Tras la sucesión impuesta y acelerada de Felipe VI, el aforamiento exprés del exrey ha supuesto todo un escándalo, no solo por las prisas y la falta de previsión política y jurídica, sino sobre todo porque el gobierno ha tratado al recién abdicado como a un absoluto delincuente al que hay que proteger y aforar […]
Tras la sucesión impuesta y acelerada de Felipe VI, el aforamiento exprés del exrey ha supuesto todo un escándalo, no solo por las prisas y la falta de previsión política y jurídica, sino sobre todo porque el gobierno ha tratado al recién abdicado como a un absoluto delincuente al que hay que proteger y aforar cuanto antes como si supiesen que, efectivamente, hubiera cometido delitos. En palabras de Jesús Posadas, el aforamiento era muy importante y urgente «por si aprovechando la pérdida de inmunidad tras la abdicación, algunos buscan montar un follón».
El aforamiento real es en la práctica un encubrimiento cómplice, y tiene mucho que ver con los muy ocultos negocios reales a los que El Campechano se ha dedicado desde 1976 con persistencia y vocación. Casi inexistente en ningún país del mundo, la inmunidad real supone en la práctica una impunidad absoluta y total, e impide que de haberse cometido delitos, pudieran éstos ser juzgados. Por esto, supone un privilegio legal intolerable y antidemocrático. Es además discriminatorio, y permite que el ciudadano Juan Carlos de Borbón esté por encima de la ley y sea diferente al resto de los mortales y, también que en un Estado de derecho alguien haya tenido y tenga ‘licencia para delinquir’. Inconcebible.
¿Y cual es el miedo del gobierno? Pues no solo que las demandas por paternidad ya interpuestas contra un rey muy donjuanesco demuestren que ha ejercido muy poco la paternidad responsable, sino sobre todo que los negocios reales, de un origen no del todo legal y legítimo, provoquen en algún momento una denuncia judicial y penal que abra una investigación. La revistas Forbes y Eurobusiness estimaban el capital real superior a 2.000 millones de euros. La casa real no lo ha desmentido.
¿Cómo ha logrado entonces esa fortuna si el presupuesto público que le asigna el Estado no ha llegado nunca a diez millones de euros? La realidad es que a Juan Carlos de Borbón siempre le ha poseído la fiebre del oro y el pecado de la avaricia, y ahora que no es rey, con el tiempo, muchas cosas irán saliendo. La clave hay que buscarla en sus amistades peligrosas, por ejemplo con las dictaduras y las monarquías árabes feudales-teocráticas de los petrodólares (Arabia Saudita, Qatar, etc).
A la muerte del generalísimo, la casa real impuso un impuesto revolucionario por cada barril de petróleo que España compra a los jeques árabes. Muchos saben que Juan Carlos de Borbón se convirtió en uno de los principales comisionistas de España gracias a su trabajo de lobby a favor de la obtención de contratos con los dueños del Golfo Pérsico y para las transnacionales españolas más potentes en América Latina. El éxito del juancarlismo y de la transición ha consistido en lograr, gracias al silencio cómplice de los grandes medios y del bipartidismo neoliberal, que estos escándalos durante décadas no fueran conocidos por el pueblo.
Porque los escándalos económicos no han parado de salpicar a su exmajestad. Ya durante los gobiernos de Felipe González varios casos de corrupción fueron protagonizados por sus testaferros, empresarios y amigos de mayor confianza: Javier de la Rosa, Mario Conde, Prado y Colón de Carvajal, José María Ruiz Mateos pisaron los tribunales y la cárcel. Ruiz Mateos contó cuando Rumasa le fue expropiada que había aportado 1.000 millones de pesetas al monarca en maletines, y es obvio que los banqueros del régimen siempre lo han sostenido con suculentas aportaciones. Entre ellos, Valls Taberner (Banco Popular) administró una ‘suscripción popular’ para aportar liquidez al nuevo rey que en 1976, pobrecito, llegaba sin un duro a la corona, porque Franco le daba dinero ‘con cuentagotas’. El Banco de Santander de Don Emilio Botín padre le fue abriendo una cartera de inversiones y hasta le pagó la boda y como viaje de novios ‘una vuelta al mundo’. No empezaba mal la cosa. Al campechano los regalos le han gustado siempre y los ha pedido a menudo con jeta y sin cortarse, como la ‘colecta’ que solicitó a empresarios mallorquines (2.600 millones de pesetas) para comprarse el yate ‘Fortuna’, apenas usado después y que ahora quiere vender. El corrupto de Jaume Matas (PP), entonces presidente balear, quiso cubrirse con las amistades reales y sumó después 400 millones de pesetas de fondos públicos de los ciudadanos. Ya hacía méritos antes de Urdangarín.
