«Mientras el mundo pinta naturalezas muertas, sucumben los bosques naturales, se derriten los polos, el aire se hace irrespirable y el agua intomable, se plastifican las flores y la comida, y el cielo y la tierra se vuelven locos de remate» E. Galeano. En esta selva húmeda tropical, donde la naturaleza es rica por […]
«Mientras el mundo pinta naturalezas muertas, sucumben los bosques naturales, se derriten los polos, el aire se hace irrespirable y el agua intomable, se plastifican las flores y la comida, y el cielo y la tierra se vuelven locos de remate» E. Galeano.
En esta selva húmeda tropical, donde la naturaleza es rica por su magnifica y abundante biodiversidad, se vuelve a desarrollar la primera fase de la industria petrolera, LA SÍSMICA. La acción tiene a lugar, sin consulta previa, en los campos Auca, Yuca, Culebra, Puma, etc., activando una economía temporal y precaria a los pobres de la patria, que para muchos de estos peor es nada considerando la crisis económica y la carencia de servicios en la que viven.
Nuestro futuro se sigue escribiendo con el petróleo, el que ha protagonizado el juicio del siglo, con el mismo cuento de hace cuarenta años donde se pronosticaba un Ecuador prospero y boyante. Para el Frente de Defensa de la Amazonía (FDA) apoyar el caso Texaco es defender la soberanía nacional, ya que esto supone defender el estado de derecho, la seguridad jurídica y los derechos humanos. Sin embargo los problemas ambientales que nos amenazan son permanentes en todos los frentes donde se desarrolla la actividad petrolera, además de lo que la Texaco dejo. Hoy como ayer, las promesas son las mismas. Con el reciente BOOM sísmico-petrolero, los pueblos y comunidades no van a estar mas limpios y dotados de todos los servicios, ni los campesinos-indígenas van a estar bien alimentados, ni el medio ambiente estará mejor cuidado.
Varios investigadores alertaron a través de la revista «Digital», que los proyectos sísmicos 3D son muy impactantes por cuadricular el terreno con intersecciones de caminos cada 500 metros. «La invariable trayectoria recta de las líneas sísmicas y el uso de explosivos cada 50 metros, genera procesos erosivos en laderas pronunciadas, afectando a arroyos y cursos de agua. La huella territorial se amplifica con la posterior construcción de carreteras, pozos, depósitos, aeropuertos y el trazado de oleoductos. En todo el mundo, numerosos territorios indígenas y áreas protegidas han quedado atrapadas dentro de bloques petroleros. Las compañías convierten las áreas silvestres en meros polígonos industriales, usando el territorio según las conveniencias del mercado».
En un artículo de Eduardo Galeano, titulado la naturaleza no es muda, decía que en Ecuador por primera vez en la historia mundial la Naturaleza tiene derechos. Alberto Acosta, ex-presidente de la asamblea constituyente, hablaba de los derechos de la naturaleza y sobre justicia ambiental, y que aún estábamos a tiempo para que nuestras leyes reconozcan el derecho de un río a fluir e impongan el valor intrínsico a todo ser viviente.
Después de 40 años de explotación petrolera seguimos donde estábamos, ahora con la Constitución en la mano, leyendo los derechos de la naturaleza y conviviendo los conflictos socio-ambientales que día a día derivan de la exploración sísmica en esta parte de la patria, donde la tierra es bombardeada, los ojos de agua cegados, la justicia no es ambiental sino pro-petrolera y la vida silvestre desaparece con los rugidos de las explosiones.