Recomiendo:
0

Entrevista a Tomás Pellicer, autor de la novela 'Grupo Armado'

«Luchábamos contra una dictadura feroz»

Fuentes: L'informatiu

Se reedita ‘Grupo Armado’, la novela en la que Tomás Pellicer nos traslada a los últimos años de dictadura franquista en los que militó en el grupo armado anti-fascista del FRAP (Frente Revolucionario Anti-Franquista y Patriota).

P: La ficción de Grupo Armado nos traslada a los mediados de los años 70, con la dictadura dando sus últimos coletazos. ¿Cómo se vivía desde un ambiente universitario ese momento histórico de agonía del régimen?

R: Éramos jóvenes, teníamos 19, 20 años, y las perspectivas de visión de futuro resultaban muy distintas, Luchábamos contra una dictadura feroz que imponía un régimen totalitario de falta de libertades, de expresión, de opinión, de asociación… Y la propia rebeldía juvenil nos llevaba a esa lucha, a veces quizás de modo un poco inconsciente, sin objetivos… Era simplemente una lucha contra la dictadura. Hay que tener en cuenta que en aquellos años pertenecer o estar en un grupo no legalizado significaba asociación ilegal, y suponía dos años de prisión. Un delito de propaganda, reunirse, hablar, hacer un panfleto, eran otros dos años. A la mayoría de la gente a la que juzgaba el tribunal de orden público le caían dos, cuatro años de cárcel. Pero si te enterabas de que habían detenido a un compañero, que estaba en los calabozos, había una solidaridad, tú te metías, y era una especie de pelota que se iba haciendo cada vez más grande, y que culminó en el año 72, 73 con una rebelión universitaria. Pero es una rebelión a la que tienen derecho todos los pueblos, la rebelión contra la tiranía, como apunta la declaración de los derechos humanos de la ONU en su tercer considerando.

P: Y en esa época, en la que reunirse, manifestarse o acercarse a la imprenta suponía para muchos arriesgar la libertad, formar parte de una organización de lucha suponía jugarse la vida. Algunos de sus compañeros fueron fusilados por el franquismo.

R: Fue uno de los momentos más terribles de mi vida. Franco estaba moribundo y dictaron un nuevo decreto contra el terrorismo, de manera que cualquier acción armada pasaba a juzgarse en juicio sumarísimo, sin pruebas, resolviendo en 24 horas. Algunos de esos procesos terminaban dictando pena de muerte. Condenaron a muerte a once compañeros míos, nueve hombres y dos mujeres, y al final se ejecutaron tres sentencias. Ese día murieron fusilados tres miembros del FRAP y dos de ETA. Este periodo de tiempo casi borrado de la memoria o contado por Victoria Prego o El País, lo que se ha venido en llamar como la Transición Modélica, dejó muchos temas por resolver, pues mucha gente lo que quería era pactar, tener un local para el partido, unas elecciones. El mito de la Transición, nos habla de la transición española como de un modelo de transición pacifica de la dictadura a la democracia, y no fue así. Hubo masas en la calle, hubo enfrentamientos, hubo represión brutal. Hay constatados más de 200 muertos. Muertos que nada tenían que ver con actos terroristas o condenas. Muertos de gentes que se manifestaban. Gentes que se manifestaban y eran ametrallados.

P: No obstante, su lucha antifascista, coincide también temporalmente con una serie de movimientos y luchas en otras regiones del planeta. ¿Había una tendencia de lucha?

R: Sí, había una serie de movimientos guerrilleros en Centroamérica, Tupamaro, Sendero, las FARC, había pasado mayo del 68, y estaban en activo las guerras de Vietnam y Camboya. Existía un fuerte sentimiento, un movimiento social estudiantil en contra del imperialismo yanqui que representaba el enemigo de los pueblos. Un sentimiento anti capitalista, y eso lleva al FRAP, en el año 75, a pasar a la lucha armada. Nosotros, el FRAP, constituíamos una fracción pro Mao Tse Tung, pro-china dentro del comunismo.

P: La narración de la novela comienza un hecho histórico: el anuncio televisado de la muerte del dictador Franco. ¿Dónde estaba ese 20 de noviembre del 75? ¿Cómo se vivió?

R: Bueno, yo no puedo decir como lo vivió la gente. Yo estaba escondido, estaba en la clandestinidad encerrado en una habitación. Escapé por pelos de la represión del verano del 75, y estuve refugiado en casa de simpatizantes, de amigos, que no conozco y a los que agradezco su ayuda. Y lo mismo sucedió con los fusilamientos de mis compañeros, que viví encerrado, sin pisar la calle durante semanas. Aquí es donde da comienzo la novela, cuando miembros de un grupo armado, intentan pasar la frontera y llegar a Francia para reagruparse. Pero bueno, volviendo a la noticia del fallecimiento, sentí alegría, aunque no me pude tomar el champagne que si se tomó otra gente.

P: Los personajes del libro nos trasladan al otro lado de la frontera, a Francia. ¿Como vivía un militante en un grupo armado esa libertad y estancia en Francia?

