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Japón

Maternidad, un derecho no una obligación, según activistas

Fuentes: IPS

Durante años, la japonesa Kanako Nashimura trató de quedar embarazada. A instancias de su esposo y otros familiares se sometió a varios tratamientos de fertilidad, pero ninguno funcionó porque tenía obstruida una de las trompas de Falopio. Nashimura, ahora de 55 años, está divorciada y vive sola. «El tratamiento fue duro físicamente, pero la agonía […]


Durante años, la japonesa Kanako Nashimura trató de quedar embarazada. A instancias de su esposo y otros familiares se sometió a varios tratamientos de fertilidad, pero ninguno funcionó porque tenía obstruida una de las trompas de Falopio. Nashimura, ahora de 55 años, está divorciada y vive sola.

«El tratamiento fue duro físicamente, pero la agonía psíquica tras años de sufrir una decepción tras otras cada vez que los médicos me decían que no estaba embarazada fue mucho peor», relató. «Mi tristeza se alivió en cierta forma al darme cuenta de que las japonesas sufren una gran presión social de ser madres. No debería ser así», añadió.

El envejecimiento de la población preocupa a los políticos japoneses y las discusiones sobre esterilidad se vuelven cada vez más acotadas y versan sobre tratamientos para ayudar a las mujeres a quedar embarazadas. Otros asuntos como la voluntad de la mujer de tener un hijo y su disposición a asumir tal responsabilidad se dejan de lado.

«Nuestro movimiento, que se concentró en la infertilidad desde el punto de vista de la necesidad de tratamiento, pero también como un derecho de las mujeres, se debilitó en los últimos años», señaló Satoko Nagaoki, de la organización Friends of Finrrage, una red de mujeres. «Estamos en contra de la campaña que apunta a aumentar la natalidad desde una perspectiva médica y nacional», añadió Nagaoki, profesora de la Universidad de Keio.

Los miembros de Finrrage disminuyeron de 1.000, cuando se creó la red en 1991, a los 200 que hay en la actualidad. El promedio de hijos por mujer es de 1,2 por ciento en Japón. En 2009, sólo 13 por ciento de los 127 millones de habitantes tenían menos de 14 años, comparado con 22,7 por ciento de personas mayores de 65 años.

En ese contexto, las mujeres soportan una gran presión de tener hijos y de someterse a tratamiento de fertilidad. El Ministerio de Salud y Bienestar incluso comenzó a subsidiar tratamientos de fecundación in-vitro en 2005. El programa atrajo 17.000 mujeres el primer año y en 2009, la cantidad se disparó a 90.000.

La falta de apoyo a la píldora anticonceptiva en este país revela que para las autoridades la mujer es una «máquina de hacer bebes» y no una persona que puede tener desea otras cosas en vez de ser madre y que tiene derecho a decidir de forma informada si quiere tener hijos, o no, se según defensores de los derechos reproductivos.

La píldora anticonceptiva, que suele considerarse como una expresión del avance feminista, llegó a Japón en 1999, décadas después que otros países. Se consigue en clínicas ginecológicas y son caras.

Una mujer puede gastar unos 1.000 dólares al año, además de los análisis que debe realizarse para que le den recetas. Además, el seguro de salud no cubre su uso. Tres por ciento de las mujeres entre 16 y 49 años usan ese método anticonceptivo en Japón, muy por debajo del 43 por ciento en Francia.

El condón es el anticonceptivo más utilizado en Japón, lo que no hace más que reforzar viejos patrones de género, según lo cuales las mujeres dependen del hombre en materia de planificación familiar.

La cobertura periodística que recibió el caso de la legisladora Seiko Noda refuerza la idea de que las mujeres son más felices cuando tienen hijos.

Noda, quien se dedica a la política desde los 26 años, anunció hace poco que finalmente logró concebir a los 49, gracias a los avances tecnológicos. Recurrió a óvulos donados por unas 20 mujeres de Estados Unidos.

Hace unos años, Noda escribió un libro sobre sus fallidos intentos de quedar embarazada con su pareja de entonces tras someterse a varios tratamientos médicos. «Es un misterio» estar embarazada, declaró hace poco. «El universo está aquí» en el útero, añadió la legisladora, quien ahora tiene una nueva pareja.

Noda nunca se casó en protesta por la ley que estipula que un matrimonio debe elegir un apellido común, ya sea el de él y de ella.

El hecho de que empezara a buscar un hijo a los 40 también concentró la atención sobre las mujeres que se dedican a su carrera y postergan el matrimonio y un posible embarazo.

Nagaoki lamentó que la historia de Noda haya fomentado al idea de vincular a la esterilidad con la necesidad de tratamiento médico y no dejara de lado la cuestión de los derechos reproductivos.

Cada vez habrá más demanda de tratamientos de fertilidad, según Kunio Kitamura, director de la Clínica de Planificación Familiar. Pero remarcó la importancia de mejorar la educación en materia de reproducción y sensibilizar sobre los derechos de las mujeres en la materia.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=96770