Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano. *** -Estamos en un apartado breve pero muy sustantivo: «Marx y la ciencia». Que el apartado sea breve, ¿implica que ya está […]
Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano.
***
-Estamos en un apartado breve pero muy sustantivo: «Marx y la ciencia». Que el apartado sea breve, ¿implica que ya está mucho dicho o que el asunto no tiene importancia?
-El asunto es de fuste intelectual. Así lo creo, como se puede concluir de lo que ya llevamos tratado al respecto. Precisamente por su importancia, merece la pena volver sobre ello.
-Sé que Marx no fue un científico al uso (por decirlo rápido y mal). Pero, en tu opinión, ¿fue un científico también? ¿En qué sentido si lo fuera?
-Marx fue un filósofo que hizo ciencia. Marx es un filósofo hegeliano, aristotélico hegeliano, para decirlo con más precisión. Un miembro de la tradición filosófica de la praxeología, de la filosofía de la práctica, que tiene en estos dos autores -también en Vico, si se quiere, autor que tuvo peso en Marx-, junto con el propio Marx, la praxeología italiana marxista, Labriola, Gramsci, y algunos otros de tradición hegeliana, los máximos exponentes y creadores intelectuales. Dentro de esta filosofía praxeológica, Marx estudia ciencia, y no sólo lo que nosotros denominamos ciencias sociales, también lee a Darwin, etc; e investiga y elabora ciencia, ciencia social. Y se debe elucidar cuál es el papel que él le confiere a la ciencia dentro de su concepción praxeológica.
-¿Qué tipo de ciencia o investigación científica practicó Marx si fue el caso? Sacristán, como recuerdas, en conferencia y artículo célebre, habló de tres nociones de ciencia en el trabajo científico-filosófico de Marx.
-Ese texto de Sacristán -podemos encontrarlo publicado- junto con el texto en el que Sacristán estudia a Marx como sociólogo de la ciencia, es memorable, dentro de una obra filosófica como la de Sacristán, toda ella de gran calidad y rigor. Allí…
-Perdona, te interrumpo un momento. El primer artículo que hemos citado está publicado en el primer volumen de «Panfletos y materiales», Sobre Marx y marxismo, y el segundo en Lecturas de filosofía moderna y contemporánea, el libro que editó Albert Domingo en 2007. Prosigue, por favor. Discúlpame.
-Allí, decía, Sacristán se ciñe al estudio sobre el trabajo científico de Marx y escribe que Marx es un científico consciente de su propia metafísica. Fulgurante. Por entero de acuerdo. Marx, en tanto que científico, es un científico que construye conscientemente su concepción del ser humano, establece conscientemente cuál es su interpretación sintética o su concepción sobre el ser humano, tiene una cosmovisión consciente sobre el ser humano, a partir de la cual, elabora ciencia. Los postulados, las hipótesis, la heurística del trabajo científico de Marx son conscientes, han sido reflexionados, no se le «cuelan». Además, como es lógico, sabe ver en la ciencia de los rivales que ésta tiene también una fundamentación metafísica, y que su metafísica es el individualismo antropológico, la concepción del ser humano como un ser cuya forma de actuar está establecida de forma innata, y se basa en el egoísmo individualista competitivo, la «robinsonada», como Marx dice.
-¿Dónde habla Marx de la robinsonada? No recuerdo ahora.
-La referencia está en lugar muy señalado. En el inicio del cuaderno en el que Marx comienza la redacción de lo que Dussel nos explica que es la primera redacción de El Capital -que está incluida en el conjunto de 16 tomos dobles que forma la edición actual en alemán denominada El Capital.
-¡16 tomos! ¡Y dobles! ¡Válgame Dios! Para ganar lectores seguramente…
-Con ese cuaderno, fechado a fines de agosto de 1857, se abre esa redacción que nosotros solemos denominar Grundrisse,o Líneas fundamentales de la crítica de la economía política, escrito entre 1857 y 1858. Es un texto fascinante, repleto de referencias ontoantropológicas. Ahí, en esos cuadernos, es donde Marx elabora por primera vez la noción de plusvalor, ahí va surgiendo. La noción de robinsonada la crea Marx para referirse a la ontología antropológica que fundamenta las obras de los economistas que Marx estudia y que cita ahí mismo: Smith y Ricardo. Y es la palabra que se le ocurre a Marx, dado que no existía nombre para ese tipo de concepción que era puro «sentido común» de la época, al menos entre los estudiosos de la economía del XVlll, y que nosotros denominamos «individualismo antropológico».
-Sería, pues, nuestro equivalente conceptual.
