¿Cómo explicar que, pongamos por caso, siete u ocho millones de trabajadores y trabajadoras no inunden nuestras calles y generen una huelga masiva antes de la huelga no menos generalizada del próximo 29 de septiembre? ¿No nos sobran razones para ello? ¿No se agolpan aléficamente una tras otra? ¿Por qué millones de trabajadores lanzados a […]
¿Cómo explicar que, pongamos por caso, siete u ocho millones de trabajadores y trabajadoras no inunden nuestras calles y generen una huelga masiva antes de la huelga no menos generalizada del próximo 29 de septiembre? ¿No nos sobran razones para ello? ¿No se agolpan aléficamente una tras otra? ¿Por qué millones de trabajadores lanzados a las filas del desempleo ininterrumpido no gritan por doquier su malestar y manifiestan su justísima rabia? ¿Por qué las clases trabajadoras defienden con tan poco entusiasmo sus intereses y sus posiciones sociales? ¿Se imaginan la reacción de la media o la alta burguesía ante una política semejante, contaria a sus intereses, de un poder obrero-ciudadano? ¿Dónde está el precariado resistente? ¿Por qué no produce toneladas de indignación los trabajos alienantes, los ritmos inhumanos, el trato despótico-fascista en fábricas, oficinas, pequeños establecimientos, almacenes, empresas comerciales, centros autoritarios donde los haya? ¿Impotencia, incapacidad, fuerza inconmensurable del adversario? ¿Familias que han abandonado la trasmisión de sus valores de lucha y resistencia? ¿Hemos devenido acaso una clase resignada, impotente, incapaz de vislumbrar nuevos horizontes? ¿Qué se cayó realmente cuando cayó aquel muro de Berlín, fruto de una guerra fría que los motores imperiales nunca dejaron de calentar y la estupidez de muchos dirigentes de los países de aquel mal llamado «socialismo real» no fue capaz de aquilatar adecuadamente?
Con escasas dudas, la generación de un importante consenso obrero, la extendida desconfianza sobre asuntos políticos y sindicales, la escasa creencia en escenarios alternativos, la aceptación inconsciente del «nosotros no podemos», la generalización del individualismo no sólo metodológico, el enorme papel formativo y cultural de los medios de desinformación e inculcación ideológica, están entre los elementos que deben figurar en cualquier teoría explicativa. Otra arista, la lucha de clases en el ámbito de la teoría decíamos hace años, no sé si un nudo de menor importancia, apunta a los contenidos de la enseñanza recibida. Un ejemplo.
En España son más de medio millón los jóvenes que anualmente cursan ciclos formativos, de grado medio y superior. No sería extraño que en 2015 alcanzasen una cifra muy superior, próxima a los 750.000 estudiantes. Si no ando errado, todos estos alumnos, tanto los de grado medio como los de grado superior, cursan en uno de los dos años del ciclo una asignatura de dos horas semanales que en Catalunya recibe el nombre de «Empresa i iniciativa emprenedora». Acaso en el resto de España sea «Cultura empresarial», «Empresa y emprededores» o denominación similar. Su contenido: una apología poco matizada del mundo de las empresas, de la «cultura empresarial» y de la ideología neoliberal, que pretende generar entre los estudianes de ciclos de origen popular deseos de organizar una pequeña empresa relacionada con sus estudios. Nada que tenga que ver con la economía solidaria o con el mundo del cooperativismo.
El profesorado, claro está, hace de más y de menos. Puede manifestarte abietamente crítico respecto a muchos de sus contenidos. Pero, por ejemplo, en uno de los manuales de esa asignatura [1] autorizados por el Ministerio o por los responsables educativos de las Comunidades autónomas pueden leerse cosas del siguiente tenor. No soy capaz de transmitir, eso sí, la estupidez de las fotografías que acompañan a la edición que no son en este caso, de ningún modo, materia secundaria. Traduzco del catalán casi mejorando un poco la redacción:
«1. El mundo de la empresa no nos es ajeno. Estas organizaciones están presentes en nuestras vidas ya que nos proporcionan los productos que nos son necesarios para vivir y, además, allí pasamos gran parte de nuestro tiempo trabajando para obtener el dinero que necesitamos.
