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Palabras de presentación del libro Planificando desde abajo en la Casa Memorial Salvador Allende, en La Habana

Más que para leer

Fuentes: Rebelión

Lo que no debo de dejar de decir antes de empezar: Buenas tardes. Gracias a todos por estar aquí. Vengo a hablarles de temas relacionados con este último libro de Marta Harnecker y José Bartolomé, pero tengo que violar un poco las reglas y decir cosas sobre mí. Así que agradezco también a aquellos amigos […]

Lo que no debo de dejar de decir antes de empezar:

Buenas tardes. Gracias a todos por estar aquí. Vengo a hablarles de temas relacionados con este último libro de Marta Harnecker y José Bartolomé, pero tengo que violar un poco las reglas y decir cosas sobre mí.

Así que agradezco también a aquellos amigos (los de siempre) que están aquí dándome su apoyo. Este libro significa mucho para mí y es un honor presentarlo.

También, ¡cómo faltar el agradecimiento a esa mujer! Aunque nunca se lo he dicho, con toda la honestidad, Marta, es de esas personas en las que uno se mira y siente que hay mucho por hacer en este mundo, que no todo está perdido, que hay que seguir luchando por esa sociedad más humanista. Por lo que Marta, gracias (tenía que decirle esto en público).

Cuando se me comentó de presentar el libro, sentí miedo. Sentí miedo de esto, de pararme frente a un auditorio, de personalidades, académicos. Sentí por primera vez, que iba a hacer algo diferente, no por hablar en público, sino por el tema a abordar: la práctica revolucionaria. Pero una vez más fue Marta, pensé en ella, en qué significa este libro para ella y qué puede significar para muchos. Y es esa inspiración en la vocación humanista de Marta, la que hoy me hace estar aquí.

Así que ya comienzo a hablar del libro.

El libro

Hay cosas básicas que creo que deben decirse sobre Planificando desde abajo y sobre ellas trataré.

Debo empezar preguntando: ¿por qué es necesario un libro así? Estoy seguro de que es un intento muy valiente, en primer lugar usar el término planificación. Esta palabra, por desgracia, se ha venido convirtiendo en una palabra con significado ideológico más que económico, y peor aún, casi en peyorativa.

Habría que recordar un poco la historia del uso de la planificación para comprender el valor de este texto de Marta. La planificación, entendida como conjunto de herramientas, comenzó a aplicarse en la URSS en el período de entreguerras. Para ese entonces el milagro sorprendía al mundo. Un país electrificado, sin analfabetos ni desempleo, mientras el capitalismo se sumía en una crisis gigantesca.

No ha sido un secreto el viaje realizado por el «gran» Keynes en la década del 20 a la URSS, y no es casual que poco después sacara a la luz su famosa »Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero». En esto, buena parte de la propuesta keynesiana se sacaba de aquel modelo socialista.

Pero la ciencia burguesa fue mucho más comprensiva que la socialista y la ciencia burguesa triunfó. El socialismo de calco y copia fue perdiendo efectividad en sus métodos y poco a poco se fue permeando -sin saberlo- por la ciencia burguesa. Así la lógica de esta hizo que en algún momento, todavía vigente, se entendiera el mercado y la planificación más a lo Samuelson que a lo Lenin.

Es por eso que Marta -aunque no lo diga- siento que se propone salvar el concepto de planificación y alejarlo de la significación que el capitalismo le ha dado. Ella retoma una vieja causa de la izquierda: construir un concepto de planificación desde la izquierda.

Por eso abandona todos los manualismos soviéticos, que trastocan el estructuralismo con la dialéctica, el marxismo con el positivismo, para comenzar un nuevo camino donde mercado y planificación no sean antagónicos, sino que tal y como plantea Lenin, planificar sea usar conscientemente las fuerzas del mercado para el proyecto de sociedad deseado. Marta vuelva a una planificación entendida como la negación dialéctica del mercado.

Este libro es la expresión de la necesidad de la izquierda, de las fuerzas progresistas, de obtener nuevas formas de hacer y pensar el socialismo, porque evidentemente el modelo soviético y el neoliberal no son una opción.

Admiro esta una nueva forma de entender la planificación. Y eso es algo, que costará mucho para aprehender conciencia social, pero es necesario este proceso de crear una nueva cultura de la planificación.

Planificando desde abajo creo que viene encaminado en la búsqueda de todas esas promesas no cumplidas por el socialismo pasado y que todavía la izquierda en el poder intenta implementar, que es el empoderamiento ciudadano. Lograr un verdadero protagonismo de las personas en la construcción social.

Y es justo esta una de las preguntas que toman sus autores como punto de partida para este libro: ¿Cómo lograr una participación y protagonismo? La meta es lograr y cito: «…una sociedad donde no sea una elite la que determine la manera en que se quiere vivir y además se apropie de la riqueza social producida».

Esto nos conduce a elementos teóricos que se abordan, que sin contar el libro, debo mencionar. Marta y Bartoloméé proponen una sociedad donde se discuta, opine, debate y se decida entre todos.

