«Apenas llegados a La Moncloa en 2011 suprimieron de un plumazo el pluralismo en RTVE, devolvieron la enseñanza a la Iglesia, pretendieron suprimir el aborto, reformaron la justicia para encarecerla y privar de ella a los más necesitados, destruyeron el régimen jurídico laboral, desmantelaron la sanidad pública, promulgaron una ley Mordaza, saquearon el fondo de […]
(Ramón Cotarelo)
«El Gobierno de Rajoy es un gobierno dirigido por la Conferencia Episcopal y ejecutado por el Opus Dei. Están tratando de imponer, hasta con la violencia de la legalidad parlamentaria contra las libertades de la Declaración de Derechos, la doctina cristiana. Y los obispos, cada día rebuznan más. Muchos aún piensan que viven o en la Dictadura de Franco o en la Edad Media con una Inquisición que hoy representan sus organizaciones de abogados lanzados, como cruzados, contra todas las libertades. Y aquí estamos. Viendo como una nueva ofensiva contrarrevolucionaria impulsada y dirigida por la Iglesia católica pasa desapercibida a todo el mundo. O es que son católicos todos los políticos incluso los radicales«
(Javier Fisac Seco)
Hay que echarlos de nuestras instituciones. Mientras el Gobierno del Partido Popular persista en ellas, no saldremos de las diversas ataduras económicas, políticas, sociales y culturales de las que dependemos. Antes del verano el Grupo Parlamentario de Unidos Podemos (UP), con el apoyo de algunas otras fuerzas de la izquierda del hemiciclo, pero con la vergonzante abstención del «nuevo» PSOE de Pedro Sánchez (que alegó defectos de forma y procedimiento, aunque reconocía la urgencia y necesidad de desalojar al PP de las instituciones), y la no menos vergonzante adhesión de los Ciudadanos de Albert Rivera, impidieron que prosperara la Moción de Censura Política a este indecente gobierno. La única salida por tanto, la única esperanza si no queremos permanecer contemplando cómo involucionan, degeneran y se deterioran aún más todos los mecanismos de nuestra vida pública, es provocar un gran movimiento social que aglutine al conjunto de la ciudadanía deseosa de provocar una salida del PP del gobierno. Los motivos son múltiples, y las magníficas citas de entradilla que hemos seleccionado nos han vuelto a traer perfectos resúmenes de los mismos. El Partido Popular es una organización presuntamente delictiva que se presenta a las elecciones, un grupo político al servicio del gran capital, un representante de los intereses de los grandes poderes económicos, decidido a revertir todas las conquistas sociales alcanzadas durante las últimas décadas, aprovechando además la crisis desatada desde 2007 como perfecta excusa para dicha operación de acoso y derribo.
¿Por qué una Moción de Censura Social? Porque asistimos permanentemente a una aniquilación de todas las bases políticas y sociales donde se asienta nuestra convivencia, resumidas en un claro proceso de hostigamiento a las clases populares, que se manifiesta en la paulatina precarización del mundo del trabajo, en el desmantelamiento de nuestro Estado del Bienestar, en la privatización de los servicios públicos, en el ataque al Sistema Público de Pensiones, o en la negativa a dotar presupuestariamente a ciertas leyes, como la de la Dependencia, entre otros muchos ataque sociales. El deterioro de nuestra economía industrial es absolutamente evidente, mientras nos convertimos progresivamente en un parque turístico en el que las profesiones ligadas a dicho sector van sumando cada vez mayor número de contrataciones precarias, a la vez que engordan al gran capital propietario de los grandes recursos turísticos. La educación y la cultura son ninguneadas en un claro ataque a la universalidad, gratuidad y calidad de nuestros centros educativos, en una reducción atroz de sus recursos, y en un reforzamiento de los requisitos para su acceso. Se atacan los derechos fundamentales, como el derecho de huelga, que ha sido ignorado y sacrificado al interponer los recursos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, en una clara vulneración de los derechos de los trabajadores, en aras de una supuesta «seguridad pública». Los servicios ligados a suministros básicos son dependientes de las políticas de las grandes empresas que los hacen llegar a la población, que de esta forma se convierte en «usuarios» o «clientes», indecentes palabras cuando estamos refiriéndonos, entre otros, a la energía, el agua o los transportes, servicios de los cuales debería garantizarse también su universalidad y gratuidad.
