Para los ciudadanos/as trabajadores que se manifestaron el pasado domingo en Tarragona exigiendo medidas de seguridad tras la explosión el pasado 14 de enero en la planta química de Iqoxe de La Canonja (tres muertos, siete heridos).https://www.youtube.com/watch?v=ax7wyPCnCpk [Francesco de Gregori y Giovanna Marini: «Il fischio del vapore»] ¿Dice o no dice una viñeta más […]
¿Dice o no dice una viñeta más que diez mil palabras, doscientos artículos y quince ensayos?
Lo que hay que conseguir es que la representación del gobierno central añada como condición para el «diálogo» la presencia de representantes de la Cataluña constitucionalista. Si no es así, intentar meter baza de cualquier manera no haría sino legitimar un trágala que no hace más que reforzar la posición de los secesionistas. Esa «mesa» es una mesa de cambistas políticos en que nosotros seremos moneda de cambio para que Sánchez aguante más de un año en la Moncloa. Es mucho más correcta la postura de SCC con su pliego de condiciones para el diálogo y su ronda de entrevistas con todos los partidos constitucionalistas.
Miguel Candel (2020)
En cualquier caso, por mucho que los estatutos de autonomía recojan la bilateralidad, en ninguna Comunidad como en Cataluña se establece una mesa de diálogo, de tú a tú, de igual a igual, entre los dos gobiernos a los máximos niveles. Esta mesa se sitúa fuera de toda la estructura y organización del Estado y de la Comunidad Autónoma, suspendida en el aire, con la finalidad de que, como afirman los sediciosos, sus acuerdos no se puedan recurrir ante los tribunales (desjudicializar la política), por encontrarse en el limbo jurídico y administrativo. En ninguna Comunidad como en Cataluña se alterna el lugar de la reunión entre gobiernos (Madrid-Barcelona) para dejar constancia de forma muy expresiva de que la negociación se hace de igual a igual. Y con ninguna Comunidad Autónoma como con Cataluña se constituye una mesa de negociación en la que se pueden tratar todos los temas, aun los ilegales y los que vayan contra la Constitución.
Juan Francisco Martín Seco (2020)
Por si quisieran leer la versión ampliada: http://slopezarnal.com/mesas-y-ausencias-entre-la-marginacion-y-el-menosprecio/#more-867.
Hay acuerdo entre los comunes y el gobierno de la Generalitat sobre los presupuestos de 2020, un gobierno -les recuerdo- de coalición Junts-ERC (con apoyos puntuales de la CUP) presidido por Puig1Torra2. ¿No es un poco disparatado (o raro cuanto menos) que la supuesta «izquierda alternativa» apoye a un gobierno nacional-secesionista y marcadamente neoliberal? ¿Se imaginan algo así en el conjunto de España, o en la Comunidad de Madrid por ejemplo? No soy yo el único sorprendido. Lean, por ejemplo, Lluís Rabell, «Borgen mediterráneo» https://lluisrabell.com/2020/01/21/borgen-mediterraneo/
¡Bien por la subida del salario mínimo (que debe tener recorrido posterior)!
Parece que no habrá derogación completa de la contrarreforma laboral antiobrera del PP (sin olvidar la anterior del PSOE) y los acuerdos PSOE-ERC (como suponíamos) t enen aristas ocultas (y ocultadas). Las iremos viendo poco a poco. Las ya conocidas: la apertura de tres «embajadas nacionalistas» (con las conocidas finalidades secesionistas e hispanofóbicas) y la reforma-» actualización» del código penal que implicará, probablemente, una fuerte reducción de penas de los políticos encarcelados.
Por otra parte, la praxis real del PNV (otra de las patas del acuerdo) muestra, una vez más, su naturaleza liberal-conservadora (y fuertemente nacionalista): ni derogación completa de la contrarreforma laboral ni subida «excesiva» de salario mínimo. Era de esperar.
Las citas nos ayudan a situarnos (hay más en la versión ampliada). El Roto, como siempre, apunta en una viñeta lo que podríamos decir en diez sesudos volúmenes.
Un apunte más. Si queremos conocer la cosmovisión nacional- secesionista (desde su interior) son imprescindibles estos tres enlaces:
1. Entrevista a don Oriol Junqueras: «La lección de 2017 es que lo hicimos para poder volver a hacerlo», asegura el líder de la «sensata, razonable, prudente, no unilateralista» ERC (https://elpais.com/politica/2020/01/17/actualidad/1579285478_146900.html). Aquí habla de mierda y de puta mierda.