2. Las empresas proporcinan los ingresos necesarios para vivir, bien sea por medio de los salarios que pagan a sus empleados o de los beneficios que obtienen sus propietarios. Otra función social importante es que promueven el avance tecnológico y la innovación.
3. Objetivos empresariales: máximo beneficio. Entendemos por beneficio la diferencia entre los ingresos y las empresas. Es el objetivo más importante, ya que de él depende la supervivenca de la empresa. De hecho, muchos de los objetivos que presentamos a continuación antes o después a un incremento en los beneficios empresariales.
4. Cada vez está más claro que las empresas no se pueden limitar a los objetivos puramente económicos, sino que han de tener en cuenta aspectos como el respeto al medio ambiente o la consecución de un nivel de vida digno para los trabajadores.
5. Empresario: desarrolla una función fundamental, ya que coordina y organiza toda la actividad económica. Sin su concurso, la empresa sería una simple acumulación de elmentos sin un propósito definido. Además, es quien asume el riesgo de la actividad empresarial.
6. Tradicionalmente se consideraba que los factores productivos eran tres: tierra, trabajo y capital. En la actualidad se añade un cuarto factor: el empresario.
7. En el caso de la Coca-Cola, su valor es tan grande porque es una marca muy valorada y reconocida en todo el mundo; probablemente, el mismo refresco bajo otra marca desconocida casi no se vendería.
8. Costes salariales: constituyen uno de las principales fuentes de costes de la empresa, por lo que es lógico que se quieran disminuir.
9. Valores. Cualidades que están presentes en la empresa y que influyen en el comportamiento de todos los miembros. Por ejemplo, la ética. De hecho, cada vez es más general que se incorporen valores éticos en el mundo de los negocios.
10. Políticas. Líneas de acción mediante las que la empresa define su identidad. Por ejemplo, la política de igualdad de oportunidades para los empleados que practican muchas empresas forman parte de su cultura. Los trabajadores saben que la promoción será el fruto de su trabajo, y no habrá favores personales».
Lo dejo aquí, no pretendo escandalizar más.
¿Se observa alguna inquietud poliética por mínima que está pueda ser? ¿Algún signo de crítica, de rebeldía, y más teniendo que están cayendo lluvias torrenciales por doquier? No parecen ubicarse en ninguna entrada de este decálogo improvisado.
Son sólo diez ejemplos extraídos, todos, de la primera lección del volumen. La música y las cantatas no cambian a lo largo del resto de páginas.
Con estos compases -no sostengo que no puede haber discusión en clase y generación de nuevas melodías alternativas-, y con estos contenidos son educados nuestros estudiantes de ciclos de grado medio y superior. Serán, si llegan a serlo, si el paro no habita en ellos durante años y años, si la contrarreforma laboral no los convierte en eternos precarios de ida y vuelta, el proletariado cualificado español en las próximas décadas, el grueso de la clase obrera, del precariado y de los trabajadores condenados al desempleo. Con esos mimbres, hemos dibujado sus mentes.
PS. Aprovechando que el Ebro pasa por la ciudad de Laboderta y su «Canto a la libertad», apunto que ASPEC y SPS, dos sindicatos de enseñantes de secundaria de Cataluña con alguna implantación, se han manifestado en contra de la huelga del 29-S. ASPEPC, así dice en su declaración programática, reivindica «la función pública docente y el derecho a la promoción profesional del profesorado». Será eso. Por su parte, la Federación Sindical de Profesores de Enseñanza Secundaria Pública, SPES, señala que quiere «hacer un llamamiento a todo el profesorado de secundaria para que se organice en defensa de sus derechos e intereses». Tomemos nota por si no hubiéramos reparado en la práctica sindical de estos «sindicatos de profesores».
Nota:
[1] Josep Rey Oriol y José Miguel Ridao González, Empresa i iniciativa emprenedora, Barcelona, Grup edebé 2010
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