En junio de 2011, la OIT equiparó los derechos de las empleadas del hogar a los del resto de empleos. Es un trabajo realizado sobre todo por mujeres y niñas. Entrevista a Cristina Carrasco «El sistema capitalista depende del trabajo doméstico para poder seguir subsistiendo» «Aumento de las posibilidades de empleo remunerado para trabajadoras y […]
En junio de 2011, la OIT equiparó los derechos de las empleadas del hogar a los del resto de empleos. Es un trabajo realizado sobre todo por mujeres y niñas.
Entrevista a Cristina Carrasco «El sistema capitalista depende del trabajo doméstico para poder seguir subsistiendo»
«Aumento de las posibilidades de empleo remunerado para trabajadoras y trabajadores con responsabilidades familiares; incremento de la capacidad de cuidado de las personas de edad avanzada, los niños y las personas con discapacidad; y un aporte sustancial a las transferencias de ingreso de cada país y entre países».
Con este reconocimiento a su aporte a la economía mundial, países, empresarios y sindicatos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptaron el 16 de junio de 2011 el Convenio 189 y la Recomendación 201 sobre el Trabajo Decente para las Trabajadoras y los Trabajadores Domésticos.
Así se equipara este sector al resto y se lleva por primera vez «el sistema de normas de la OIT a la economía informal», según el director general de dicha organización, Juan Somavia. Con la aplicación del convenio se garantiza: un salario mínimo en los lugares donde exista; pago mensual y limitación del pago en especie; y un descanso semanal de 24 horas consecutivas como mínimo; e informaciones claras sobre las condiciones de empleo y seguridad social.
Para que entre en vigor es necesario que dos países lo ratifiquen y que lo incorporen a sus legislaciones en un año desde la fecha de la segunda firma. Uruguay ha sido el primero en ratificar el texto, el 25 de abril. Según la OIT, hay al menos 53 millones de trabajadoras domésticas, de las que un 83% son mujeres, un 30% son niñas siendo la mayoría migrantes. Se estima que en los países en desarrollo representan entre el 4 y 12% del empleo asalariado. Pese a estas cifras, las leyes laborales no reconocen a las empleadas domésticas como trabajadoras de plenos derechos.
Esta desprotección lleva a situaciones como las de Indonesia o Singapur, donde en lo que va de año han muerto nueve y diez empleadas de hogar respectivamente, tras caerse desde una ventana mientras limpiaban o tendían. O como Marruecos y Guinea, donde hay niñas que trabajan más de 12 horas, siete días a la semana, muchas sujetas a violencia física y sexual. En el Estado español, hay unas 700.000 empleadas del hogar (65% migrantes) y menos de la mitad cotiza a la Seguridad Social. Además, con la crisis muchas empleadas no migrantes han vuelto a este trabajo por horas.
Campaña 12 para 12
Para lograr más adhesiones al Convenio 189 surgió la iniciativa «12 para 12», que desde diciembre pretende lograr 12 ratificaciones antes de 2013. «Hay equipos en 80 países que trabajan arduamente y hay otras redes nacionales y globales que están apoyando firmemente nuestra campaña», comenta a DIAGONAL Kattia Paredes Moreno, de la Confederación Sindical Internacional, uno de los promotores de esta acción, desde donde se reconoce que se trata de un trabajo tradicionalmente realizado por mujeres, y en consecuencia mal pagado y devaluado.
Si bien la unidad de la campaña puede ser relativizada, ésta está sirviendo para potenciar reivindicaciones locales que se llevaban a cabo desde hace años. En India, por ejemplo, todos los sindicatos están presionando al Gobierno, y si bien aún no ha firmado el documento, se han realizado grandes avances en la provincia de Maharashtra, donde desde 2009 se trabaja sobre una Ley de Trabajadores Domésticos que introduce derechos como: pensión de jubilación, de incapacidad y de familia, seguro de accidente y beneficios de enfermedad ymaternidad, según informa a este periódico Ma Gaffar, sindicalista y activista proderechos humanos indio.
