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Entrevista a la climatóloga Friederike Otto

«Mientras el mundo siga siendo dirigido sólo por y para los blancos ricos, nada cambiará»

Fuentes: La marea climática

La cofundadora del World Weather Attribution (WWA), el grupo que se dedica a determinar cuánto influye el cambio climático en un evento extremo, denuncia que «mientras el mundo siga siendo dirigido sólo por y para los blancos ricos, nada cambiará».

El planeta arde. Se inunda. Se achicharra. La gente sufre. La biodiversidad desaparece. La tierra y el océano, poco a poco, se vuelven más hostiles e inhabitables (sobre todo para quienes ya lo son). Todo cambia a una velocidad inaudita por culpa de los gases de efecto invernadero que impulsan el calentamiento global. Estamos en una crisis climática. Pero hay gente que se niega a creerlo. A aceptarlo. A asumirlo. Hay quienes se resisten a poner de su parte para hacer que sea lo menos traumático posible. Por intereses económicos y políticos en el peor de los casos. Por pura ignorancia en el mejor de ellos. Contra todos ellos lucha diariamente desde hace casi una década una mujer: Friederike Otto (Kiel, Alemania; 1982).

Otto es la cabeza visible del World Weather Attribution (WWA), el grupo internacional de especialistas del clima que analiza y comunica la posible influencia del cambio climático en fenómenos meteorológicos extremos que fundó junto a Geert Jan van Oldenborghfallecido en octubre de 2021.

Un mes antes de la muerte de van Oldenborgh, ambos climatólogos fueron incluidos en la lista de las 100 personas más influyentes por la revista Time. No es para menos. Lograron popularizar y mejorar los estudios de atribución, un método científico que permite determinar si (y cuánto) ha tenido que ver el cambio climático en un evento extremo ocurrido en cualquier parte del mundo. Y siempre en un tiempo récord. Es tal su valor que ya se usa incluso para ganar litigios climáticos.

Friederike Otto es física. Si alguien le escribe un correo electrónico dirigido «to Mrs Otto» («a la Sra. Otto»), su contestación automática avisa de que se lo remitirá a su madre. Ella es doctora. Concretamente, en Filosofía de la Ciencia. También fue autora en el último gran informe del IPCC. Desde hace un año, ejerce como profesora titular de Ciencias del Clima en el Instituto Grantham para el Cambio Climático y el Medio Ambiente del Imperial College London. Y cuando no imparte clases o analiza lluvias torrenciales u olas de calor, escribe. Es autora del libro Angry Weather (Clima enfurecido), y el 27 de octubre salió a la venta (en inglés) The Climate Book (El libro del clima), creado por la activista sueca Greta Thunberg en el que escriben 100 especialistas ligados al clima. Otto es una de ellas.

Venimos de un verano horrible –incendios forestales, olas de calor, inundaciones, ciclones tropicales, sequía…–. Muchos de estos eventos extremos incluso se suceden a la vez. Ahora estamos en pleno octubre y, por lo menos en España, seguimos con condiciones propias de julio o agosto. ¿En qué piensas cuando analizas todo lo que está ocurriendo? Y solo es el comienzo.

Estoy agotada. Efectivamente, ha sido un verano muy extremo y nos hemos esforzado en analizar todos los eventos extremos posibles, pero han ocurrido muchísimos otros. Además, siempre golpeando a los que más sufren, por ejemplo, los altos precios de los alimentos y la energía.

Y sí, esto es el principio, pero tenemos en nuestras manos determinar el final. Cuando dejemos de quemar combustibles fósiles se alcanzará una nueva normalidad.

Desde un punto de vista físico o medioambiental del planeta, no hay ningún impedimento para limitar el calentamiento en 1,5 o 2 ºC. El problema es más de voluntad política. ¿Qué hay que hacer para lograrlo?

Se están haciendo progresos, pero son demasiado lentos. En muchas economías, el crecimiento económico se está desvinculando de las emisiones, las energías renovables son baratas. En lo que fallamos es en salir de la mentalidad colonialista de los combustibles fósiles. Pero cada vez más las llamadas personas marginadas (pero, por supuesto, la mayoría de la población mundial) están desafiando esto.

Esta semana ha salido a la venta un libro creado por Greta Thunberg en el que usted y otros 100 especialistas colaboran. ¿En qué ha consistido tu contribución? ¿Qué cree que puede aportar este libro?

Mi capítulo se titula ‘El tiempo peligroso’ y trata de lo que sabemos sobre el cambio de los extremos, en particular de las tormentas. Creo que el libro puede aportar algo más de conocimiento científico a quienes no leen los informes del IPCC, es decir, a todos los que no son especialistas. Sobre todo porque pone en común los cambios sociales, las causas y la física. Mi hijo empezó a leerlo en cuanto recibí mi ejemplar.

¿Hay un antes y un después para la percepción de la crisis climática con la llegada de Greta Thunberg? ¿Qué ha significado su figura para la comunidad científica?

Sí. Antes, el cambio climático era un tema de nicho; ahora es mainstream. Las acciones no se corresponden con la retórica, pero es un cambio muy importante.  Al estar el cambio climático en el candelero, los científicos también lo estamos. En mi opinión, eso es bueno, la gente habla mucho más con nosotros, pero nadie puede pretender que la ciencia esté libre de valores o sea «neutral». Algunos luchan contra eso.