Las políticas de obras e infraestructuras públicas (escondidas bajo el eufemismo de «Fomento») están ligadas igualmente a la promoción y salvaguarda de los intereses de las grandes empresas y corporaciones, que son las que dominan todas las licitaciones, algunas de ellas grandes joyas del IBEX-35, y que tienen desde la Monarquía hasta el Gobierno en pleno como absolutos representantes de sus balances y sus beneficios. Y en aras a todo ello, no duelen prendas en mantener indecentes «amistades» con países del Golfo Pérsico, aún a sabiendas de que son los principales financiadores del terrorismo internacional, ligados a la corriente musulmana más fundamentalista y retrógrada, si con ello consiguen grandes contratos millonarios de construcción de grandes infraestructuras en sus respectivos países, o bien satisfacen los intereses de la industria del armamento y la exportación de armas. Todas las Administraciones Públicas (sobre todo las autonómicas y las locales) están sufriendo profundos recortes presupuestarios, bajo una política de financiación centrada en la obsesiva reducción del déficit público, que utilizan en realidad como pretexto para intervenir en la adjudicación de determinados presupuestos para la financiación de los servicios públicos locales o comunitarios, que por supuesto desde el gobierno central han situado en su diana, y pretenden abatir a toda costa. Los procesos de privatización se consuman sin tregua, a marchas forzadas, bajo una clara y peligrosa deriva que nos conducirá, si no logramos revertirla, a la aniquilación de todos los recursos y bienes públicos. No se apuesta por las políticas de inclusión ni de igualdad, ni por la recuperación de la Memoria Histórica, que son leyes absolutamente ignoradas por el PP, infradotadas y rechazadas por la derecha política, social y mediática.
Mientras, los planes de Defensa y de armamento para las Fuerzas Armadas no dejan de crecer, en una escalada belicista y de total apoyo a la OTAN y a sus guerras «preventivas» y «humanitarias», y en un contexto de alineación sin fisuras con la despótica, aberrante y peligrosa deriva de la Administración norteamericana, liderada ahora bajo la figura del magnate insolente, provocador, inculto e imprevisible Donald Trump. Y en este sentido, y como el resto de países de la UE, este selecto club neoliberal, nos alineamos bajo la falaz cruzada «contra el terrorismo internacional», bajo absurdas proclamas que indican que «los únicos responsables son los terroristas», porque ellos vienen a «destruir nuestra democracia, nuestros valores y nuestro sistema de libertades». Ya hemos explicado a fondo en nuestro artículo «Terrorismo en Europa: sus causas» las verdaderas razones que mueven a este terrorismo, sus profundas motivaciones, así como las formas reales y verdaderamente pacifistas de combatirlo. Y por si todo ello fuera poco, vivimos en un asqueante ambiente de corrupción que cada día se extiende más por toda nuestra vida pública, y que ya representa de una forma vergonzosa nuestra decadente realidad cotidiana. El Presidente del Gobierno tuvo que comparecer como testigo en el juicio que se sigue contra la trama Gürtel en su primera época, dejándonos un bochornoso espectáculo que luego continuó recientemente con su comparecencia ante el Congreso de los Diputados, donde se despachó a gusto ante la incredulidad de todo el arco parlamentario, que le pedía explicaciones y responsabilidades políticas en el mayor proceso de corrupción de una interminable lista que ya ha convertido al PP en el partido político más corrupto de todo el Viejo Continente. Unas instituciones y gobernantes corruptos, aliados con un gran capital obsesionado en aniquilar todas las conquistas sociales, para convertir nuestro país en una marca comercial y en un territorio para las inversiones, y en sus habitantes, en mano de obra precaria y semiesclava. Este es el desolador panorama que contemplamos.
Hemos dejado para el final el asunto nacional de Catalunya, que va a estallar irremediablemente debido a la insensibilidad política y social de este gobierno, a su manifiesto carácter y vocación antidemocrática, y a su imperioso deseo de conservar el estatus quo derivado del obsoleto régimen derivado de la Constitución de 1978. Los motivos para el Referéndum del próximo 1 de Octubre existen, por mucho que el PP y sus inquebrantables aliados (PSOE y C’s) se empeñen en ocultarlos o deslegitimarlos. Son tan fáciles como querer dejar de pertenecer a este cortijo del PP y sus adláteres, a este país gobernado por los poderes fácticos herederos del franquismo, donde aún se respira por muchos lugares el recuerdo del dictador genocida. Desde la izquierda transformadora seguimos creyendo en la forma de Estado Federal, con Catalunya incluida, pero entendemos perfectamente (y apoyamos activamente) cómo se ha llegado a esta irreversible situación, y quiénes han sido los actores que la han provocado. Ante la intransigencia de los autoritarios gobernantes, sólo queda el camino de la desobediencia. Y esta misma desobediencia es la que queremos llevar al terreno social. Porque para enfrentarnos a todas estas políticas necesitamos la Moción de Censura Social. Necesitamos reivindicar y defender más que nunca que otras políticas son posibles, que otros enfoques democráticos son posibles, que otros modos de vida son posibles, que otras políticas públicas son posibles, que la recuperación del empleo público es posible, que un Estado Laico es posible, que la redistribución de la riqueza es posible, que la dignificación de las instituciones es posible, que la decencia en la vida pública es posible, que la erradicación de la pobreza y de la exclusión social son posibles, que la lucha contra el cambio climático es posible, que la recuperación de los servicios públicos es posible, y que el cumplimiento y el respeto a los Derechos Humanos es perfectamente posible. La Moción de Censura Social ha de enfrentarse claramente a este gobierno, para gritarle bien fuerte que todo ello es posible, pero sólo si el PP es desalojado del poder. De nosotros depende.
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