«Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar».-Ernest Hemingway. Nadie, si no es obcecado, puede negar que en La Pequeña Habana, en Miami, allí por la Calle 8, existen muchos restaurantes, como La Carreta, donde se come con la exquisitez del sazón auténticamente cubano. También el lenguaje local es […]
«Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar».-Ernest Hemingway.
Nadie, si no es obcecado, puede negar que en La Pequeña Habana, en Miami, allí por la Calle 8, existen muchos restaurantes, como La Carreta, donde se come con la exquisitez del sazón auténticamente cubano. También el lenguaje local es el español y el inglés se convierte en idioma extranjero, predomina la salsa, las dos salsas, la de comer y la de bailar, el merengue y todos los ritmos caribeños. Sin duda, es un lugar que tiene su propia personalidad, eso sí, uno debe de llevar anotado en la memoria y en papel de ser posible, aquel famoso refrán latinoamericano heredado de la conquista española: «En boca cerrada…»
Eso se le olvidó al manager beisbolero Ozzie Guillén y abrió la boca… ¡y vaya que sí le han entrado moscas! Y no dijo mayor cosa sino que con lo que dijo en Miami siendo el manager del popular equipo de beisbol Marlins… como se dice en Honduras: juuu… ¿qué dijo? Ya se los cuento (aunque seguramente ya lo saben).
Por supuesto, siempre lo he dicho, y sostengo, generalizar es de idiotas, el dogma, la radicalización de un grupo casi con color de secta, no tiene por qué contaminar a toda la gente que vive en Miami, digamos, en Florida. No, como en todas partes, existe de todo: de todas y todos.
Tampoco quiero caer en la miopía o daltonismo (que no tiene nada que ver con el poeta salvadoreño Roque Dalton), de algunos periodistas «izquierdosos» de mi país, Honduras, que por leve que sea una crítica constructiva que uno les haga, ya le acusan de «agente de la Cía» o de «quinta columna», ambos términos obsoletos de quienes se quedaron petrificados en la guerra fría de los ochenta.
Precisamente no hace mucho aclaré, más que contradecir, a uno de ellos que al peso de la lengua, menos que a la claridad del intelecto, dijo casi como palabra santa de que los Estados Unidos era solo edificios acartonados y nada cultural mientras que Europa aquí y que Europa allá… ¿Entonces por qué los grandes y las grandes de todas las disciplinas encuentran en Nueva York la cima de sus logros? Basta con darse un paseo por el Museo Metropolitano, por el Museo de Arte Moderno o el Guggenheim para -si se tiene la sapiencia necesaria para degustarlo-sentirse fascinados por estas joyas de la arquitectura moderna, y no digamos lo que en ellos se encierra: Gauguin, Van Goh, Picasso, Degas, Frida Kahlo, los murales de Diego Rivera (actualmente en exhibición, hasta el 15 de mayo, en el Museo de Arte Moderno), la pintora estadounidense Georgia O’keeffe, y papel y tiempo me faltaría para enumerar a tantas y tantos…. Agregado a ello la diversidad cultural que hacen de Nueva York, como lo dije en mi novela Big Banana, un micro del macro-mundo.
Y no es que yo defienda a «mis Estados Unidos» como dijo un amigo (sin comillas) amparado en su micrófono sino que esa es la realidad, y no solo se trata de Nueva York, vaya usted a Baltimore y se encuentra con la casa, tumba, etc., de Edgar Allan Poe, la gastronomía marítima en todo su esplendor, allí por New Jersey puede visitar la casa de Walt Whitman, uno de los más grandes poetas estadounidenses y universales de todos los tiempos… Nueva Orleans y su literatura negra combinada con el chili y lo sublime del jazz mientras lee los artículos de Felix Ovidio Cubías en defensa de Honduras… y también Florida tiene lo propio, de hecho, allí mismo puede visitar la casa del eterno rebelde, amante irremediable de Cuba, en donde le conservan, allí en La Habana Vieja, no lejos de La Plaza de la Revolución, su Bodeguita del Medio, Ernest Hemingway, y al internarse en el Estado encuentra pequeños museos, galerías, etc., que dan fe de su legado cultural… sin subestimar al talento creativo de Walt Disney, que, pese a los dogmáticos, sí lo tiene.