-La palabra se encuentra solo comenzar el libro, ya en la cuarta o quinta línea del texto. Robinson, como sabemos, es un personaje de novela que vive solo, al margen de toda comunidad, y eso es lo que inspira a Marx para crear esta noción crítica, peyorativa, contraria a esta interpretación, según la cual el ser humano posee una naturaleza innata que le dota de una forma de ser, de vivir, individualista, que preexiste a la comunidad. «El pescador, y cazador individual aislado, con el que comienzan Smith y Ricardo, pertenece a las imaginaciones carentes de fantasía de las Robinsonadas del siglo XVlll…». Marx repite la expresión varias veces. Poco después, declara cuál es la concepción alternativa, la suya. «El ser humano es, en el sentido más literal del término, un ζῶον πολιτικόν [zoon politikón], animal político, no solo un animal social, sino un animal que solo puede aislarse en sociedad. La producción del individuo aislado al margen de la sociedad (.) es algo tan absurdo como el desarrollo del lenguaje sin individuos que vivan juntos y hablen entre sí…». Sabemos que Marx está citando en griego a Aristóteles, todo un homenaje, uno de los muchos rendidos homenajes que Marx le hace en su obra. También en el primer libro de El Capital; por ejemplo, en el capítulo primero sobre el dinero, o en el inicio del capítulo V, etc. En el texto que he citado, está clara cuál es la opción filosófica de Marx, la comunitaria, praxeológica, republicana -polis es res publica- de Aristóteles. Que el ser humano «solo puede aislarse en sociedad» significa que la individualidad humana, su singularidad, es consecuencia de la socialidad humana. La génesis de la subjetividad y de la autoconsciencia, es consecuencia de la interacción en comunidad, es resultado de la propia comunidad social y de su organización. La individualidad humana la consciencia y la autoconsciencia de la individualidad singularizada solo se puede dar como resultado de la comunidad social humana.
-Hegel tampoco debe andar lejos.
-Esto es ya Hegel. La comprensión de la historicidad de la subjetividad humana y de que ella es resultado de la comunidad y de cada comunidad distinta, y por ellos las antropologías y las individualidades cambian según los ethos, eso es Hegel. Este grupo de cuadernos con los que Marx inicia el trabajo de elaboración de su obra más célebre sí había sido publicado, y por eso lo conocemos por un determinado título que no le puso Marx. No han sido publicados, sin embargo, los cuadernos de la segunda redacción de 1861 a 1863; ni los de la redacción de 1863 a 1865, o la de 1866 a 1867, con los que Marx inicia la cuarta redacción, que se prolonga hasta casi su muerte, pues sabemos de notas nuevas pensadas para una posible tercera edición del libro primero, el que él publicó hasta 1882 (murió en 1883). Como sabemos, Marx, en 1867, publica el primer libro de El Capital. Repito que es la única parte de la obra editada por Marx, y que sufre importantes correcciones, de su propia mano, en la segunda edición, de 1873.En los Grundrisse está también el célebre, importantísimo capítulo sobre las formas que preceden a la producción capitalista, o formaciones sociales anteriores al capitalismo. Me he permitido extenderme porque este libro, lo que llamamos Grundrisse, es otro texto fascinante, otro texto fulgurante de Marx. Una última apostilla si me permites.
-Adelante con ella.
-Si en mi libro, o en este entrevista misma, soy crítico, severo, con ese grupo de pensadores que se denominan marxistas analíticos, aquí podemos ver la justificación. ¿Cómo pueden ignorar, estos intelectuales adscritos al individualismo metodológico-antropológico, que en textos tan señeros como éste, Marx descalifica ese tipo de ontología antropológica? Son, a sabiendas, elaboradores de una teoría, que si se presenta como marxismo, es una superchería. Son pensadores analíticos y no lo discuto, Pero no son pensadores marxistas.
Marx es antes que nada un filósofo praxeólogo, que recurre a los saberes positivos de su época y los desarrolla creativamente, mediante investigación científica rigurosa y paciente, para fundamentar críticamente su filosofar, y para criticar el saber enemigo. Tanto el pensamiento teórico del enemigo intelectual de clase mismo como las consecuencias de la actividad fruto del hacer, de la razón práctica, del enemigo. Por ello, podemos ensanchar el sentido de la frase y señalar que, a la par, Marx es un filósofo, un metafísico u ontólogo, consciente de su metafísica, que ha repensado su metafísica, la de la praxeología, creada por Aristóteles y desarrollada, o «refundada» creativamente por Hegel quien, a su vez, la ha repensado a la luz de la experiencia histórica de la Revolución Francesa. Marx plausibiliza y defiende su modelo metafísico, frente a otros, mediante el recurso a la ciencia, en cuya elaboración usa también, como heurística, como metateoría, la onto-antropología de su filosofar. Y elabora investigación científica para combatir el pensamiento teórico de quienes afirman que el mundo del capital es connatural al ser humano, y el más perfecto.
-Perdona un momento, otro inciso. ¿Y qué es eso de la onto-antropología?
-Es la reflexión filosófica mediante la que elaboramos y explicitamos conscientemente cuál es el conjunto de características que le atribuimos al ser humano. Onton es ser. Durante un largo periodo de tiempo en el que dominó el positivismo y el neopositivismo, estas filosofías rechazaban una tal reflexión. Declaraban que ese tipo de pensamiento era apriorístico, y que ellas no partían de elaboraciones apriorísticas, que se basaban en la ciencia, para definir lo que era el ser humano, y que eso de la ontología era cosa «escolástica». Como hemos aclarado, Marx mismo tuvo consciencia clara de que ese no es el orden intelectual.
