En la Plaza de Armas de la ciudad de Encarnación, Paraguay, se realizó el miércoles 3 de junio una nueva asamblea de organizaciones de afectados por la represa de Yacyretá y autoridades comunales, en la que se resolvió por unanimidad reclamar la destitución del director de Yacyretá del lado paraguayo, Carlos Cardozo, y rechazar rotundamente […]
En la Plaza de Armas de la ciudad de Encarnación, Paraguay, se realizó el miércoles 3 de junio una nueva asamblea de organizaciones de afectados por la represa de Yacyretá y autoridades comunales, en la que se resolvió por unanimidad reclamar la destitución del director de Yacyretá del lado paraguayo, Carlos Cardozo, y rechazar rotundamente la suba del embalse a cota 80, establecida por el ente binacional en la resolución 17847, del pasado 26 de febrero.
La disposición, que lleva la firma de Oscar Thomas y Carlos Cardozo, directores de Yacyretá en Argentina y Paraguay respectivamente, fija para diciembre de este año la elevación del nivel del río a cota 80.
Sin embargo, a sólo seis meses de la suba, alrededor de 2000 familias de diferentes barrios de Encarnación que viven en zonas que quedarán bajo agua cuando la resolución se materialice, permanecen ausentes de las listas de relocalizados.
Del último relevamiento de población afectada realizado por Yacyretá en 2007 se desprende que 1900 familias no están contempladas en el plan de reubicación de la hidroeléctrica binacional. La cifra se incrementó a cerca de 2000 en los últimos dos años según estimó Fabio Montiel, presidente de la Asociación Civil de Afectados por Represas, de Encarnación.
De ese total, «950 tienen censo y el resto cuenta por lo menos con algún antecedente, lo que significa que en algún momento de los últimos veinte años Yacyretá le tomó los datos», explicó Montiel a Superficie.
El registro de datos de familias afectadas comenzó con la «carpeta roja», el cebi 79/80, primer censo de Yacyretá en la zona, y luego siguieron los de los años 1990, 2000, 2005 y 2007.
«Estamos ya a mediados de 2009 y miles de familias siguen aguardando para ser relocalizadas, eso demuestra la tremenda incapacidad de los funcionarios del área de reasentamiento de Yacyretá para atender la problemática», manifestó.
El dirigente señaló que «llamativamente, la resolución del 26 de febrero estipula que se debe instruir a la comisión binacional de tasaciones, al sector de reasentamientos y al departamento financiero la coordinación para cumplir estrictamente lo instruccionado por los directores para llevar el embalse en diciembre de este año a la cota 80, y hasta ahora nada de eso ocurrió».
Asimismo, expuso que si bien las indicaciones están dadas, «en la práctica hay situaciones que no se ajustan a lo que el comité ejecutivo o el consejo de administración de Yacyretá ordena, que es atender a los afectados».
Mientras tanto, las obras de la costanera de Encarnación avanzan a buen ritmo. «Para hacer esa costanera sí actúan rápido», manifestó Julián Martínez, olero excluido del plan de reubicación. «Se debe atender a la gente a la par del avance de las obras, no pueden subir el embalse sin haber respondido a los problemas de las personas, sin haber dado una solución a las familias de oleros, que tienen su vivienda y dependen de ese trabajo», señaló Montiel.
Agregó que, como Martínez, existen cientos de oleros y ceramistas que no pueden perder su trabajo porque no saben otra actividad. «No podemos permitir que el proyecto de suba del embalse se concrete, técnica y socialmente no es posible por la enorme cantidad de problemas irresueltos», declaró el activista.
Ni diálogo ni respuestas
Según el presidente de la Asociación Civil de Afectados por Represas, el director de Yacyretá en Paraguay, Ingeniero Carlos Cardozo, en ningún momento se acercó a dialogar con los afectados para arribar a una solución consensuada que satisfaga los planteos de las familias afectadas.
«Tiene una posición radicalizada y no se abre al diálogo, por esa razón todas las organizaciones de afectados estamos pidiendo que sea removido del cargo», expresó Montiel.