2. Con toda la chulería del mundo y algo más: Ll. Pellicer/C.S.Baquero entrevistan a Carles Puigdemont: «El realismo político obliga a que no me ignoren en la mesa de diálogo». El expresidente insiste que la negociación tiene que ser sobre el derecho a la autodeterminación. https://elpais.com/ccaa/2020/01/20/catalunya/1579551425_754980.html
3 . El portavoz de los maestros catalanes: «No daremos clase en castellano». Ramon Font, líder- secretario general del sindicato mayoritario de profesores (USTEC) , asegura que «no les podrán obligar» a adoptar el bilingüismo en las aulas https://cronicaglobal.elespanol.com/politica/profesores-cataluna-castellano_310358_102.html.
Conviene recordar aquí, para comparar por ejemplo, una reflexión de hace más de 20 años de Gabriel Jackson: «‘Tengo un sueño’ sobre Cataluña» (https://elpais.com/diario/1998/01/07/opinion/884127604_850215.html, 07/01/1998):
Para entender por qué el ideal bilingüe es odioso para los nacionalistas hay que intentar comprender un temor profundamente arraigado en los que aman el catalán como parte indispensable de su propia herencia y quieren asegurarse de que florecerá en el futuro. Si se mantiene una conversación con nacionalistas catalanes es perfectamente posible que te muestren en un momento dado estadísticas que pretenden demostrar que los recién salidos de las escuelas secundarias hablan más o menos con la misma fluidez las, dos lenguas, junto con catálogos de universidades que indican que la gran mayoría de cursos son ahora en catalán. Y al minuto siguiente te digan que la supervivencia del catalán se ve amenazada por la combinación de inmigración y presión procedente del «Estado español». Así que el catalán ha sobrevivido extraoficialmente durante cinco siglos; es ahora la lengua docente preferida, con un éxito manifiesto a la hora de educar a la generación actual…, pero ¡su supervivencia es incierta!
[Para su agenda: el colectivo Juan de Mairena estamos preparando un más que merecido homenaje al gran hispanista americano para el 29 de febrero (Barcelona, Centre Cívic Teresa Pàmies, 10:30, Calle Urgell, 155). ¡Apúntenselo por favor ! ¡Están invitados!]
Nuestro tema de hoy.
No suelo ser lector atento de los editoriales de El País. Miro titulares, leo una o dos líneas… y lo dejo. No hay sustancia de izquierdas. No suelo coincidir casi nunca con los argumentos y tesis defendidas por los editorialistas. Pero hay excepciones. La del viernes 17 de enero (https://elpais.com/elpais/2020/01/16/opinion/1579201466_893522.html) es un ejemplo. Me he esforzado lo mío pero no consigo situarme muy lejos de ella. Abre así, todas las cursivas son mías:
Quim Torra se reivindica cada día a sí mismo no como presidente de todos los catalanes, que es lo que manda el perfil jurídico e institucional del cargo que ocupa, sino como jefe sectario de una fracción de ell os: la nutrida, pero minoritaria, porción de ciudadanos partidaria de la independencia . Así lo certifica una vez más el hecho de haber preparado la próxima reunión de la mesa de diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez única y exclusivamente con los partidos parlamentarios secesionistas (Junts per Catalunya, Esquerra y la CUP) y con sus terminales activistas en la sociedad civil (Òmnium y la ANC).
Conviene destacarlo: con partidos secesionistas y con «terminales activistas» (algunas de ellas vinculadas o en estrecha relación con los CDRs y con el (estúpido y provocativamente) llamado Tsunami (anti)democrático. Los demás no contamos. Sigue así:
Resulta intolerable en términos democráticos (y también caricaturescos) que la representación de menos de la mitad de la población catalana se arrogue el derecho de representar a su totalidad. Amén del de negociar con el conjunto de España las aspiraciones de los catalanes como si configuraran un todo monolítico, unívoco y armónico, cuando la sociedad del Principado exhibe al menos tanto pluralismo y diversidad como el propio Reino de España.
Curiosa esa referencia al Principado y al Reino de España. En cualquier caso, ese nudo, la diversidad y pluralismo de la sociedad catalana, es una de las tareas pendientes de la izquierda (española en este caso, aunque también de la catalana), que no quiere entender (porque, con perdón, no le da la gana entenderlo) que la sociedad catalana es tan o casi tan «plurinacional» como la sociedad española en su conjunto.