Hay una foto de caza (ese deporte de la oligarquía) en la que los acompañantes del rey están todos procesados o en la cárcel. Uno de ellos es Jaume Matas, ya condenado y con causas pendientes. Gerardo Díaz Ferrán, presidente de los empresarios madrileños, en la cárcel. El otro es su concuñado, Arturo Fernández, vicepresidente aún de la CEOE, con causas judiciales permanentes. Solo queda el señorito sin investigar porque goza de inmunidad jurídica y aforamiento. Juan Carlos, que llegó a rey gracias a Franco y a «robarle» a su padre el reino (incumpliendo la regla básica de la monarquía), es hoy un importante capitalista gracias a su corte de amiguetes millonarios y empresarios corruptos, a los que ha ayudado y le han ayudado a el.
Más amigos y familiares empresarios
A Villar Mir, presidente de OHL, el rey le regaló un marquesado. Borja Prado, presidente de Endesa y los Carvajal Urquijo forman parte de los más íntimos dentro de las empresas del Ibex 35. El rey les ayuda y ellos le ayudan y le colocan parientes y negocios. Fernando Almansa, por ejemplo, exjefe de la casa real, pasó a ser miembro del consejo de administración de Telefónica. ¿Pero y su familia? Se sabe que Urdangarín, más allá del tomate del robo de fondos públicos por el que está siendo juzgado, fue nombrado también consejero de Telefónica Internacional S.A cobrando una pasta. Pero antes fue director de planificación de Octagon Esedos S.L y administrador consejero de Motorpress Ibérica, participando además en Odon Mad S.L, Dentipartnes S.L, Enveitg XXI S.L, o Rormacziones S.L, entre otras.
Como esto da para mucho, las hermanas del exrey, se dedican a las joyas de lujo y a las inversiones inmobiliarias. Pilar de Borbón, duquesa de Badajoz, es administradora de hasta nueve empresas. Por ejemplo, de Labiernag 2000 S.A, sociedad inmobiliaria de capital variable (SICAV), o de San Jacobo S.L., empresa que desde 1967 alquila bienes inmobiliarios por cuenta propia. Pero se lleva la palma el primo hermano de Juan Carlos, Carlos de Borbón Dos Sicilias, auténtica máquina empresarial, consejero y accionista de decenas de empresas de la importancia de Dragados, Inmobiliaria Urbis, CEPSA, Viajes Marsans, además de empresas de Telecomunicaciones y de gestión de autopistas.
Pedirle cuentas al rey
Las preguntas clave siguen siendo las mismas: ¿Cuál es el patrimonio del exrey? ¿Es el que dicen las revistas especializadas en capitalistas? ¿Cuál es su origen, legal o ilegal? ¿Es que hay que aforarle porque gran parte de su patrimonio se obtuvo muy turbiamente? ¿Dónde tienen los borbones las cuentas corrientes, en España como patriotas o en Suiza u otros paraísos fiscales? ¿Tiene patrimonio inmueble o solo ha usado el patrimonio del Estado toda su vida? ¿Alguna vez ha declarado algo a Hacienda? Las preguntas solo están iniciándose porque respecto a la actividad económica del rey existió durante años una cortina de opacidad y un pacto de silencio que ha impedido conocer una información que debería ser pública y que huele muy mal.
Que tenga cuidado Felipe VI, si en vez de heredar un reino descubre que hereda un negocio y un paraíso fiscal, tendrá que enfrentarse antes de lo que el mismo cree, a la justicia y a la República.
Publicado en el Nº 274-275 de la edición impresa de Mundo Obrero julio-agosto 2014 – http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=4086