Asimismo, señaló que las organizaciones sociales de afectados por Yacyretá solicitaron al gobierno de Fernando Lugo una mesa de concertación para dialogar y consensuar un plan de trabajo para «atender a las familias que quedan por ser indemnizadas, relocalizados y para que quienes tengan un aparato productivo como las olerías puedan tener una respuesta satisfactoria».
Afirmó: «nosotros, la sociedad civil organizada no nos callaremos más, porque la Entidad Binacional Yacyretá continúa avasallando nuestros derechos, nuestra dignidad y sólo prioriza el cemento y las obras como los puentes, terraplenados y ahora también la costanera. La parte humana está totalmente ausente de sus proyectos, cuando debería ser lo primordial, lo mas importante y sagrado, por eso no descansaremos hasta encontrar la justa reivindicación que pedimos para estas familias».
35 Barrios afectados
La ciudad de Encarnación cuenta con aproximadamente 50 barrios, de los cuales se encuentran en condición de afectados directos por Yacyretá 35, muchos de los cuales son históricos como Pakucuá, Loma Clavel, Beato Roque, Riacho, San José, Mboí Caé, Villa Alegre, San Blas, Estación, Barril Paso, Santa Rosa, Nueva Esperanza, Cerrito, Manantiales, Politécnico, Kiteroi, San Antonio, Pecurú, Villa Cristina, Santa María y Villa Cándida.
Para diciembre de 2010, si se cumple con el cronograma establecido en la Resolución 17847, que fija las aguas en su nivel final a cota 83, los barrios Mboí Caé, Barril Paso, Villa Alegre y San Blas quedarán enteramente bajo las aguas.
Mientras que numerosos barrios tradicionales quedarán desmembrados y amplios sectores productivos como la zona baja y los barrios de oleros de Encarnación destruídos.
Montiel denunció que sólo en el barrio Mboí Caé, alrededor de 900 familias de ceramistas, oleros, y otras actividades como talleres y pequeños locales comerciales, no están contemplados en el plan de reasentamiento.
Barrios de relocalizados: desarraigo, cemento y desocupación
Al igual que en Posadas, Yacyretá creó en Encarnación asentamientos para relocalizados. Son, hasta el momento los nuevos barrios Ita Paso, Arroyo Porá, San Pedro, Buena Vista y San Isidro. Estos centros urbanos, afirman desde la entidad, reponen los que se están perdiendo.
«Por culpa de Yacyretá la ciudad vieja de Encarnación está desapareciendo y los vecinos trasladados a otros sectores no inundables en la que de a poco se va configurando como la ‘nueva ciudad de Encarnación'», consideró Montiel.
El desarraigo y rompimiento del tejido social que representa la desaparición y destrucción de los barrios, constituye un daño irreversible a la cultura, idiosincrasia e historia de los vecinos encarnacenos.
Quienes se ven forzados a abandonar sus hogares empiezan una vida totalmente diferente, con paisajes, vecinos y pesares nuevos.
En los asentamientos de relocalizados, la tristeza y la nostalgia son los sentimientos que envuelven los corazones. «Hay muchas personas de los barrios de San Pedro y Arroyo Porá que fallecieron por el golpe psíquico que significó haber sido expulsados por la fuerza. Aquí lo llamamos ‘techangaú’, que significa ‘añorar el lugar de origen'», expresó Fabio Montiel.
El dirigente social contó que personas de edad murieron y otros tantos enfermaron seriamente por el fuerte impacto emocional que significó el traslado. «Por infartos, derrames, ulceras, e hipertensión, agudizadas por la depresión de la relocalización, muchos se murieron o cayeron muy enfermos y no recibieron la debida contención psicológica que está contemplado en el plan de relocalización de Yacyretá», indicó.
Añadió que no sólo hubo muertes y daños a la salud entre las personas relocalizadas sino que similares situaciones se registran entre los afectados que aun no fueron reubicados, por la situación de incertidumbre y abandono en la que se encuentran sumidos.
Vecinos relocalizados del barrio Itá Paso coincidieron en que si bien ahora cuentan con luz eléctrica, piso cerámico, ducha y agua potable, el sentimiento por el entorno de toda una vida no puede ser reemplazado.