Esto, según los autores, es asumiendo la planificación -no como administración- sino una reflexión antes de actuar en comunidad. Es un concepto que no se limita a esas clásicas tareas de saneamiento e infraestructura, sino que se plantea eliminar inequidades, crear puestos de trabajo, aprovechar los recursos y plantearse metas de desarrollo.

Esto debe quedar bien claro, porque la planificación participativa descentralizada, no es un método de mera consulta, sino de una verdadera gestión de la comunidad de sus necesidades.

Es algo diferente del presupuesto participativo. Se plantea un enfoque totalizador. Es un regreso a una visión no sesgada desde estas divisiones que tanto se hacen hoy de sociedad economía y política, sino la sociedad en todo su conjunto, algo que es muy admirable en los contextos positivistas actuales.

Muchos quizás se pregunten si no sería un desorden esta propuesta de Marta. Es válida esa inquietud y más aún, con toda la satanización que vivió el modelo de autogestión de los yugosvalos y que todavía se ve de esa forma en la academia. Sin embargo la propuesta de Marta, no es un caos ni va dirigida directamente a las empresas, sino que va a todas las dimensiones en que el hombre produce su realidad y plantea la inserción dentro de un plan nacional articulado de cada una de esas unidades que se planifican participativamente. Eso fue, lo que a mi juicio representó el gran error yugoslavo y que sin dudas, en la propuesta que presento lo supera.

No puedo evitar aludir a lo teóricamente novedoso. Se retoma esa famosa tercera tesis sobre Feuerbach de que «…los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado.» Vuelve a idea del hombre hacedor de su realidad y de sí mismo. Esto entra en contacto con la teoría del doble producto que desarrolla su compañero Michael Lebowitz. A propósito de eso, también hay mucha cientificidad del aprovechamiento óptimo de la información y el espacio, que me recuerda a «La Contradicción de los dirigentes y los dirigidos» del propio Michael y «La producción del espacio» de Henri Lefebvre. Sean estos fuentes o no de Planificando desde abajo, es evidente como el pensamiento marxista (desde el clásico hasta el más contemporáneo) está presente en esta obra.

También resulta muy novedoso (y ya lo había mencionado al inicio) la idea de la articulación de los planes nacionales desde los territorios. Desde el caso yugoslavo, como tendencia se ha olvidado la territorialidad para ser absorbidos por la macroeconomía y los grandes proyectos nacionales.

Otro elemento que se inserta es el principio de la subsidiaridad, que resuelve esos dilemas de en qué manos dejar el presupuesto.

Como todo libro revolucionario, no deja de tener un gran valor para la práctica política. Así destaca cómo se llega (con esta lógica de la planificación) a un sistema de transparencia, que evita esa corrupción con la que a veces no se sabe lidiar.

La apuesta es por la inclusión social, donde cada ciudadano aporta su posición e intereses a la hora de tomar decisiones. No se trata de formar consejos comunales con tan solo los partidarios del gobierno, sino que esto no es un elemento a tener en cuenta, ya que todos, como miembros de la comunidad, participen.

No se aboga por una estatización de la economía al más puro estilo del socialismo real, sino que da espacio para formar cooperativas y pequeñas empresas familiares que apoyen la vida comunitaria.

Y para los amantes de la democracia, es una práctica que permite decir a los gobernantes, creando una conexión estrecha entre la base y los dirigentes.

Por último, todo esto que se desarrolla en el libro, es por supuesto, otro ejemplo de esa práctica que es la educación popular. Sale una vez más; el hombre que se va educando a sí mismo.

¿Qué aporta a la cuba de hoy? No creo que sea casual que la presentación de este libro se haga aquí en Cuba. Hay algo más que lazos sentimentales y de solidaridad que unen a la autora con nuestro país. Este libro tiene evidentemente un mensaje para nosotros los cubanos.

Somos la nación con más historia en los caminos de un proyecto social socialista en la región. Como este es un libro para construir el socialismo, por lo que -el casi silogismo que uso-, me permite decir que siento que es un libro para Cuba, especialmente para Cuba.

Tiene mucho que aportarnos. Tenemos la misión histórica de guiar la construcción socialista, y hay una respuesta a la práctica sovietizada del socialismo. Habría que preguntarnos cuánto tenemos aún de ese modelo soviético en nuestra economía para medir lo útil que nos será en este proceso de actualización del modelo cubano, y que sin dudas nos podría acompañar en un momento donde se está hablando de descentralización del presupuesto del estado y de dotar de facultades a los gobiernos territoriales. Cuba puede convertirse en un pilar de la planificación participativa descentralizada.

Para concluir me gustaría aclarar que este no es un libro hecho para el debate de intelectuales, para leerlo y sentarnos a discutir tal o tal cual idea. Quien haga eso no creo que haya entendido el mensaje, o para ser exacto: no lo leyó completo. La lectura a la que incito no acaba si no se escucha lo que está diciendo a gritos. Este libro es una invitación a la práctica revolucionaria, al ejercicio transformador de comenzar a construir una sociedad participativa. Solo así tendrá sentido leerlo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.