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Miguel Morey: Lectura y artículos sobre Michel Foucault

Fuentes: Rebelión

La editorial Sexto piso ha reeditado un doble volumen de Miguel Morey sobre Michel Foucault. El primero es la reedición de su Lectura de Foucault y el segundo sus Escritos sobre Foucault.   Se cumplen los 30 años de la muerte de Michel Foucault. El año anterior a su muerte se publicó en España un […]

La editorial Sexto piso ha reeditado un doble volumen de Miguel Morey sobre Michel Foucault. El primero es la reedición de su Lectura de Foucault y el segundo sus Escritos sobre Foucault.

 

Se cumplen los 30 años de la muerte de Michel Foucault. El año anterior a su muerte se publicó en España un libro de referencia para todos los interesados en su filosofía. Se trataba del libro de Miguel Morey Lectura de Foucault, que aunque no fue el introductor de Foucault en nuestro país ( antes lo hizo, entre otros, Eugenio Trías) sí fue el primero que hizo en un trabajo riguroso y preciso sobre su lo escrito y dicho hasta el año 1978. Este mismo año se publicaron las entrevistas que hizo Morey a Foucault, centradas en el tema del poder. Tenemos aquí un estudio excepcional por varias razones. En primer lugar porque Morey es un inteligente y minucioso lector de Foucault, que ha leído ( y pensado ) todo lo que Foucault había escrito hasta el momento. La base del libro es su tesis doctoral, que leyó en Barcelona el año 1980. Pero no solo esto : él mismo había conversado y entrevistado al mismo Foucault en diversas ocasiones. Tenía además materiales sobre los cuatro primeros seminarios que dió en el Collège de France.

El libro se publicó en 1983. Para contextualizarlo es interesante el prólogo que escribe el mismo Morey en esta reedición, treinta años después. La recepción de Foucault era escasa : el mundo académico lo ignoraba casi totalmente. Foucault, entre 1978 y 1980, que acaba la tesis no publica nada, vive entre París y EEUU, y se encuentra en momento de cambio. Entre 1980 y 1983, año en que publica el libro, pasan muchas cosas en «el universo Foucault». En junio de 1984 muere Foucault y concluye su obra. El libro de Morey, recién publicado, tiene más éxito de ventas del que él esperaba. Pero Morey tiene una reserva para reeditarlo, que era la existencia de nuevos e importantes materiales para estudiar su obra. Ahora, treinta años más tarde, se reedita con algunas correcciones y completado por otro libro de Morey que recoge artículos sobre los trabajos posteriores de Foucault ( que ha publicado conjuntamente Sexto piso a este libro, bajo el título Escritos sobre Foucault ).

He de decir que para mí es un placer aconsejar este libro y lo es por varias razones. La primera es que cuando se publicó el libro yo era alumno de Morey y fue en aquel momento cuando me despertó el interés por Foucault, que es para mí uno de los filósofos más potentes de la segunda mitad del siglo XX. Dejó aquí constancia de lo estimulantes que fueron para mí ( y para varias generaciones de estudiantes de Filosofía de la Universidad de Barcelona) las clases de Morey. También lo es porque Morey forma parte del grupo que impulsó El Viejo Topo. Más allá de las cuestiones personales, hay que decir que el libro es una magnífica introducción a Foucault, en la trayectoria que comienza desde sus primeros escritos hasta la publicación del primer volumen de su historia de la sexualidad ( La voluntad de saber). Es un estudio muy sistemático y muy pedagógico. Miguel Morey escribe bien y conoce a fondo sobre lo que escribe.

Voy a plantear ahora una serie de comentarios que me parecen imprescindibles para situar este estudio en un contexto más amplio. El primero es que para entender bien el contexto de la recepción de Foucault en España hay que recurrir a dos excelentes trabajos de Valentín Galván. El primero esel libro De vagos y maleantes. Michel Foucault en España y el segundo es el capítulo que dedica al tema en un libro que él mismo coordina ( El evangelio del diablo). El segundo hace referencia a otras lecturas posibles de Foucault, realizadas todas ellas posteriormente por otros filósofos españoles , que también lo han trabajado a fondo, pero de otra manera. Porque la lectura de Morey presenta dos limitaciones : por una parte tiene un carácter demasiado apologético y por otra interpreta a Foucault en una clave determinada, que es la nietzscheana-deleuziana. Para contrarrestar esta imagen algo apologética de Foucault vale la pena recurrir a dos libros de José Luis Moreno Pestaña : Convirtiéndose en Foucault y Foucault y la política. los estudios de Moreno Pestaña ponen de manifiesto las ambigüedades personales y políticas de Foucault, lo cual no le quita, como bien apunta el propio Moreno Pestaña, su genialidad . También a Francisco Vázquez García en su libro Foucault y los historiadores ( que se refiere a la misma época de la que habla Morey ) y un artículo posterior ( «Foucault analítico»). El libro de Morey basa su desarrollo en la diferencia radical entre la etapa arqueológica y la genealógica, distinción que Francisco Vázquez García cuestiona. Éste, por el contrario, se basa en que la formación esencial de Foucault proviene de Georges Canguihem, que se sitúa en el positivismo crítico francés. Morey, por el contrario, no considera que la influencia de Canguihem sea importante y habla de una interacción mutua ( que Vázquez García tampoco niega). Hay que leer igualmente el libro Foucault : un il·lustrat radical ? de Josep Antoni Bermúdez para ver la filiación kantiana de Foucault ( que éste resaltará sobre todo en sus últimos escritos).