Además del impacto emocional, otro serio problema que afecta al grueso de las familias reasentadas es la falta de trabajo. «Los que quedan en los asentamientos no saben de qué trabajar, porque en estos barrios alejados no tienen posibilidades de nada, no hay un medio de vida para la gente», consideró Montiel.
Por otra parte, los asentamientos de relocalizados son verdaderas «selvas de cemento», según definieron los propios vecinos. «No hay árboles, naturaleza, verdeo, todo es cemento, plazas peladas, sin un solo árbol, en verano no se puede estar por el calor, todo es gris, realmente deprimente», expresó un vecino del barrio Ita Paso.
La lucha sigue
En la asamblea de organizaciones de afectados por la represa de Yacyretá del pasado miércoles se definió continuar con el plan de lucha contra los proyectos de elevación del embalse hasta tanto se atienda a la totalidad de familias afectadas.
Fabio Montiel manifestó que «la situación es gravísima, se debe actuar urgentemente en los problemas de estas dos mil familias, y para ello deben crearse espacios de discusión y diálogo, pero lastimosamente hasta ahora ni las autoridades de Yacyretá ni el gobierno dieron los medios para la participación».
Consideró: «Se necesitan personas capaces, y para que eso ocurra debe cambiar todo el funcionariado de Yacyretá, porque quines están ahora sólo miran las obras y no a las personas».
El presidente de la Asociación Civil de Afectados por las Represas aseguró que las familias no cejarán en su lucha por las reivindicaciones que reclaman. «Seguramente Dios nos va a dar la fuerza, la sabiduría, la luz, para que haya justicia social, las respuestas que estamos esperando los vecinos de Posadas y Encarnación», expresó.
«Estamos al borde de un estallido social en encarnación y si no nos dan soluciones concretas, la represa no va a terminarse porque no lo vamos a permitir», advirtió Montiel.
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Aguacidio en la provincia de Misiones
El gobernador de Misiones, Maurice Closs, visitó días atrás Apóstoles, donde celebró la exitosa perforación del Acuífero Guaraní en la localidad yerbatera. En su discurso, consideró que un desafío que tenemos los misioneros es «cuidar nuestra agua y por sobre todas las cosas, tener un aprovechamiento responsable y sustentable del Acuífero».
En las últimas semanas, Closs incluyó en sus alocuciones mensajes que resaltaron la importancia del agua y «el potencial que tiene la Argentina con la existencia del Acuífero Guaraní».
Con entusiasmo, relató en una conferencia de prensa el pasado 6 de mayo que mantuvo una reunión con el presidente de la multinacional petrolera Esso, Tomás Hess. Contó que éste le preguntó: «¿Usted sabe Gobernador que hay lugares en el mundo donde el agua vale más que la nafta?». El mandatario provincial reconoció que «ahí tomé dimensión de lo que va a pasar. Imagínense si Misiones que esta rodeada de ríos, que teniendo el Acuífero tiene estos problemas, los fenomenales problemas que tienen otros lugares del mundo, y lo que va a valer el agua en el tiempo».
Valiosa lección aprendida, señor Gobernador. Sin dudas, es importante que cuidemos el agua porque, como sabe, es un recurso esencial para la vida y además cada vez más escaso. Y por supuesto, también proteger el acuífero, ya que es uno de los mayores reservorios de agua dulce en el mundo.
Ahora bien, algo que seguramente Hess no le dijo -porque es un hombre de negocios- es que el agua no puede ser mercantilizada, ya que el acceso a la misma es un derecho humano básico y por lo tanto no es correcto -ni ético- que caiga en manos de empresas de capitales extranjeros que sólo buscan lucrar.
El neoliberalismo salvaje terminó con la privatización del agua en la provincia de Misiones en 1999. Ese año, el gobierno provincial concedió la gestión de los servicios de agua potable y cloacas en las ciudades de Posadas y Garupá a la empresa de origen español SAMSA (Servicios de Aguas de Misiones S.A.), integrante del Grupo ACS (Actividades de Concesión de Servicios).
Los argumentos esgrimidos fueron la calidad inadecuada de la prestación, falta de cobertura, deficiente infraestructura, burocratización y corrupción.