Volvamos al editorial:
Y ello también es exótico desde el punto de vista de la seriedad institucional. Si el Gobierno español trata a la Generalitat como lo que es, parte radicalmente autónoma del Estado común; si reconoce en su president la capacidad representativa del autogobierno catalán; y si busca encauzar los litigios existentes mediante un mecanismo legal de diálogo, es un despropósito asimétrico que Torra ignore a casi la mitad del Parlament y a la mayoría de la población. No hay demostración más fehaciente de la división social, de la fragmentación ideológica y de la fricción política interna de la sociedad catalana que los sucesivos Gobiernos separatistas se empeñan en negar. Ocurre que ni Torra es un gobernante, pues no logra acreditar hecho ninguno ni de acción ejecutiva, ni de actividad legislativa ni de hechos simbólicos tendentes a restaurar la cohesión de la ciudadanía; ni tampoco un dirigente que procure mejora alguna en la vida cotidiana de los ciudadanos a quienes teóricamente gestiona las cuestiones comunes. Por eso es incapaz hasta de promulgar los decretos de los reglamentos que debieran hacer operativas las leyes sociales elaboradas bajo los mandatos de sus antecesores.
Al dueto Puig1Torra2, como sabe cualquier ciudadano/a no cegado de .Cat., las leyes sociales le importan (Montserrat Bassa dixit) un comino. Exactamente igual que la cohesión de la ciudadanía, la seriedad institucional o la vida cotidiana de los sectores más desfavorecidos de nuestra la sociedad. Lo suyo, la de ambos, es «otra guerra», otra finalidad, organizar «pollos» contra España (asunto que la izquierda -¡ay, la izquierda!- parece no querer entender o, incluso peor, comulga con ello, le parece bien: es «cañero, rompedor o revolucionario»). El editorial sigue así:
Si bien tanta anomia merecería la censura parlamentaria, la excesiva prudencia (por cálculo cortoplacista) de sus socios le permite alardear de su asténico ritmo de acciones inútiles, contraproducentes y contradictorias.
No es el menor el acontecido con la mesa de negociación, un instrumento que si se tomase seriamente podría proporcionar cauces para el retorno a una cierta normalidad: primero, cuando sus socios de Esquerra la pactaron, intentó desvirtuarla, asegurando que no se sentía concernido por los compromisos de estos; luego intentó encaramarse a ella dotándola de un tono radical, confrontacional, totalmente ajeno al espíritu de diálogo que prometen sus patrocinadores ; y ahora fragua las propuestas de la parte catalana de modo sectario, precipitado y descortés, asociándola a una eventual convocatoria anticipada de elecciones autonómicas.
Por todo ello Torra ha devenido en un prescindible engorro, principalmente para los catalanes. Entre ellos, para sus aliados, que deberían considerar su relevo sin esperar a las decisiones judiciales pendientes.
La excesiva prudencia de sus socios es una referencia a ERC que (sin ensoñaciones) es tan o más nacionalista que Puig1Torra2 y los suyos. Los planes torristas están bien descritos: liarla; contra peor, mejor, y si las circunstancias lo permiten (y aconsejan) convocatoria de nuevas elecciones con la máxima agitación social e hispanofóbica que sean capaces (y son capaces de mucho(. Por supuesto, la consideración del revelo de Torra antes de las decisiones judiciales pendientes (que habrá que ver) no está en el espíritu ni en los planes de ninguna fuerza secesionista. Además, como se comentó, tienen ahora el (incomprensible) apoyo presupuestario de los Comunes. H asta aquí el editorial.
Un texto complementario de Adrià Casinos, escrito antes de la investidura de Sánchez, puede venir también en nuestra ayuda: «¿Mesa de diálogo? Quizá, pero a tres» (https://ideas.economiadigital.es/firmas-invitadas/mesa-de-dialogo-quiza-pero-a-tres_20023292_102.html).
Escribo estas líneas, señala el profesor Casinos, poco después de haber escuchado a Gabriel Rufián decir que el establecimiento o no de una mesa de diálogo entre el gobierno nacional y el catalán condicionará la legislatura. En otras palabras, señala:
que sin esta premisa, para cuya formalización se da un plazo de 15 días desde la constitución del gobierno en Madrid, Pedro Sánchez no podría contar con la, digamos, buena voluntad de ERC para cualquier medida legislativa; como por ejemplo la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.
