La India está siendo afectada por una epidemia de biopiratería de la cual son responsables las corporaciones transnacionales, que patentan indebidamente la biodiversidad local y los conocimientos tradicionales de los campesinos. Primero fue la planta neem y luego el arroz basmati. Después le tocó el turno de ser patentado por las agrocorporaciones a nuestro trigo, […]
La India está siendo afectada por una epidemia de biopiratería de la cual son responsables las corporaciones transnacionales, que patentan indebidamente la biodiversidad local y los conocimientos tradicionales de los campesinos.
Primero fue la planta neem y luego el arroz basmati. Después le tocó el turno de ser patentado por las agrocorporaciones a nuestro trigo, a nuestra «atta» (harina de trigo integral) y a nuestro «chapati» (pan ázimo).
A Conagra, la empresa estadounidense, le fue otorgada una patente por la atta en agosto del 2000. En 1996, se le concedió otra patente a Unilever/Monsanto, que afirmó haber «inventado» el uso de harina para hacer unos tipos tradicionales de pan indio como el chapati. En mayo del 2003, la Oficina Europea de Patentes otorgó una patente con el simple título de «plantas» a Monsanto, el mayor comerciante del mundo en plantas modificadas genéticamente. La patente incluye un trigo que presenta una cualidad especial de baja elasticidad para la cocción al horno. Un trigo con esas características fue desarrollado originalmente en la India, pero ahora Monsanto tiene el monopolio para cultivarlo, reproducirlo y procesarlo.
La biopiratería es inicua, tanto legal como moralmente. Al permitir que las innovaciones indígenas sean tratadas como «invenciones» del «propietario» de la patente, la biopiratería constituye un robo abierto de los logros científicos, intelectuales y creativos de países como la India y debe ser contrastada.
Las consecuencias económicas de la biopiratería son serias. A corto plazo, roba los mercados exteriores a nuestros productos especiales. A la larga, si esas tendencias no son enfrentadas y si los sistemas de derechos de propiedad intelectual no son cambiados de modo de impedir la biopiratería terminaremos por pagar cánones por lo que nos pertenece y necesitamos para la supervivencia.
Si hubiera sólo uno o dos casos de esas falsas reivindicaciones, se podría pensar que se trata de meros errores de las agroempresas. Pero lejos de ser sólo una aberración de la legislación sobre patentes, la promoción de la piratería es intrínseca en ella. Los regímenes de derechos de propiedad intelectual en el contexto de la liberalización comercial se convierten en instrumentos de la piratería a tres niveles:
– En la piratería de recursos biológicos y naturales de las comunidades que son tomados libremente, sin permiso alguno, y son usados para desarrollar las economías globales. Por ejemplo, la utilización de las variedades del arroz basmati de India en beneficio de corporaciones de Estados Unidos como la Rice Tec.
– En la piratería intelectual y cultural, a través de la cual el patrimonio de las comunidades es tomado sin permiso alguno, y es usado para reclamar derechos de propiedad intelectual tales como patentes y marcas registradas incluso cuando las innovaciones y la creatividad iniciales no tuvieron lugar gracias a las inversiones de las corporaciones. Por ejemplo, el uso del nombre comercial basmati o el uso por parte de la compañía Pepsi del nombre comercial Bikaneri bhujia.
– En la piratería económica, por medio de la cual los mercados domésticos e internacionales son usurpados a través del uso indebido de nombres comerciales y de derechos de propiedad intelectual, con lo cual se afecta a las economías locales y nacionales donde tuvieron lugar las innovaciones originales, se eliminan medios de vida y se impide la supervivencia económica de millones de personas. Por ejemplo, los comerciantes estadounidenses de arroz basmati usurpan los mercados europeos y la empresa Grace usurpa el mercado de Estados Unidos a los pequeños productores indios de biopesticidas basados en el neem.
Una patente es concedida como un derecho exclusivo para las invenciones que cumplen con los requisitos de ser novedosas, no obvias y útiles. La sabiduría tradicional y sus innovaciones colectivas y acumulativas claramente no reúnen el requisito de «novedosas». Las modificaciones triviales y obvias efectuadas por personas hábiles en el campo de la innovación violan el requisito de no obviedad y por lo tanto no deberían ser patentables.
Las patentes biopiratescas obtenidas por Rice Tec para el basmati y por Monsanto para el trigo fueron en ambos casos logradas mediante la realización de modificaciones triviales y obvias a variedades de un cultivo indio con características únicas para luego reclamar derechos generales sobre las características, las propiedades y los rasgos en plantas y productos derivados de ellas.
En el caso del trigo indio la patente significa, de hecho, el monopolio de las características genéticas de las plantas y la harina hecha con ese trigo, así como «la pasta producida con esa harina y los bizcochos o similares».
En lugar de enfrentar a la biopiratería, el Parlamento de la India y los tribunales han sostenido y defendido la biopiratería de Monsanto.
De este modo la India está perdiendo su soberanía sobre las semillas, la biodiversidad y la innovación colectiva personificada en ellas. También está perdiendo acceso a los mercados europeos para sus productos de trigo con cualidades únicas proporcionadas por nuestras variedades tradicionales, que cuentan con una gran demanda pues no causan alergias y evitan el uso de sustancias químicas.
Si sigue incontestada, la biopiratería sobre el trigo hará que la plegaria «Danos el pan de cada día» sea una súplica a Monsanto.
Vandana Shiva es una escritora y militante internacional en campañas por los derechos de la mujer y por el ambiente.