Lo que sucede con Miami es que un grupo de exiliados cubanos han tomado ese territorio como propio, e imponen un «pensamiento» uniformado a su conveniencia. Salen – junto a Batista– al exilio por la revolución cubana encabezada por Fidel Castro y Ernesto Guevara (el Che), pero es esa misma revolución y su oposición a Castro que les hace escalar posiciones políticas y empresariales dentro de los Estados Unidos. Es satanizar a Fidel Castro y victimizarse más allá de lo real que los lleva a asirse con el poder. Pero según lo que predican es que llegan a tierra de libertad, de democracia, en donde se respeta la libertad de expresión, los derechos humanos… y blah blah blah… Y viene el manager de los Marlins de Miami y dice que admira y ama a Fidel Castro y le cayó la catástrofe miamense encima al pobre hombre, tanto así que ha sido humillado a disculparse una y otra vez como en una versión moderna a un Sísifo contemporáneo.
A estos mismos «libertadores», a Lincoln Díaz Balart, a Mario Díaz Balart, a Iliana Ross Letinen, a Robert Carmona, a Otto Reich, a Alejandro Peña Esclusa, a todos estos quienes se escudan en la bandera de la democracia, quienes a voz en cuello gritan que no se puede permitir ni una palabra a favor de quien ha dado tanto sufrimiento al exiliado pueblo cubano, se les ha visto conspirando contra el pueblo hondureño…¿y por qué ustedes han apoyado, respaldado en todas sus dimensiones el golpe de Estado en mi país, Honduras? ¿Los muertos de Honduras no valen nada solo son estadísticas mientras los muertos que ustedes evalúan si tienen nombre y valor? ¿La violación de los derechos humanos en Honduras, que ustedes han respaldado y respaldan, y que ha llevado a convertir a Honduras en la capital mundial del crimen (según prestigiosas publicaciones estadounidenses) no va dirigida a seres humanos? Vaya la doble moral de estos «demócratas», a las dictaduras del proletariado se les condena y a las que ellos imponen, como la del tristemente célebre Micheletti ( o Goriletti como lo bautizó el presidente Chávez) no solo las respaldan con todo sino que las sublimizan…
De hecho, dentro de las tácticas de la intromisión de este grupo en otros países, está que el próximo 7 de mayo le darán un «premio» al presidente de Honduras Pepe Lobo, ¿a cuenta de qué? Como manera de persuadirlo, quizá no de darle instrucciones sino órdenes para que nuestro país sirva de plataforma para atacar auténticas democracias que están surgiendo en América Latina. Este premio tiene la envoltura de que lo da el Congreso de los Estados Unidos, no es cierto, si bien lo entregan en Washington en realidad lo otorga la organización que dirige Lincoln Díaz Balart en Miami, quienes abiertamente predican su aventura en detener los procesos auténticamente democráticos latinoamericanos.
Como dije al principio, no debemos de generalizar una ciudad como Miami, o un Estado como Florida, de hecho, no hace mucho, el periodista hondureño José Luis Galdámez (Tras la Verdad, Radio Globo y Globotv, y quien pasó tres meses y siete días junto al presidente Manuel Zelaya en su cautiverio en la embajada de Brasil en Tegucigalpa), un estandarte de la resistencia, nombre obligado si de hablar de romper el cerco mediático para que el mundo se enterara de la realidad de lo que acontecía y acontece en Honduras se trata–porque no solo es él ni uno u otro que quiera adueñarse de que sin ellos la resistencia no existiría, no, como Galdámez somos muchos y muchas dentro y fuera de Honduras, hondureños y extranjeros solidarios, que contribuimos con un granito de arena para denunciar las atrocidades y que la ruptura del cerco mediático fuese una realidad–fue homenajeado en Miami por la resistencia hondureña, por miembros del Partido libre, que nace como una respuesta al golpe de Estado y en defensa de que Honduras debe de ser, en primer lugar, para los hondureños. No se trata de caer en el etnocentrismo ni la xenofobia sino de que los hondureños son los que menos han disfrutado de las riquezas naturales que Dios les proveyó (para los religiosos) o donde les tocó nacer (para los escépticos).
El manager de los Marlins de Miami está pasando cada humillación, y es seguro que eso no bastará contra el odio de los radicales… al final Ozzie Guillén terminará haciendo el oso por desdecir lo que dijo y expulsado sino de Miami por lo menos de los Marlins… Créanme, hay alguna gente por allí que la materia prima con que están fabricados, de cuerpo y alma, es el odio.
Nueva York NY 11 abril 2012.
Roberto Quesada: Escritor y periodista hondureño, autor de Big Banana (Seix Barral), Nunca entres por Miamia (Mondadori), El desertor (Cuentos, Guaymuras, Tegucigalpa).
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