Vaya por delante, comenta el profesor emérito de la Facultad de Biología de la UB, que «no veo nada clara la idea de la mesa anunciada», por el hecho de que «no concibo la bilateralidad entre lo que podría definirse como el todo (Gobierno nacional) y una parte del todo (Generalidad de Cataluña)». En el aspecto concreto, operativo
si es cierta la afirmación de Pedro Sánchez de que en dichas potenciales conversaciones no se va a tratar de nada que contravenga la Constitución, me surge la pregunta de cuál es el objeto del paripé, ya que los independentistas anuncian que irán con exigencias irreductibles, como el derecho de autodeterminación y la amnistía para los políticos presos y exiliados. En resumidas cuentas, la labor de la prevista mesa podría devenir en un diálogo de sordos.
Partiendo de esa posibilidad de inoperancia, el científico barcelonés ve más clara la exigencia de Rufián. ¿Cuál es la racionalidad de esa exigencia?
Se trataría de sentar un precedente de negociación bilateral que, con independencia de que sea o no ahora operativa, pudiera esgrimirse en el futuro, cuando las circunstancias lo requirieran. Considero pues que la postura del partido independentista es más que franca, ya que no esconden lo que pretenden plantear con proyección futura. En definitiva, que dichas reivindicaciones no sean ahora alcanzables, carece para ellos hasta cierto punto de importancia, ya que el simple hecho de conseguir la bilateralidad supone lo que se dice clavar una pica en Flandes. Pero pienso que la postura de Sánchez carece de una franqueza equiparable. ¿Es consciente de la utilización futura que pueda hacer el independentismo del precedente?
La perspectiva de futuro es de enorme interés, siempre lo ha sido para el nacional-secesionismo. «Clavar una pica en Flandes» no es mala metáfora.
Ante esta situación, se pregunta Casinos, ¿cuál debería ser la postura del constitucionalismo catalán, de la ciudadanía no secesionista? Desde su punto de vista, la siguiente:
El acuerdo de establecer una mesa de diálogo parte de la premisa de que en Cataluña existe un problema político. Y no voy a ser yo quien vaya a negarlo, siempre y cuando se parta del reconocimiento de que en dicho problema político hay tres agentes: el gobierno de la nación, que representa el interés general; el gobierno catalán, que prescinde totalmente de la opinión de la ciudadanía no independentista, y dicha ciudadanía, que en una situación de bilateralidad como la que se propone, quedaría totalmente marginada en lo que respecta al procedimiento, a su potencialidad en el futuro, y a cualquier pacto que se alcanzara, por nimio que fuera.
Tres, pues, no dos agentes, sin ausencias, sin marginación de más de la mitad de la ciudadanía catalana. Para el profesor emérito por mucho que «se empecine el gobierno de Quim Torra, o el que lo pueda sustituir en su momento»:
no puede hablar en absoluto en nombre de la totalidad de los ciudadanos catalanes, a pesar de que desde un planteamiento, que huele a totalitarismo, se abrogue repetidamente la representación de toda Cataluña. Si se quiere, esta posición es hasta cierto punto defendible en una estructura orgánica entre administraciones, como es la comisión mixta Estado-Generalidad, pero no lo es en absoluto cuando la estructura se crea ad hoc con la pretensión de resolver el citado problema político. En ese caso, lo único admisible, a la vez que operativo, sería que todos los agentes involucrados tomaran parte en las negociaciones.
El profesor de la UB cree que sería un grave error por parte del constitucionalismo catalán («y de los partidos y organizaciones de la sociedad civil que lo canalizan»), cerrarse en banda respecto a la constitución de dicha comisión.
Es más que probable que, si la investidura llega a buen término [SLA: ha llegado como sabemos], vea la luz en los plazos previstos. Lo veo como inexorable. Ante esta situación, los esfuerzos tendrían que plasmarse en el sentido de conseguir que los ciudadanos no independentistas no nos convirtamos en los paganos de la fiesta del señor Sánchez. Y para ello solo hay un camino: exigir estar presentes en esa mesa de diálogo que, supuestamente, debería resolver el problema político catalán.
Remarco: ¡no convertirnos en los paganos de la fiesta sanchista!
El escepticismo final, que comparto, es más que evidente y la exigencia política (básica, esencial) del profesor barcelonés es sensata, razonable, justa y democrática. Ni aceptamos la marginación diseñada ni admitiremos ser menospreciados. Es la tarea (no nacionalista) de nuestra hora. ¿No les parece?
¡Hasta la semana que viene!
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