Dirá que soy muy mal pensado y que me lo tomo todo a la tremenda. Pero creo que no. El señor Manuel Saco ha publicado en Público con fecha de 24 de abril una columna titulada: «La democracia es como la tortilla». Abre su artículo citando a Platón, Cicerón y Anguita y señalando que los […]
Dirá que soy muy mal pensado y que me lo tomo todo a la tremenda. Pero creo que no.
El señor Manuel Saco ha publicado en Público con fecha de 24 de abril una columna titulada: «La democracia es como la tortilla». Abre su artículo citando a Platón, Cicerón y Anguita y señalando que los dos primeros creían firmemente en la aristocracia y en no dejar al capricho de los ciudadanos incultos la elección de los gobernantes. Ni que decir tiene que la cercanía de Anguita es causa de que, probablemente, el lector asocie sus posiciones con las atribuidas por Saco a Platón y Cicerón.
Prosigue luego apuntando las dificultades para seleccionar a los mejores, recordando que las dictaduras preservan como sabio a generales necios y retorna de nuevo a Anguita para recordar unas declaraciones recientes del ex profesor de Historia. Las siguientes:
Los electores también se equivocan… [el voto de IU] siempre ha sido de élite de movimiento obrero, de intelectuales, de profesionales, de cierta clase media.
Supongamos que las declaraciones de Anguita hayan sido exactamente las citadas. No lo he podido comprobar pero estoy convencido que el contexto de la cita ayudaría a una mejor comprensión de lo que Anguita ha pretendido apuntar.
Sea como sea, he aquí la inferencia que extrae Manuel Saco de lo anterior:
Recogía así [Anguita] la ya conocida teoría del viejo profesor, Enrique Tierno Galván, para quien la democracia perfecta sería aquella en la que los votos de los mejor preparados valieran el doble o el triple que los del pueblo llano.
Supongamos, aunque no admitamos, como gustaba decir a Manuel Sacristán, que esa fuera exactamente, sin ser el caso desde luego, la teoría política de Enrique Tierno Galván (por cierto, ex dirigente del PSP y del PSOE) en torno a la democracia política y no un sarcasmo, una de sus ironías habituales, una prueba de cinismo aplaudido, o una consideración sobre la información política usada por la ciudadanía en sus tomas de decisión electorales. La tesis, tal cual, y como es sabido, es el fundamento supuestamente sólido de la mayoría de las críticas de las extremas derechas fascistas (o incluso neofascistas, pero menos) contra las democracias partidistas electorales.
La cuestión es: ¿de dónde se infiere que la consideración de Anguita en torno a la composición sociológica del voto de IU o incluso su consideración sobre los posibles errores en la toma de decisiones colectivas abone que él apoye una teoría política contra la democracia como la que Saco atribuye a Tierno Galván? ¿Dónde habla Anguita que algunos votos deben valer más que otros? ¿Dónde se refiere Anguita a los «más preparados»? ¿Los líderes del movimiento obrero, que Anguita cita en su análisis, no son acaso parte sustantiva del «pueblo llano»? ¿Qué marco de referencia tiene Saco en su cabeza que le mueve a extraer esa inferencia, a todas luces incorrecta si no se añaden 5.000 supuestos complementarios?
Es obvio que nada de lo supuestamente dicho por Anguita apunta en la dirección supuestamente indicada por Tierno Galván. Saco puede equivocarse, puede colegir mal en una ocasión, pero es difícil que razone tal mal. Entonces… Otras explicaciones acaso puedan arrojar algo de luz.
Para rematar la faena, el señor Saco cita a continuación a Cañizares y su afirmación de que la democracia sin principios se convierte con facilidad en totalitarismo, visible u oculto. Luego, como conclusión final, señala que todos -es decir, Platón, Cicerón, Anguita, Tierno Galván y el señor Cañizares- coinciden en que la calidad de la democracia depende de la calidad de los huevos usados para la tortilla. Innecesario es señalar de que de los nombres citados, sólo dos viven y juegan su papel político, Cañizares y Anguita. Es decir, nuevamente, los extremos se tocan y tan idiota, bruto y antidemocrático es el señor cavernícola de la Conferencia Episcopal que el sector «inamovible de IU» anclado en supuestos y trasnochados principios, y en ciénagas estalinistas. Tan viejo y falso como mil veces oído y leído.
Creo, si no ando errado, que es la segunda vez que Manuel Saco argumenta falazmente contra Julio Anguita. Es muy probable que ex Coordinador de Izquierda Unida no sea santo de su devoción. Sea así, que Saco rece, si así lo estima, a quien mejor le parezca. Pero, ¿es necesario usar la maledicencia en nuestras críticas para arremeter contra los adversarios políticos? ¿Sería tan amable el señor Saco de construir, algún día, en algún momento, en algún instante de inspiración, un argumento crítico correctamente construido donde explicite sus críticas contra las posiciones de Anguita o contra las posiciones públicas de quien la parezca oportuno? ¿Es mucho pedir? ¿No es el ABC de una razón pública cuidada e informada?