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El régimen franquista es legal para la ley española

Memoria histórica o «Spain is diferent»

Fuentes: Rebelión

Durante el Memorial de Caen, en 2004, junto a las playas de Normandía y durante la ceremonia que conmemoraba el 60º aniversario del desembarco aliado, la canciller alemana decía: «Los muertos aliados de Normandía, son también nuestros muertos». En Alemania o Francia nunca ha existido una «ley de la memoria histórica». No hizo falta; en […]


Durante el Memorial de Caen, en 2004, junto a las playas de Normandía y durante la ceremonia que conmemoraba el 60º aniversario del desembarco aliado, la canciller alemana decía: «Los muertos aliados de Normandía, son también nuestros muertos».

En Alemania o Francia nunca ha existido una «ley de la memoria histórica». No hizo falta; en 1944 el gobierno provisional de la Francia Libre, declaró ilegal al régimen colaboracionista de Vichy, haciéndolo Alemania en 1947.

En 2008, el régimen franquista no ha sido ilegalizado en España.

Esa es la gran verdad sobre la que los medios de comunicación al servicio y bajo el control de los dos grandes bloques políticos (PSOE y PP) tratan concienzudamente de no prestar atención, atendiendo más a temas de segundo orden que suelen levantar polvaredas inocuas, como el los símbolos franquistas o tal o cual pequeña noticia o curiosidad «histórica» sobre esta o aquella fosa común, para distraer al personal y hacerle creer que la Ley de la Memoria Histórica (LMH) es la ventanilla única, en donde el gobierno atiende solícito todas las reclamaciones de las asociaciones memorialistas y de víctimas del franquismo y otros colectivos de afectados.

Sin tener en vigor ninguna LMH, el 19-06-2001, el gobierno germano comenzó a hacer efectivo el pago de indemnizaciones a trabajadores extranjeros esclavos del nazismo. Hace un año, fueron los ferrocarriles holandeses (FST) los que pidieron perdón por su colaboración en la deportación a los campos de exterminio nazis. Antes lo había sido la Justicia alemana, por los juicios inicuos contra opositores al régimen de Hitler. Hace unos años, la fiscalía de Milán ordenó la extradición de Erich Priebke, responsable del fusilamiento masivo de italianos en las fosas Ardeantinas, en Roma; otro tanto hizo el de Burdeos con otro chacal pro-Pètain, Maurice Papon, o la fiscalía de Marsella, con Klaus Barbie, conocido por «el carnicero de Lyon», todos éllos condenados a perpetuidad por crímenes contra la Humanidad, que no prescriben nunca. La universidad alemana realizó en 1996 un solemne acto de contrición por la persecución aplicada al magisterio alemán y creó la cátedra «Sophie Sholl» en homenaje a la estudiante ejecutada por oponerse al régimen en 1943. Tiempo atrás, el 16 de marzo de 1995, el Ministro de Justicia alemán Schmidt-Jorzig anunció que hubo 5.570 procesos contra personas por propaganda ilegal nazi, siendo uno de estos inculpados, Gerhard Lauck, condenado a cinco años de prisión por apología del nazismo y propaganda ilegal.

Vemos así como naciones de nuestros entorno occidental, sin tener necesidad de ninguna ley, han venido poniendo en ejecución en diferentes momentos de su historia desde el final del nazifascismo los tres principios indeclinables que contempla la legislación de la ONU en materia de los crímenes contra la humanidad (o de «lesa humanidad» como contempla el código penal español en su famoso artículo 607-bis): VERDAD (investigación de los crímenes), JUSTICIA (condena de los culpables o la autoinculpación de responsabilidades tal como han hecho los FST holandeses) y REPARACION (pago de indominaciones por parte de los gobiernos francés y alemán a deportados, incluidos los españoles).

La miserable Ley de la MH o LEY DE «PUNTO FINAL» E IMPUNIDAD aprobada por el PSOE, IU y sus aliados, no remite a nada que tenga que ver ni de lejos con estos ejemplos. Franco sigue en un imponente mausoleo, presidiendo un espacio infame de humillación y vergüenza para nuestra democracia y la vicepresidenta, María teresa Fernández de la Vega, se postra de hinojos en la basílica del Vaticano, vestida de riguroso luto y tocada con un velo negro, en la ceremonia de beatificación de 498 «Caídos por Dios y por España». Del gesto de Ángela Mérkel al de la María Teresa ésa, hay la misma distancia que de la Dignidad moral a la Indecencia política.

Y ya que hablamos de la canciller, comentaremos que esta mañana a realizado una visita a Yad Vashem, el Museo del Holocausto, donde escribió en el libro de invitados: «El Gobierno alemán, manteniendo viva su responsabilidad por el Holocausto, expresa su determinación de construir un futuro conjunto celebrando las primeras consultas germano-israelíes».

Ahora resulta que Gaspar Llamazares, coordinador de IU y traidor mayor del Reino, que ha vendido la memoria republicana por treinta monedas de no sabemos qué innoble materia, anda por ahí pidiendo una «fiscalía» para pedir nulidades de las sentencias de los tribunales franquistas, sin que todavía no los haya explicado a los españoles qué fue lo que hizo cambiar aquel 8 de mayo de 2007, para renunciar a exigir la NULIDAD de las sentencia y a ILEGALIDAD del franquismo.

¿Alguna vez nos será permitido comparecer ante una televisión pública estatal y preguntárselo en hora de máxima audiencia? A él y al padre intelectual de la LMH, Ramón Jáuregui, nuestro Carl Schmitt de andar por casa.

Mientras que hace unos meses, Falange Española desfilaba por la Plaza de Colón de Madrid con bandera y banda y al tiempo que de nuevo se escuchan discretos ruídos de sables en los cuarteles, el embajador de España ante el Papa dice, diplomático que es el tío, que el gobierno «tiene que pedir perdón a la Iglesia por la persecución de que fue objeto en la GCE». Nada más y nada menos. Y allí sigue, de embajador.

España cañí. ¡Viva Berlanga!

El famoso cazanazis austriaco Simón Wissental, escribió un escalofriante libro titulado «Los asesinos están entre nosotros», que tuve la oportunidad de leer hace muchos años en la magnífica biblioteca de la Base de los Alcázares. Pese a los muchos títulos publicados en los últimos tiempos, se echa de menos la edición hispana de aquella obra, en la aparecerían inscritos los nombres de MILES de las últimas hornadas de esbirros de la represión franquistas (políticos, jueces, comisarios, mandos de la GC, políticos, etc.), que tomaron parte activa en dramáticos episodios que acabaron con la vida de muchos demócratas españoles ante los pelotones de fusilamiento.

Ya lo decía uno de éllos cuando era ministro de Franco: «España es diferente».