El Foucault de Morey aparece, bajo mi punto de vista, algo idealizado. Parece que Morey está fascinado ( por lo menos cuando escribe este libro) por el tándem Foucault/Deleuze, por la lectura común de Nietzsche y por la importancia del Anti/Edipo. Todo esto forma parte de la atmósfera intelectual y política que tiene como antecedentes a Maurice Blanchot y Georges Bataille, que es interesante pero que hoy hay que ver con mucha distancia. El propio Anti/Edipo me parece un libro que no ha soportado el peso del tiempo y es posible que el propio Foucault se diera cuenta enseguida. La concepción de la filosofía de Deleuze como creación de conceptos no me parece que fuera compartida en absoluto por Foucault. En todo caso son materiales interesantes para un debate que va más allá de las personas y que se refiere a lo que es hoy la filosofía y lo que puede aportar a la sociedad contemporánea. Aportación que es básicamente el abrir horizontes nuevos en la manera de ver, pensar y hacer. Y esto lo ha captado perfectamente Morey en su lectura de Foucault.

Todo lo comentado nos lleva a la conclusión de que el libro de Morey no debe leerse como un manual sobre Foucault ( él mismo no lo pretende) sino a una buena introducción, que hay que leer críticamente ( como le hubiera gustado a Foucault y seguro que también a Morey) al filósofo francés en su trayectoria filosófica hasta el año 1976.

El libro complementario que publica Sexto piso ( Escritos sobre Foucault) nos permite completarlo con los artículos de Morey sobre el Foucault que va de 1977 a 1984). La manera como se presenta Morey me gusta : no como un experto o un especialista en Foucault. Tampoco como un divulgador. Ni siquiera como un filósofo. Quiere ser simplemente, un profesor de filosofía en el mejor sentido de la palabra. Es decir, el que es capaz de leer y releer y de abrir caminos de acceso a un filósofo, es decir a un ejercicio de pensamiento. Podría ser una manera de dar nobleza a la filosofía entendiendo por ello una actividad creadora, la apertura de nuevos horizontes para el pensar. El oficio del profesor de filosofía sería el de invitar a recorrer estos nuevos senderos que un creador de conceptos, como diría Deleuze ( tan del gusto de Morey) ha abierto.

En primer lugar he de decir que en libro me ha decepcionado en relación a las expectativas que me había abierto. Hubiera querido un análisis de la biopolítica, del cuidado de sí y de la parresía, los últimos conceptos que Foucault elaboró y desarrolló. Me hubiera gustado una reflexión más global, más distanciada del conjunto de la filosofía de Foucault. Pero no era esta la intención de Morey, que evidentemente no tiene que coincidir con la mía, un lector posible. Morey sigue fiel a sí mismo y a su interpretación de Foucault. Sigue fiel, por tanto, al Foucault que más y mejor se inscribe en el imaginario en que se desarrolla su primer libro. Bataille, Blanchot, Deleuze y, más allá de ellos, el niezscheanismo francés que entre todos ellos se inventaron. Un Nietzsche interesante, sugerente y arrancado de la lectura nazi pero un Nietzsche cocido según sus gustos. El mismo Foucault me parece que no fue tan nietzscheano como Morey sugiere. Ni tan deleuziano : su valoración final del Ant-Edipo y del esquizoanálisis, en los que Morey tanto insistente como puntos claves del pensamiento de Foucault es más que discutible.

¿ Como hemos de valorar el libro ? Pues como una serie de desarrollos de lo que ya apuntaba en su primer libro. Es el Foucault que debe entenderse desde una concepción de la filosofía como próxima a la literatura. A la poesía sobre todo ( la presencia de René Char es permanente) pero también al arte en general y a la pintura en especial. Es un Foucault interesante y lo son los artículos de Morey, unos más que otros. Destaco, por ejemplo, Foucault responde ( que recoge las polémicas con Sartre y con Derrida ) o Recordando a Braudillard ( sobre todos por sus alusiones a Bataille), que forman parte de la parte primera ( que titula «Los moralistas franceses») También los dos que dedica a la locura, que agrupa como segunda parte ( «Todas las cosas que duran largo tiempo») Aunque filosóficamente los que me parecen más fecundos son algunos de la tercera parte, que titula

«Hablar es hablar», que analiza temas fundamentales como la noción de archivo, la concepción de la experiencia en Foucault, la tensión entre verdad y ficción. La tercera parte,»Ver es ver» tienen para mí menos interés. Y dos de los tres prólogos que forman parte de la cuarta parte del libro ( de Defender la sociedad y de Tecnologías del yo estarían más en la línea de mis expectativas sobre las últimas producciones de Foucault, al igual que el epílogos ( «Treinta años después»).

En todo caso me parece un libro, muy bien escrito y sugerente, que vale la pena de ser leído por los que quieren iniciarse en Foucault y también por los que le conocen. Pero señalando lo que para mí es una limitación : se sitúa en una determinada lectura de Morey ( la del nietzscheanismo francés ) y no entra a fondo en el último Foucault. Último Foucault que dará un giro radical que es el de entender el sujeto como algo que construimos y no únicamente como un efecto del discurso y de las relaciones de poder.