La contribución del transporte urbano al cambio climático es enorme. La mitad de las emisiones debidas al transporte que provocan el calentamiento global se producen en las ciudades. Por este motivo, Ecologistas en Acción señala que las actuaciones dirigidas a mejorar la sostenibilidad del transporte urbano son de vital importancia. Este año la convocatoria del […]
La contribución del transporte urbano al cambio climático es enorme. La mitad de las emisiones debidas al transporte que provocan el calentamiento global se producen en las ciudades. Por este motivo, Ecologistas en Acción señala que las actuaciones dirigidas a mejorar la sostenibilidad del transporte urbano son de vital importancia.
Este año la convocatoria del Día sin Coches y de la Semana de la Movilidad reviste una particular importancia, ya que el tema central es el cambio climático. Según un amplio consenso científico, el cambio climático es el problema ambiental y social más importante al que se enfrenta la humanidad. Además, España es uno de los países europeos en los que se prevé que las consecuencias del cambio climático serán más dramáticas.
El sector que más ha incrementado sus emisiones de CO2 (el principal gas de efecto invernadero) es el transporte por carretera: un aumento del 73% entre 1990 y 2003, según los datos del Observatorio de la Movilidad en España del Ministerio de Medio Ambiente. Según este mismo organismo, entre 1970 y 2000 la demanda energética del transporte se ha triplicado. Ahora consume el 36% de la energía final del país, y en un 99% depende del petróleo.
Siguiendo con los datos, en 2004 el transporte supuso el 28% de todas las emisiones de CO2. Pues bien, los estudios demuestran que la mitad de estas emisiones se producen en los desplazamientos urbanos. También es claro que el principal emisor es el coche (más del 83% de las emisiones debidas al transporte) por lo que es urgente adoptar medidas para reducir el uso del coche en las ciudades y trasvasar viajeros a otros modos de transporte menos problemáticos y contaminantes, como es el caso del transporte público y de los desplazamientos no motorizados, esto es, andar o pedalear.
Quemar 1 litro de combustible supone emitir 2,3 kg de CO2. Así, cada persona que utiliza el coche para sus desplazamientos al trabajo (con un recorrido medio aproximado de 15 km) emite unas 2 toneladas de CO2 al año sólo por esta razón. Si comparamos estas cifras con los «consumos» de una bicicleta (1 kWh te permite recorrer 31,5 km en bicicleta, frente a apenas 1,1 km si vas en coche) y recordamos que la mitad de los recorridos urbanos son de menos de 3 km, distancia perfectamente abordable en bicicleta, nos daremos cuenta de las grandes posibilidades de cambio sólo apoyando el uso de la bici, como ya ocurre en miles de ciudades de los países más desarrollados.
Para Ecologistas en Acción, las políticas de movilidad más urgentes y necesarias deben ser simultáneamente de disuasión y estímulo. Disuasión del uso del coche mediante los múltiples mecanismos posibles (parquímetros, restricciones de acceso, peajes, no ampliación de carreteras, pacificación del tráfico). Estímulo de los medios más favorables (mejoras en el transporte público, con carriles exclusivos, itinerarios peatonales y ciclistas seguros, ampliación de aceras). Todo ello, en el marco de Planes de Movilidad Sostenible, que son una de las grandes carencias de nuestras ciudades.