Señor Ujaldón, afirmaba usted hace unos días que los que buscan los restos de los republicanos asesinados por el franquismo, lo hacen porque «hay gente que no tiene nada que hacer». Coincide con su colega de partido y de nómina política, el senador lorquino Peñarrubia, en considerar que los más de ciento treinta mil asesinados […]
Señor Ujaldón, afirmaba usted hace unos días que los que buscan los restos de los republicanos asesinados por el franquismo, lo hacen porque «hay gente que no tiene nada que hacer».
Coincide con su colega de partido y de nómina política, el senador lorquino Peñarrubia, en considerar que los más de ciento treinta mil asesinados directamente por los fascistas, durante y tras la guerra civil, son ya cosa del pasado y nadie los echa de menos. Y lo dice, como si la relativa tranquilidad de espíritu que han podido disfrutar los familiares de los Gloriosos Caídos por Dios y por España durante cuarenta años -ochenta, si sumamos los transcurridos desde la extinción del dictador-, fuese extrapolable a las familias de los republicanos asesinados, y como si las más de mil fosas comunes acreditadas ante el Ministerio de Justicia, fuese un invento de esos «desocupados» que según afirma usted, no tienen nada mejor que hacer.
Sepa señor Ujaldón, que en la Región en la que viene ejerciendo sucesivos- y gratificantes- cargos políticos, los familiares de las víctimas del franquismo, tuvieron que organizarse en 1979 para evitar que los restos de 377 republicanos, la tercera parte de los asesinados solo en la capital, fuese levantados de las cinco inicuas fosas comunes existentes y arrojados al osario, como si de basura se tratara, mientras otros cientos de innominados tuvieron tan infame destino, por estar enterrados en pequeñas fosas desperdigadas, en los años noventa. Por contra, ni uno solo de los Caídos por Dios y por España quedó sin un enterramiento y un reconocimiento jurídico, social e institucional digno… y sus asesinos oportunamente ejecutados.
Solo gracias a un colosal esfuerzo colectivo de aquellos familiares, abandonados de la democracia, pudieron rescatarse los restos, trasladándolos al Panteón a los Caídos por la Libertad del cementerio municipal de Espinardo, lugar de referencia para la Memoria Histórica democrática, republicana y antifascista de la Región de Murcia. Igualmente, ha sido gracias a la Asociación de Memoria Histórica de Cartagena, por lo que los restos de los marinos y civiles víctimas del franquismo, han sido recuperados para la memoria colectiva, y conservados en el digno Panteón a los Caídos por la Libertad del cementerio de Los Remedios, también con sus nombres y apellidos, sin poder decir lo mismo con las víctimas fusiladas en Lorca o Caravaca, o los once de Totana cuyos cuerpos -para vergüenza de la sociedad totanera, incluida la izquierda local- se encuentran en una ignominiosa fosa común, fuera de las tapias del cementerio.
Otras muchas familias murcianas afectadas por aquella salvaje y larga represión, hacia las que usted y su partido solo ha tenido gestos de desprecio, no tienen la «suerte» de saber a dónde llevar una flores el Día de los Difuntos, y como -según usted- no tienen nada mejor que hacer, andan por ahí preguntando por los pueblos y buscando información en los archivos militares, movidos por un deseo tan humano como es el de honrar a sus muertos, máxime si estos han caído a manos de un régimen criminal, al que usted jamás condenaría públicamente, por servir a una causa tan noble y justa como la que representó los valores de la II República.
La frase pronunciada por usted, Sr. Ujaldón, no puede acogerse a la benevolente interpretación de haber sido sacada de contexto, porque su mero enunciado encierra un pensamiento ideológico de traducción inequívocamente negacionista, una expresión que en países como Alemania, Austria o Francia, podría llevarle directamente ante los tribunales y, por supuesto, a ser expulsado de forma fulminante del cargo que ostenta.
Sr. Ujaldón, usted y yo nos conocimos personalmente en su despacho en la Consejería de Cultura, con ocasión de los recursos presentados contra la construcción del mastodóntico y aberrante parador de turismo, en medio del Castillo de Lorca, contraviniendo flagrantemente su calificación como BIC y el propio dictamen jurídico del Ministerio, concurriendo en lo que comúnmente se conoce como delito de prevaricación. Vd, desde la función que tenía, que no era otra que evitar estas tropelías. no movió un dedo para impedir el expolio de una judería única en Europa, ni la destrucción del sentido histórico, monumental y paisajístico del conjunto, al construir un hotel de cinco pisos dentro de un castillo singular. Expolió el Patrimonio Cultural murciano y ahora pretende usted también expoliar el patrimonio histórico, legal y sentimental de las familias de las víctimas del franquismo, que a pesar de lo que usted afirma, y aunque sí que tienen muchas otras ocupaciones que atender, se han impuesto el deber moral de encontrar los restos que usted y los suyos quieren seguir ocultando.
Floren Dimas, es teniente paracaidista del Ejército del Aire (R), investigador histórico y delegado en la Región de Murcia de la asociación memorialista Archivo Guerra Civil Exilio y Resistencia (AGE) y miembro de ANEMOI.
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