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Los magistrales relatos del guerrillero Walsh

Fuentes: El Mundo

Desde el 25 de marzo de 1977 se encuentra desaparecido el trascendental periodista, escritor, dramaturgo, traductor y revolucionario argentino Rodolfo Walsh, quien se adelantó una década al llamado New Journalism con Operación Masacre

 Hace  exactamente treinta y dos años caía acribillado Rodolfo Walsh, en Buenos Aires y a plena luz del día, poco después de arrojar al buzón su célebre «Carta Abierta a la Junta Militar», en la que denunciaba las torturas y el terrorismo de Estado al cumplirse un año del golpe de Videla. Su cuerpo jamás fue encontrado y pasó a engrosar la lista de 30.000 desaparecidos, pero su nombre se convirtió en leyenda.

La leyenda del escritor comprometido, pionero de la no ficción en castellano, que se adelantó una década al llamado New Journalism con Operación Masacre (1957); la del periodista, amigo de la Revolución cubana, que fundó la agencia Prensa Latina junto a Jorge Masetti, García Lupo, Onetti y García Márquez; la del criptógrafo que descifró la operación de la CIA y previno la invasión de Bahía de Cochinos. O la del militante de Montoneros que, en los años de plomo, creó la Agencia Clandestina de Noticias (ANCLA) para combatir con información el terror militar.

Lo cierto es que el guerrillero Walsh no empuñó un fusil, sino una vieja Remington. No disparó balas, sino palabras que quedaron en buena parte sepultadas por el mito. «La obra de Walsh ha sido muy mal leída tanto por sus más fervientes admiradores como por sus detractores», dice la editora de Veintisiete Letras Viviana Paletta, autora del esclarecedor prólogo a sus Cuentos completos. El sello madrileño conmemora el aniversario de su muerte con la edición, por primera vez en un solo volumen, de toda su narrativa.

La vida a salto de mata y clandestina de sus últimos años le impidió a Walsh dar su ansiado salto a la novela. Sin embargo, sus Cuentos completos lo revelan como un maestro indiscutible de las distancias cortas, incluso en sus facetas menos conocidas como el relato fantástico y el cuento breve de corte humorístico. La obra reúne -además de sus cuatro libros de relatos publicados en vida: Variaciones en rojo (1953), Los oficios terrestres (1965), Un kilo de oro (1967) y Un oscuro día de justicia (1973)- una veintena de cuentos desperdigados en diversas revistas.

Traductor de Chandler y Hammett, dramaturgo, periodista, Walsh personificó más que ningún otro escritor latinoamericano la tensión entre la torre de marfil de la literatura y la urgencia de la acción política. Un conflicto que resolvió -sobre todo a partir de ¿Quién mató a Rosendo? (1967), obra de testimonial en la línea de Operación Masacre– a favor de la acción política llevando el compromiso sartreano hasta las últimas consecuencias. Sin embargo, el militante revolucionario nunca dejó de escribir relatos. Y ambas esferas, la del periodista de investigación y la del narrador, se beneficiaron mutuamente.

Así como Walsh echó mano de los procedimientos típicos de la ficción literaria como la intriga, el suspense y la reconstrucción de escenas y diálogos para dar vida a sus obras testimoniales y a sus textos de combate, la dimensión política y los recursos de la no ficción apuntalan sus mejores relatos. El cuento «Esa Mujer», incluido en Los oficios terrestres, narra el diálogo entre «un general de apellido alemán» y un periodista obsesionado por entrar el cuerpo de «una muerta» célebre que jamás se nombra, pero que sin duda es Eva Perón. Y el mismo Walsh aclara en una nota que «la conversación (…) es, en lo esencial, verdadera».

Relatos como «Fotos», sobre la reacción de los estancieros terratenientes ante Perón, o «Cartas», sobre los teje y manejes de la oligarquía agraria y los caciques locales durante la llamada «década infame», se construyen sobre documentos testimoniales y adquieren pleno sentido en el contexto político. Incluso en sus piezas más autobiográficas, como la llamada «saga de los irlandeses» basada en su experiencia infantil en internados religiosos, la dimensión política es crucial. «El pueblo aprendió que estaba solo», dice el narrador de «Un oscuro día de justicia» cuando los jóvenes internados se dan cuenta de que ningún mayor vendrá a librarlos del cruel celador. Un mensaje muy claro lanzado por Walsh poco después de la muerte del Che Guevara.

Lo mismo puede afirmarse hasta de sus largos relatos policiacos de Variaciones en rojo, -tres breves «novelas policíacos deslumbrantes», como las llamó García Márquez- donde la denuncia del poder criminal del dinero y la corrupción intrínseca del sistema capitalista es evidente. Y la misma destreza en el manejo de la condensación y la elipsis se percibe en el Walsh narrador, como en el Walsh militante autor de textos de combate. Seguramente porque el escritor perseguía el mismo fin por dos caminos opuestos: «la eficacia», como explica la editora Viviana Paletta, «la eficacia en la denuncia y la eficacia en el texto literario, en un trasvase absoluto de recursos e intenciones».

http://www.elmundo.es/elmundo/2010/03/25/cultura/1269537538.html