Madrid no significa lo mismo que París con respecto a Francia en historia y admiración del resto de la República, ni es el gran Buenos Aires, ni México DF o Montevideo en población con respecto al resto del estado…
No es centro de gestas históricas más allá curiosamente de dos revueltas populares, la del dos de Mayo y la defensa de Madrid en la Guerra Civil donde su pueblo y sus milicias junto a los Guardias de Asalto y Don Vicente Rojo salvaron la capital del Fascismo e inmediatamente un buen Ejercito del Centro, cuajado de manchegos a millares defendió con eficacia la capital hasta 1939.
Pero poco más salvo ser corte y sede de la Corona a partir de los últimos Austrias y engrandecida y reforzada por los borbones. En la época de los primeros Austrias con una España en realidad conjunto de reinos y más confederal que un estado propiamente dicho, la ciudad es ese poblachón manchego en competición con Valladolid o Toledo como mucho. Ya en el siglo XIX la referencia constitucional y liberal es Cádiz, mientras la villa y corte es una suerte de “corte de los milagros”.
Aunque lo que nos interesa es el Madrid actual y el sentido patrimonial de la derecha y borbónico sobre su territorio y a su vez el sentido patrimonial de su oligarquía y la corona sobre el resto de un estado, que le aporta a Madrid gran parte de su riqueza y PIB generado en todo el territorio estatal vía radicación central de las grandes sedes de empresas en la villa, hecho este potenciado por convertirse poco a poco en un paraíso fiscal con total impunidad y el silencio de los gobiernos “de España”.
A esto hemos de añadir que en el estado español hay no una sino varias grandes ciudades, aéreas metropolitanas muy pobladas, con metros, puertos de mar etc etc y no es la Comunidad más poblada a pesar de su gran esfuerzo por vaciar Castilla y León y la Mancha principalmente. Pero si hay algo que define a Madrid contemporáneo es el hecho de ser el laboratorio de las políticas neoliberales y conservadoras. Lo cual no quiere decir que en el resto de España no hayan oligarcas, corruptos, derechistas y privatizadores.
Esperanza Aguirre ya lo confesó, su objetivo era ser faro y guía de las políticas liberales y el Covid-19 está siendo toda una declaración de principios de lo que estas políticas representan para el pueblo trabajador, las clases más humildes, las personas pobres, la clase obrera. Copiado todo a su vez de las políticas de degradación de la sanidad y educación pública que Margaret Tatcher impulsó en Gran Bretaña. Neoliberalismo puro y lucha de clases pura, dura y cruel contra las clases populares sea cual sea su origen y color de piel. No ser ricos es su culpa.
La degradación de los centros de salud y la medicina pública de atención primaria madrileña, es el resultado de una ideología política clasista y reaccionaria y un plan largamente implementado por la burguesía madrileña pero que ha sido imitado o impuesto en el resto de España. Implantar lo privado obliga a destruir y desprestigiar lo público y en cualquier caso dejar lo público para los y las pobres o población precaria, más como caridad que como servicio público y bienestar. Lo mismo ocurre con la enseñanza pública. En todo el reino de España, lo público está siendo destruido.
De la misma manera la burguesía madrileña también chupa del resto del Reino de España por cuestiones no menores como la T4 y otras megaestructuras de transporte, es decir se impide que en el resto de España hayan vuelos internacionales intercontinentales y por narices hay que ir a Madrid o el sistema central y centralizado de vías férreas y sus cambios obligados de tren para ir del sur al norte o de autopistas y autovías. Además de su condición de centro financiero que Aznar impulsó con gran empeño.
La monstruosa administración del estado centralizada que es además un terrible cuello de botella (la pandemia lo ha dejado más claro todavía), que por cierto nadie cuestiona (Hasta para ser juzgado por defender ideas políticas diferentes a los intereses del centro, hay que ir a Madrid, lo cual incrementa su desprestigio). Las quejas ahora por parte de la presidenta de esa comunidad tristemente famosa Señora Ayuso, un personaje ridículo que en Zamora jamás habría llegado a concejal, de que a Madrid va todo el mundo como si eso no respondiera a una política centralista largamente impuesta, resultan insultantes para quienes por razones ajenas a su voluntad dependen de ir a Madrid.
Nada es casualidad en Madrid, tampoco en Barcelona o en Sevilla. Todo responde a las políticas de austeridad que el PP impulsó pero que el PSOE ya inició y el gobierno de coalición no ha liquidado. Además la principal víctima de la austeridad y el neoliberalismo militante es el pueblo de Madrid.
En una Europa en manos mayoritariamente de partidos conservadores y con una débil y colaboracionista oposición de partidos de la tercera vía socioliberal, las políticas de austeridad siguen vigentes y por tanto ojo para que y qué condiciones tendrán sus ayudas y prestamos, no es de esperar que se acabe con la austeridad. Por tanto hemos de reaccionar. Pero también me pregunto, porque no se audita a donde ha ido a parar el dinero aportado por el gobierno español, ante los desastres de la mayor parte de los gobiernos autonómicos y sus mentiras
Los contagios de toda España se multiplican y son fruto de las políticas austericidas. En Andalucía los señoritos de la Junta mienten y ocultan los brotes, tienen a los centros de salud bajo mínimos y privatizan. Por tanto que nadie me malinterprete. En cualquier caso mi más profunda solidaridad y cariño con los habitantes, las mujeres, hombres y niños de los barrios de Madrid, de los municipios de Madrid que son obligados por las circunstancias a coger el metro para ir a servir cañas al centro de Madrid, a desarrollar su esfuerzo laboral en cualquier caso. En el fondo todo es una cuestión de clase, también nuestra respuesta debe ser de clase. El bien común no existe puesto que si no se satisface los intereses de las oligarquías y burguesías no hay forma de conseguirlo o desarrollarlo. No puede haber unidad con quien lucha por qué no se creen más puestos de trabajo en la sanidad pública y la escuela pública o hace de las residencias de mayores un negocio especulativo y les deja morir por no pagar salarios dignos.