El que esto escribe, hacia muchos años que no acudía a la veterana manifestación del 1º de mayo en Madrid, la que convoca CCOO y UGT, «soy laico y no me gustan las procesiones». Este año, cambiando de aires acudo y brevemente me gustaría matizar algunas cosas. Lo primero que me sorprende es, el desorden […]
El que esto escribe, hacia muchos años que no acudía a la veterana manifestación del 1º de mayo en Madrid, la que convoca CCOO y UGT, «soy laico y no me gustan las procesiones».
Este año, cambiando de aires acudo y brevemente me gustaría matizar algunas cosas.
Lo primero que me sorprende es, el desorden y descontrol de una manifestación que en los últimos años se ha caracterizado por una rigidez de desfile impresionante, garantizado por los muy «discutibles» servicios de orden. El núcleo oficial y por supuesto el más minoritario, rodeado de fotógrafos y cámaras de televisión, permanece inmóvil esperando no sé si a que se despeje todo lo que tienen por delante, que es el grueso de la manifestación.
Lo segundo que me impresiona es la cantidad de banderas republicanas que ondean en el aire, al fin y al cabo es el 1º de Mayo en el 75 aniversario de la II República, hace años portar una bandera republicana en esta manifestación era casi un delito y un acto de heroicidad (aquellos «servicios de orden»). Hoy son cientos de banderas las que ondean, mayoritariamente portadas por ciudadanos muy jóvenes.
Seguimos, la manifestación arranca detrás de los cuerpos antidisturbios (¿?), encabezada por una pancarta que realmente es un banderón republicano, es la que parte de Cibeles y la primera en llegar a la plaza de Sevilla, detrás se sitúan miles de personas, colectivos laborales en lucha, la Asociación de Inmigrantes y Refugiados de España, con una música de lo más animado, la comunidad kurda de Madrid… hay grupos que llevan carteles contra la precariedad. La pancarta republicana queda colgada en la Plaza de Sevilla, también desde lo alto de la calle Alcalá y entre aplausos, se ve que un compañero ha colgado otra bandera republicana en La Cibeles. La espera en la Plaza de Sevilla está amenizada y se respira muy buen ambiente.
Por fin, los últimos (como ha cambiado el cuento), llega la comitiva oficial-institucional, (solo falta un representante de la CEOE para que estén todos), y empiezan los discursos , pero cientos de manifestantes haciendo caso omiso de las peroratas empiezan a gritar al unísono frases como: «no, que no, que no nos representan» «esta reforma la vamos a parar» «se va a acabar la burocracia sindical» y un contundente «Fidalgo aprende, Marcelino no se vende» (Marcelino Camacho estaba presente en la manifestación). El mencionado «servicio de orden» no puede impedir la algarabía reivindicativa. Y para remate, como en los mejores tiempos y dando la espalda al escenario oficial se termina cantando «la Internacional».
De esta manifestación manipulada siempre por los sindicatos, para convertirla en un acto burocrático del sindicalismo institucional, a lo que hoy piden los trabajadores, nada tiene que ver, lo que está ocurriendo es otra cosa bien distinta.
Controlan los comités de empresa con «sindicalistas» liberados, intrigan junto con los empresarios para tener más poder, manipulan las negociaciones de los convenios a espaldas de los trabajadores, apoyan políticas en todos los niveles Municipales, Autónomos y del Estado contrarias a los ciudadanos, manipulan la formación obrera y profesional con ese chanchullo que tienen con el FORCEM… puedo seguir pero cualquiera que viva el día a día, sabe de lo que estoy hablando.
Sin embargo en estas manifestaciones no pueden controlar ya, la independencia de los participantes, el espíritu de rechazo hacia la cúpula sindical de CCOO-UGT, el creciente sentimiento republicano y la necesidad que se tiene de poder expresarnos con libertad y no chantajeados por un puesto de trabajo, o mejor dicho, tal como estamos, un puesto de explotación.
En Madrid, este mismo 1º de mayo había más manifestaciones, algunas como la que partía de Atocha, con las reivindicaciones muy claras, pero ¡ojo! ¿tan difícil sería unificarnos en una sola manifestación? Dejo ahí la pregunta.
Ahora mismo, las cúpulas sindicales ya estarán trabajando en la vergonzosa firma de la reforma laboral, pero también, en estos momentos estarán trabajando por los derechos de la clase obrera miles de sindicalistas, que a pesar de las siglas que llevan en un carné, llevan la honradez y la ética como herramienta de sus principios y NO SE VENDEN, aunque algún día llegue la expulsión, la sanción o algo parecido. Como estos «compas» que me hicieron volver a esta manifestación, después de tantos años.
¡Salud y República!