De esta manera, SAMSA desembarcó en el sur de la provincia como la solución a todos nuestros problemas líquidos. Los privatizadores y empresarios del agua afirmaron que se optimizarían y ampliarían los servicios, incorporarían máquinas y equipos de primer nivel y modernizaría todo el sistema de gestión a través de la utilización de tecnología de avanzada.
Desde entonces, nuestras aguas están en poder de este poderoso grupo empresario, que no sólo ha incumplido con las inversiones y obras prometidas sino que además ha elevado considerablemente las tarifas que los usuarios abonamos por el servicio.
¿Cómo podríamos empezar a cuidar verdaderamente nuestras aguas?
1- Constituiría un primer paso hacia adelante la recuperación total del control sobre nuestros recursos a través de la reestatización del agua en Misiones. Podremos preservar y administrar nuestras reservas hídricas sólo si están en nuestras manos.
2- En segundo lugar, es necesario exigir mayor control sobre las empresas pasteras radicadas en Misiones, que contaminan desenfrenadamente nuestros causes hídricos: Alto Paraná, la planta celulósica de Puerto Piray y Papel Misionero.
Los desechos tóxicos vertidos por estas fábricas convirtieron a nuestros ríos en verdaderas cloacas venenosas, nauseabundas y sin peces, por lo que resulta urgente aplicar un estricto control y enérgicas sanciones sobre estas empresas.
3- El indiscriminado uso de agrotóxicos y la dispersión de los mismos sobre los ríos y arroyos, además de provocar una fuerte contaminación multiplicó los casos de malformaciones y todo tipo de enfermedades en la población misionera.
Por esto, es necesario poner freno a la utilización de estas sustancias tóxicas tan lesivas para el medio ambiente y la salud.
4- No más represas. Debemos oponernos con firmeza a los proyectos hidroeléctricos de Corpus y Garabí que se impulsan por estos días. Estas obras no solo generan inundación de tierras productivas y expulsión de miles de personas, sino que además contaminan nuestras aguas, matan nuestros ríos y favorece la proliferación de mosquitos transmisores de todo tipo de enfermedades vectoriales.
5- Con respecto al cuidado del Acuífero Guaraní, en principio debemos rechazar las infundadas advertencias sobre la presencia de «células terroristas» en la triple frontera, discurso instalado por los Estados Unidos que no tiene otro fin mas que el de incrementar su presencia militar en la región para vigilar más de cerca esta reserva estratégica.
6- A todo esto, debemos sumar el silencioso pero incesante robo del agua. Como bien apuntaba Juan Yadjian en 2006 en su artículo El Agua en Misiones, «los pinos hacen falta para alimentar las fábricas de celulosa, las pasteras. Que a su vez necesitan mucha agua para producir la pasta. Por eso insistimos en que la instalación de más fábricas de pasta no responde a traer contaminación a nuestros países, sino a robarse el agua’ (…) Si seguimos haciendo caso a la necesidad de los otros, nos quedamos sin agua y sin vida».
En conclusión
Estas son sólo algunas acciones que podrían significar un cambio positivo en la preservación de nuestros recursos hídricos. «No derrochar el agua», «cerrar la canilla» o «bañarnos rápido», son recomendaciones superfluas y hasta ridículas en comparación con los males infinitamente mayores que nos aquejan.
Cuando hablamos del agua, a diferencia de otros temas, no se trata de amenazas fantasmales o abstracciones, sino de problemas verdaderos que existen desde hace tiempo y por lo tanto demandan soluciones urgentes.
«Cuidar el agua» implica un compromiso serio y una responsabilidad para todos, pero muy especialmente para quienes están en el gobierno, ya que cuentan con las herramientas para actuar rápida y eficazmente.
A las palabras se las lleva el viento, y más aún en épocas de elecciones. «Sólo los hechos dan fe a las palabras», afirma el gastado eslogan. Lastimosamente, hasta ahora sólo escuchamos frases bonitas en boca de señores que en la práctica permiten y por lo tanto son cómplices, del «aguacidio» que se está cometiendo en la provincia de Misiones.
(Publicado en Revista Superficie)