Hace poco se cumplió un año de la muerte de su amigo y colega Geert Jan van Oldenborgh. Juntos cofundaron el WWA, ¿Qué le aportaba al proyecto y cómo le gustaría que le recordaran?

El WWA era nuestro bebé, tomábamos todas las decisiones juntos y compartíamos la responsabilidad. Es muy duro tener que hacerlo sola. Nuestras habilidades eran bastante complementarias, él era genial con los datos y las estadísticas, yo soy buena escribiendo e identificando los mensajes clave. Quiero que se le recuerde como un científico apasionado y un gran amigo que hizo ciencia para mejorar el mundo, no por gusto.

¿No cree que una herramienta tan novedosa e importante como los estudios de atribución debería estar presente en los servicios meteorológicos de todos países? ¿Es eso posible?

No es una herramienta. Es un método científico, y se necesitan científicos para hacerlo, por lo que todavía somos nosotros los que lo hacemos. Aun así, en última instancia, los servicios meteorológicos deberían y podrían hacerlo, pero actualmente no cuentan con el personal ni con la experiencia necesaria.

La comunidad científica está empezando a abrazar el activismo como forma de que se les escuche. ¿Te ves también llevando a cabo acciones no violentas como Peter Kalmus o Julia K. Steinberg?

No. Creo que puedo ser más eficaz con lo que hago. Los medios de comunicación de todo el mundo se hacen eco de mi ciencia, tengo credibilidad entre los responsables políticos y los grupos de activistas, y eso me da más influencia y posibilidades de cambiar las cosas. Pero creo que lo que hacen es importante.

Siguiendo con el activismo. Recientemente, ha generado mucha controversia la acción de dos activistas, que tiraron un bote de tomate a un cuadro de Van Gogh. ¿Cuál fue su reacción al verlo? 

No dañaron el cuadro y crearon mucha atención para su causa. No están ahí para caer bien a todo el mundo, sino para hacernos actuar. Creo que fue bueno, nadie salió herido, no se destruyó ningún arte de valor incalculable, pero se transmitió el mensaje de que nos importan más los cuadros de Van Gogh que la gente que muere de calor.

Hablemos ahora del World Weather Attribution. ¿Cómo trabajan? ¿Cómo elegís qué eventos estudiar?

Trabajamos con la Cruz Roja. Juntos hemos desarrollado criterios basados en el impacto humanitario de estos eventos que nos hacen actuar. Por ejemplo, más de 100 víctimas mortales de una inundación, entre otros.

El grupo lleva funcionando desde 2014, pero es ahora cuando empieza a tener más fama y presencia. ¿Qué ha cambiado desde entonces?

El mundo. Los fenómenos extremos han aumentado de forma espectacular, es imposible ignorarlos y los científicos del clima están siendo escuchados de una forma que no lo habían sido antes. Además, estamos prestando un servicio que la gente quiere y que nadie más ofrece, y lo estamos haciendo bien.

Las olas de calor son fácilmente vinculables al cambio climático. También muchas inundaciones y lluvias. En cambio, otros eventos extremos son más complejos. ¿Cuáles suponen un mayor reto y por qué?

Cuanto más complejo es un fenómeno, más difícil es. Sobre todo por los datos que necesitamos. Hay observaciones de la temperatura y la lluvia, pero no de muchas otras cosas, así que todo lo que tenga que ver con el viento o el suelo es difícil.

Los estudios de atribución son una herramienta clave para desarmar a negacionistas. ¿Tiene la sensación de que está habiendo un repunte en cuanto a negacionismo climático?

No. Lo que vemos ahora es el catastrofismo y el retardismo, pero los negacionistas absolutos se están extinguiendo por fin.

Precisamente, sobre eso le iba a preguntar. Ahora estamos en una fase donde los negacionistas evolucionan a retardistas: al ser dificil cuestionar el cambio climático, optan por restar importancia y obstaculizar toda medida efectiva. ¿Cómo combatir a esta gente?

Mientras el mundo siga siendo dirigido sólo por y para los blancos ricos, nada cambiará. El Reino Unido es ahora mismo un excelente ejemplo de ello.

¿Quién cree que es el principal obstáculo, el mayor mal de la acción climática?

Con los datos en la mano, y dejando a un lado mi papel en WWA, necesitamos luchar contra el patriarcado y el colonialismo. Son esas estructuras las que hacen posible el retardismo.

Habla de patriarcado, de colonialismo, de retardismo… La extrema derecha representa todas esas ideas. Y está en aumento en muchos países. ¿Pueden poner en peligro el progreso de la transición ecológica y energética?

No es sólo la extrema derecha. Es también la gran mayoría de la gente que está atrapada en una narrativa patriarcal basada en los fósiles de cómo ‘deberían’ ser las sociedades. Hasta cierto punto está en todos nosotros, tenemos que desaprender esto. La extrema derecha es una cosa totalmente diferente y definitivamente peligrosa, pero espero que suficiente gente se dé cuenta de ello.

Mencionaba antes a su hijo. ¿Qué planeta y sociedad quiere para él?

Una sociedad en la que pueda ser quien quiera ser sin ser juzgado. Hay una razón para vivir en Londres y no en Alemania. Una sociedad que anteponga las personas a los lobbies.

Fuente: https://www.climatica.lamarea.com/entrevista-friederike-otto/