Ha pasado en otros momentos de la reciente historia del PSOE y no es improbable que, si no fijamos nuestra máxima atención y la perdemos con el transcurso del tiempo, dentro de cinco o seis años, pasado el ciclo conservador de derecha extrema en el que estamos parcialmente inmersos, vuelvan a surgir en torno a […]
Ha pasado en otros momentos de la reciente historia del PSOE y no es improbable que, si no fijamos nuestra máxima atención y la perdemos con el transcurso del tiempo, dentro de cinco o seis años, pasado el ciclo conservador de derecha extrema en el que estamos parcialmente inmersos, vuelvan a surgir en torno a esta formación viejos, conocidos y cándidos sueños. Arrojarse a un clavo ardiendo, a una esperanza vana, esa parece ser la cuestión, la ley natural-electoral de muchos sectores de la ciudadanía española de izquierdas. Rectificar es de sabios y prudentes.
Cuenta Gonzalo López Alba [1] que en la ejecutiva del PSOE del pasado lunes 23 de mayo la derrota electoral del 22 de Mayo fue reconocida como inapelable. Según el periodista de Público, para la mayoría de los miembros del órgano de dirección del PSOE es un espejismo, mera ilusión, pensar que la ciudadanía -«el electorado» le llaman ellos- haya castigado al PSOE por no hacer políticas de izquierdas y pensar que existe otra política posible que no sea la realizada por el ejecutivo de Zapatero, Chacón y Rubalcaba. Tampoco aquí, aunque luego se contradigan, creen que existen alternativas.
Prueba de ello, sostienen algunos dirigentes, según cuenta el propio GLA de fuentes bien informadas, el PSOE retrocedió también en Madrid a pesar de que Tomás Gómez, su candidato para la Comunidad madrileña, hizo un discurso más a la izquierda que Zapatero. ¿Más a la izquierda el candidato Gómez? Sí, apuntan, avanzó propuestas indefinidas como crear un impuesto específico para los bancos. El no va más del izquierdismo. Zapatero, según cuenta GLA, también intervino en la ejecutiva para señalar que devolver el dinero que le han prestado no es optativo para un ciudadano. Hay que devolverlo y ya está, sin más consideraciones. Como el señor Botín, con su mismo discurso, a su misma altura y no sé si con el mismo tono.
El propio presidente de gobierno rechazó más tarde la posibilidad de realizar un cambio de política económica lo cual implica, obviamente, que otra política económica sí que es posible en contra de lo anteriormente afirmado. ¿Qué razón alegó para oponerse a esta rectificación? No tiene desperdicio el (pseudo) argumento presidencial si la información del periodista de Público es exacta: hacerlo, hacer un cambio de política económica, sostuvo la segunda autoridad del Estado, equivaldría a que el PSOE se hiciera una enmienda a la totalidad y de eso nada. Para morirse sin despedida ni rezos.
Chacón, una de las esperanzas blancas del PSOE, apuntó el sesudo argumento de la falta de sintonía del PSOE con los jóvenes. Como suele decirse: ¿no les suena? No parece que se le hiciera mucho caso sus compañeros de la Ejecutiva por lo demás. José Blanco, por su parte, el vendedor de pisos en la ámbito internacional, señaló que la derrota electoral se había producido en el centro (¡qué análisis tan novedoso y tan fresco!) y que, tomen nota, «el malestar había sido más poderoso» que los argumentos del PSOE. Para enmarcarlo y no olvidarlo. ¿Argumentos del PSOE?
Item más: Zapatero señaló otra razón para disolver la preocupación de sus compañeros de dirección: qué esperabais, les preguntó, con cinco millones de parados. La suerte estaba echada; como si la cosa no fuera en absoluto con ellos y se tratase de una ley natural de la economía.
Políticos profesionales reconvertidos en sesudos analistas en una mañana postelectoral. Si la pobreza de su análisis y los postulados incuestionados dicen algo es que es casi imposible la rectificación en determinadas instituciones políticas y que prácticamente todo está perdido en algunas formaciones. Pensar, como seguramente piensan destacados miembros de la ejecutiva del PSOE, que a muchos ciudadanos con posiciones de izquierda, muchos de ellos votantes del PSOE, no les ha hecho cambiar el sentido de su voto hacia la abstención, el voto nulo, el voto blanco o el apoyo a otras fuerzas políticas de izquierda, la realización sin muchas contemplaciones, y la justificación anexa de una política neoliberal ortodoxa, una política abonada y dirigida incluso por grupos empresariales que nunca tienen suficiente y hooligangs insaciables como el presidente del Banco de España (¿cómo es posible que, después de señalar lo que ha apuntado en el mañana del martes, siga en su puesto erre que erre, alentando una y otra veces medidas ultraliberales sin ninguna contención?); la corrupción que ha irrumpido en muchos ayuntamientos; las comisiones cobradas a diestro y siniestro; el clientelismo extendido y servil; las reconversiones de espacios públicos en urbanizables, y así siguiendo, si todo eso no ha tenido nada que ver con esa «derrota inapelable», pues entonces que vengan Juan Negrín, Julio Álvarez del Vayo y Pablo Iglesias y lo vean. A ver qué opinan.
Nota:
[1] Público, 24 de mayo de 2011, p. 3.
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