R: Era un choque. Acostumbrado a una sociedad oscura, de represión, una sociedad en que no podías hablar, ni expresarte, donde no había prensa; de pronto, al cruzar la frontera y encontrar una sociedad libre, inclinada hacia la izquierda, gente viviendo en comunas, gentes con los pelos largos, vistiendo los vestidos que querían; para nosotros fue como respirar después de haber estado perseguido unos meses. Encontrarte la libertad es indescriptible.

P: El libro también nos lleva a acciones armadas y trepidantes, en la misma Madrid. ¿Tomó parte en estas acciones?

R: Las acciones que se describen en esta parte son reales y vividas, aunque no autobiográficas. Entre otras metas, el principal objetivo de las acciones que narra el libro era una recaudación económica que permitiera mantener infraestructura, locales y subsistir al partido. Se realizaban expropiaciones a bancos, a furgones blindados.

P: Usted estuvo en las prisiones de Alcalá y Segovia, y esto se refleja en la novela de forma tan real como lúcida, incluyendo dos preparaciones de fuga. ¿Qué nos puede comentar al respecto?

R: Carabanchel estaba quemada, destruida, nos afinábamos unos 5.000 presos en una sociedad cerrada sin normas escritas donde hay que buscarse la vida desde el primer momento, y muchos nos organizábamos para escapar.

Librería Primado, La Chatarrería de Sagunto, el Ateneo Libertario de Segorbe son algunos de los lugares donde el libro en formato papel (en formato digital se puede descargar gratuitamente desde www.tpellicer.com) está a la venta y ha sido presentado. La obra supone el reflejo de una época a través de un texto bien hilvanado, y con una narración libre de adoctrinamientos y de lirismos, que Pellicer sólo se permite en tres o cuatro renglones, cuando la acción del texto se sitúa en Córcega.

P: Excepto en el pasaje de Cócerga presenta un texto carente de adornos literarios.

R: Es que Córcega da para mucha inspiración literaria. Pero nosotros no fuimos a la isla a bañarnos, ni a ser hippies. Fuimos a comprar armas.

P: Regresando a la actualidad, gente que fue cercana a usted por militancia ha realizado con los años un largo periplo político, incluso a la derecha. A estos, ¿se les puede considerar traidores?

R: Depende de hacia donde cambien. Pasar del PP al PSOE no supone un gran cambio. Continúan, en lo esencial, en los principios fundamentales del movimiento: Constitución del 78, monarquía, Ley de Partidos, unidad de la patria, defensa del capitalismo como sistema, persecución al anti sistema… Forman parte del pensamiento único PPSOE. Por un ¡quítame allá esas pajas! no nos vamos a molestar. Traidor es quien traspasa una línea de colaboración con el enemigo denunciando al compañero, al camarada.

P: Lo cierto es que muchas personas que en su día lucharon por las libertades se han instalado en la parte más constitucionalista y monárquica de la política de derechas. ¿Ha experimentado usted una evolución similar?

R: La evolución mueve el universo, es un hecho natural. Muchas personas que lucharon contra la dictadura jugándose la vida o cuanto menos su futuro profesional, hoy son profesores funcionarios del estado. Igual que yo. Es pura doctrina maoísta considerar una trayectoria personal de pasado, presente y futuro. Todos evolucionamos constantemente. Yo puedo decir que he pasado del comunismo más ortodoxo al ramalazo libertario. Pero, contestando a tu pregunta: no, yo continúo considerando la constitución del 78 como un fraude a los pueblos del Estado. Una continuidad del régimen franquista. Todo atado y bien atado, como pronosticó con acierto el dictador.

P: ¿Y qué pensamientos le produce el hecho de que algunos militantes del FRAP ahora formen parte activa del Partido Popular? ¿Qué opinión le merece la trayectoria de Rafael Blasco?

R: El FRAP fue un frente amplio. Muchos de sus militantes lucharon por acabar con la dictadura fascista sin una ideología determinada. Eran antifascistas, populares y patriotas. Dónde se encuadraron después de la disolución del FRAP en 1978 es algo que no me interesa. Lo que valoro es la valentía que demostraron para, en unos momentos durísimos, en los años 73, 74 y 75, estar en su sitio, con todo su valor, detención tras detención. Tortura tras tortura, hasta los fusilamientos del 27 de Septiembre. Y Rafael Blasco, como tantos y tantas, allí estuvo, jugándose la vida, mientras otros, que lo critican ahora, estaban de monaguillos en la iglesia católica o en las juventudes falangistas. O pasaron de todo para más tarde, cuando ya no se jugaban nada, apuntarse al carro de la política oportunista para hacer carrera. Esos son los peores. Es obvio que no puedo estar a su favor en este momento, lo cual no es obstáculo para que respete su pasado. Tal como respeto el pasado de Jorge Semprún, por citar alguno de mis iconos.

Fuente: http://www.linformatiu.com/nc/portada/detalle/articulo/tomas-pellicer-luchabamos-contra-una-dictadura-feroz/