Profeso un profundo respeto a la Familia Borbón, al igual que lo siento por mis vecinos, la Familia López. Papá López trabaja como vigilante jurado, un puesto que consiguió tras un duro proceso de selección y con el que a duras penas puede llegar a fin de mes, pues la hipoteca se lleva casi todo […]
Profeso un profundo respeto a la Familia Borbón, al igual que lo siento por mis vecinos, la Familia López.
Papá López trabaja como vigilante jurado, un puesto que consiguió tras un duro proceso de selección y con el que a duras penas puede llegar a fin de mes, pues la hipoteca se lleva casi todo su exiguo sueldo. La mujer de López, con tres hijos que tiene, se pasa dieciocho horas al día dedicada a sus deberes como madre y a las tareas domésticas. Los hijos de López y esposa se esfuerzan cuanto pueden en el colegio y confían en que en cuando llegue el momento, sus padres puedan sufragarles una carrera, ya que les gusta estudiar y han demostrado que valen para ello.
Papá Borbón no obtuvo su trabajo por oposición, venía incluido en su apellido; tampoco paga una letra por la casa que habita y en la que cabrían doscientas como la de los López. La mujer de Borbón dispone de toda una cohorte de servidores que realizan por ella las faenas del hogar. Los hijos de Borbón han podido estudiar todo lo que han querido sin preocuparse por los gastos que ello implicaba, y han acumulado carreras al mismo ritmo que los López deudas.
A Papá López le pueden echar del trabajo cualquier día, el de Papá Borbón es vitalicio. Una vez entraron a robar en casa de los López que nunca pudieron comprarse una alarma, la de los Borbón está vigilada día y noche. Los López, si cometen cualquier infracción, serán sancionados según la Ley, Los Borbón poseen inmunidad. Hay gente que habla mal de los López, la crítica a Los Borbón es tema tabú. Los López nunca tendrán yate, ni residencia veraniega de lujo, a Los López jamás les pagarán los viajes, ni Papá López volará en avión privado con cargo al presupuesto público para cazar osos en Rusia, ni falta que le hace, pues no es partidario de tan regia diversión, e igual que no disfruta contemplando la agonía de un toro, como Papá Borbón, tampoco lo hace matando animales. Bastante tiene con su sufrimiento como para sentir placer con el de otro.
Pero tal vez, sólo tal vez, llegará un día en el que Los Borbón dejen de vivir a costa de los López. Y para que eso ocurra, es fundamental que todos los López del país asuman su condición de lacayos de obligado mecenazgo a Los Borbón.
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