-¿Y cuál es, desde tu punto de vista, el orden intelectual adecuado?
-Que las propias ciencias, en sus investigaciones y elaboraciones trabajan sosteniendo como heurística, inspirando sus búsquedas y construyendo los problemas a investigar, etc., en modelos ontológicos, o sea, a partir de concepciones sobre el ser humano, que son previas y forman parte de una metafísica; que lo importante es tenerlo claro para poder revisarla si se considera oportuno. En los años ochenta, setenta, era tan fuerte la presión del neopositivismo cientifista que quienes no lo compartían, aceptaban usar el término «antropología filosófica», para «atemperar». Entonces era muy divertido: «¡Ontología!, ¡no, qué va!… antropología filosófica… eso, sí». Yo creo que las palabras son para entenderse, y el término «ontología», creado en el siglo XVll, es válido.
-Prosigue con lo que estabas comentando, te he interrumpido varias veces.
-Sacristán nos habla de tres usos de la noción de ciencia por parte de Marx, ciencia como crítica, ciencia como saber positivo, o «science», que es lo que nosotros denominamos corrientemente ciencia, y ciencia como saber -wissenschaft-, como filosofía. Como filosofía hegelian, eso de la wissenschaft, que es esa elaboración intelectual que es un «ex post», un saber que se fundamenta en la experiencia que la gente posee de su hacer y de su vivir; una experiencia que la autoconsciencia de cada individuo posee sobre su vida. Este saber de la autoconsciencia es, ya de por sí, un saber segundo, un saber de retorno o saber experiencial, que surge como reflexión sobre los resultados del propio hacer medidos desde las expectativas culturales históricas, que todo el mundo posee. Saber segundo es filosofía; por ello, «todo hombre es filósofo».
-Muy aristotélico-gramsciano te veo.
-A partir del mismo, Hegel elabora su filosofía, su «wissenschaft», y surge ese «saber tercero»; saber como reflexión sobre la experiencia generada por la praxis de la consciencia práctica, saber de la experiencia de la consciencia, tal como reza el subtítulo de la Fenomenología. La «filosofía especulativa» de Hegel, donde «especulativo» dice eso, que una vez el ser humano tiene una figura histórica dada, como resultado de una praxis productiva, y del saber hacer que también ha creado; una vez ha generado una experiencia de vida dada, como consecuencia de su vivir, entonces, se mira al espejo, al especulum, para autosaberse. Y lo hace con posterioridad a la figura que se ha dado el ser humano. Es por ello, un saber que no pronostica ni prescribe comportamientos futuros, un saber que no orienta vanguardistamente la acción: «el búho de Minerva solo levanta el vuelo….» Un saber o filosofar que está en la estela de la tradición de la frónesis aristotélica, de la prudentia, esto es de la reflexión en concreto sobre la singularidad de la situación vivida en cada momento, aferrada por la experiencia, y meditada a la luz de las experiencias anteriormente vividas, y que trata o tiene como fin entender el momento singular, lo concreto. Y trata de entenderlo -dejemos por ahora las diferencias que puede haber entre Hegel y Marx, o entre Hegel y Aristóteles-, para mejorar la capacidad de acción, hacerla más eficaz con forme a los fines propuestos, la filosofía no discute. Una modificación de la acción que tiene como finalidad aumentar la fuerza, el número, la potencia del propio sujeto social activo, crear más «causa eficiente» (historicidad humana) para cambiar la realidad; y no solo, como en la ingeniería basada en la física, aumentar la eficiencia de la capacidad eficiente disponible. Un filosofar que integra subsidiariamente el conocimiento sobre la realidad aportado por las ciencias pero que no parte de las ciencias.
-¿Por qué?
-Porque las ciencias, por un lado, trocean la realidad social. No presentan una concepción de conjunto de la misma, no elaboran fines totalizadores, ni juicios de síntesis. Y por otro lado, tienen como objetivo explicar la realidad, lo que hay. Y en consecuencia no pueden enunciar futuro, ni prescribir lo que no hay, tarea que ningún científico consciente de su disciplina pretende hacer en tanto científico. Las ciencias, además, generalizan sobre lo existente, en el sentido de que, como es lógico, estudian fundamentalmente los elementos sociales, los trazos mayoritarios de la realidad, que son los que explican la dinámica existente. Mientras que al praxeólogo le puede interesar en primer lugar, lo minoritario, los sectores minoritarios que, en este momento, apuntan a sublevarse contra la realidad. Pero todo esto que resumo burdamente, sobre la ciencia, un filósofo analítico -y destacadamente, Manuel Sacristán, un filósofo analítico y a la vez una praxeólogo- lo sabe expresar mucho mejor.
-Yo no creo que tú lo hayas hecho mal. Todo lo contrario. No es cortesía tan sólo. Por lo demás está muy bien eso que haces de presentar a Sacristán como praxeólogo y como filósofo analítico a la vez y sin contradicción.
-Por cierto, y ya que hemos tratado de la wissenschaft de Hegel…
-Espero un momento, te interrumpo aquí. Seguimos ahora mismo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.