Fue durante la reciente toma de posesión de su acta de diputado en el Parlamento andaluz. El profesor de historia de secundaria Juan Manuel Sánchez Gordillo, el alcalde de Marinaleda, ese esperanzador oasis solidario en el yermo y neoliberal panorama económico y social español, toma la palabra y en lugar de recitar el vacío y […]
Fue durante la reciente toma de posesión de su acta de diputado en el Parlamento andaluz.
El profesor de historia de secundaria Juan Manuel Sánchez Gordillo, el alcalde de Marinaleda, ese esperanzador oasis solidario en el yermo y neoliberal panorama económico y social español, toma la palabra y en lugar de recitar el vacío y forzado compromiso con la demediada y mil veces falsada e incumplida Constitución monárquica, militarizada y capitalista de 1978, afirma su compromiso de lucha contra el sistema capitalista de producción, contra la dictadura de los mercados (en la calle y en el Parlamento, añade), su insumisión contra este sistema ecosuicida y explotador, y su deseo y firma convicción de dar voz parlamentaria a los que no la tienen, a los que nunca son escuchados [1].
En la senda del mejor Benjamin, de Ernesto Guevara, del Allende resistente y humanista y de las mejores páginas de Ibárruri, Nin, Simone Weil, Sacristán, Fernández Buey y de tantos otros.
¿Algún problema? Ninguno claro está, todo lo contrario. ¡Al fin, AL FIN, uno de los nuestros defiende posiciones sensatas y elementales en los salones de las instituciones del Estado que, según teoría aceptada por casi todos, no es un instrumento neutro, no es una delicada pasarela para la transformación social ni un buen y noble ángel de la guarda al servicio de los más desfavorecidos!
Todo, pues, razonable, justo e imprescindible para cualquier persona vinculada a la izquierda, sea cual sea su orientación, su tradición o su grado de rebeldía o indignación. Porque si no fuera así, si no pensáramos y sintiéramos así, ¿qué es entonces la izquierda? ¿De qué hablamos realmente cuando hablamos de izquierda? ¿De qué pasta político-cultural estamos hechos?
Pero no, para nada. Están, estábamos equivocados.
Miren y escuchen las voces de otros diputados presentes en la sede del Parlamento andaluz. Es abril de 2012, no puede precisar el día, tal vez el viernes 20. No son sólo las risotadas de Arenas, ese señorito pijo andaluz que llevamos sufriendo décadas y más décadas. No, no es sólo eso, que en definitiva es lo de menos: retrata su inconmensurable idiotez, su chulesca prepotencia de clase. Son los señoritos del siglo XXI. Hay más y no se ubica precisamente en la derechona andaluza de los cortijos e industrias contaminantes. Son burlas o caras de sorpresa de una supuesta «izquierda» que cree ridícula la intervención de Sánchez Gordillo, las únicas palabras con algo de alma que se pronunciaron ese día en sede parlamentaria
¿Dónde está la gracia? ¿De qué se mofan los diputados y diputadas que se mofan? ¿De qué papelón se habla? ¿De qué y por qué tienen y sienten vergüenza política representantes de izquierda en el Parlamento andaluz? ¿De qué se ríen realmente los diputados andaluces? ¿De su servilismo, de su infame acomodo en las instituciones?
No, en el fondo, probablemente, de las dimensiones aléficas de su estulticia, de su insufrible necedad.
Nota:
[1] http://www.elblogsalmon.com/mercados-financieros/andalucia-se-quiere-suicidar-con-la-creacion-de-su-banco-publico o, igualmente, http://www.youtube.com/watch?v=MgMcGABlhkY
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