado hoy en Madrid y sus cenizas serán enviadas mañana mismo a Cuba.
El bailarín, que nació cerca del mar Mediterráneo, en el seno de una familia humilde de la localidad alicantina de Elda, el 16 de noviembre de 1936, se convirtió en una de las grandes figuras del baile español.
Su carrera artística, como él mismo reconoció muchas veces, arrancó en Madrid cuando pasaba de niño a adolescente, descubierto para la danza por Pilar López, su maestra, que lo contrató para trabajar en el Circo Price.
Con el correr de los años, Gades se convirtió en una estrella de las tablas y como primer bailarín o coreógrafo director de compañías, recorrió el mundo recreando con sus pasos y su taconeo, entre bailaores, cantaores y guitarristas, obras de la literatura como «El amor brujo», «Bodas de Sangre» o «Fuenteovejuna».
También bailó para el cine en películas como «Flamenco» y en la trilogía flamenca «Bodas de sangre» (1981), «Carmen» (1983) y «El amor brujo», de 1986, en las que el cineasta Carlos Saura le dirigió junto con las bailaoras Cristina Hoyos y Laura del Sol.
Precisamente el martes, pocas horas después de la muerte de Gades, la televisión estatal española emitió «Carmen», en la que Gades, Hoyos, Del Sol y muchos otros flamencos bailan la música de la ópera del compositor francés Georges Bizet.
Antonio Gades dejó de bailar y de dirigir su compañía hace unos años y se dedicó a vivir entre España y Cuba, siempre junto al mar, cuyas aguas le permitían su gran afición que era la de navegar.
Precisamente por mar hizo una travesía hasta Cuba en noviembre pasado, cuando se embarcó en su velero «Luar 040», de 15 metros, y dejó que el viento lo llevara hasta la Isla, con cuya tierra, gentes y Revolución congenió durante más de cuarenta años.
El bailarín visitó Cuba por primera vez en 1975 y desde entonces siempre mantuvo una relación intensa con el País. Allí vivió varias temporadas. En La Habana, en junio pasado, el presidente cubano, Fidel Castro, le condecoró con la orden José Martí, la mayor distinción del Gobierno de la Isla.
Ese amor de Gades por Cuba y la discreción con la que llevaba su vida, le hicieron diseñar de antemano sus últimos días y la intimidad que deseaba para sus últimas horas.
Por esa razón, los restos de Gades fueron incinerados hoy en el crematorio madrileño de La Almudena, en silencio y en la privacidad más absoluta, cumpliendo su voluntad, sin la presencia de su familia y sólo acompañado por miembros del cuerpo diplomático de Cuba.
Después, unos automóviles con matrícula diplomática cubana se llevaron sus restos y mañana mismo, partirán para la isla.
Como herencia, Gades deja en España sus obras, su recuerdo y una Fundación que, según su deseo, deberá velar por su legado artístico y apoyar y difundir la danza española en general y el flamenco en particular.
Cuando las cenizas de Gades salgan hacia La Habana terminará entonces el paso por España de la gran figura del baile flamenco que eligió Cuba por razones que él mismo explicó: «No es una simple aventura, es el puerto de mi vida».