En Singapur, las principales demandas giran en torno a la inclusión del sector en la Ley del Trabajo, pues son los únicos trabajadores poco cualificados que no están protegidos. Menos cobertura aún poseen las empleadas extranjeras, más de 200.000 en la ciudad Estado, quienes no pueden sindicarse y a quienes empleadores y agencias de empleo suelen retener sus pasaportes para limitar sus movimientos, según denuncia Thio Shelley, de TWC2, asociación dedicada a mejorar las condiciones de trabajadores migrantes.
«Continuamos con un intenso proceso de incidencia, y no descansaremos hasta lograr esta normativa». Así de firme se muestra Graciela R. López, secretaria de la Red de Mujeres Transformando la Economía, una de las plataformas que apoya a la Federación de Empleadas del Hogar de Bolivia.
En este país, donde menos del 1% cuenta con contrato laboral, el 2,4% tiene seguro médico y un 1,3% seguro de jubilación, llevan meses de presiones al Gobierno, ya que Bolivia aún no ha ratificado el texto. Se multiplican las acciones, con casos como el de Brasil, donde el 16 de mayo 40 mujeres ocuparon la Cámara de los Diputados para exigir la ratificación del Convenio, o el de Senegal, donde la Confederación Nacional de Trabajadores dio un plazo de cien días para su ratificación tras las elecciones de marzo.
Un avance limitado del Estado
Esta campaña tiene demasiado eco en el Estado español, ya que se han conseguido recientemente importantes avances legislativos. De agosto a noviembre se aprobaron la Ley 27/2011 para su inclusión progresiva hasta 2019 en el régimen general de la Seguridad Social, así como los reales decretos 1596/2011 y 1620/2011 sobre contingencias profesionales y la relación laboral del sector.
Se mejora sensiblemente la situación del sector al reconocer derechos como un contrato escrito e inscrito en la Seguridad Social; descanso semanal ininterrumpido de 36 horas y entre jornadas de 12 horas; salario mínimo interprofesional; permiso de lactancia y reducción de jornada por hijos menores de ocho años y elección sobre 15 de los 30 días de vacaciones, entre otros. Para Graciela Gallego, de la asociación Servicio Doméstico Activo (SEDOAC), todavía quedan aspectos pendientes como la contingencia por desempleo y el Fondo de Garantía Social.
«El Gobierno no está haciendo ningún tipo de promoción», lo que hace que en la práctica «el cumplimiento del Decreto, que recoge gran parte del Convenio 189, sea nulo», comenta Laura González, abogada de Sindihogar. Para Silvia L. Gil, integrante de Territorio Doméstico, «el fracaso de la ley en términos prácticos demuestra lo que desde colectivos sociales se advierte hace tiempo: no podemos tratar a los hogares como empresas«. Se trata pues de distinguir los cuidados necesarios y que deben ser provistos por el Estado de los que son un lujo. Todo un reto ante el panorama de recortes sociales.
Gil va más allá para exigir mejores condiciones que las del nuevo Régimen General tras la reforma laboral: «Más que nunca tenemos que realizar un cuestionamiento profundo, sistémico, desde la perspectiva de los cuidados: ¿queremos una sociedad organizada en función de la búsqueda de beneficio o en función de las necesidades y deseos de las personas?».
VOLUMEN DEL EMPLEO EN EL HOGAR
Por Amaya Pérez Orozco
Responsabilidad colectiva
«El grado en que una sociedad asume como responsabilidad colectiva el proporcionar los cuidados que la gente necesita (cuanto menos se asuma, más se privatizan las soluciones, y ahí aparece el empleo de hogar para quien puede pagar)».
Desigualdad social
«Cuanta mayor sea la diferencia de sueldos, más rentable es contratar para que te hagan todo. Y cuanto mayor sea una conciencia clasista que legitime que unas clases sirvan a otras. Un grupo de la población compra el que le hagan todo, otro grupo hace lo suyo y lo del resto».
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Movilizaciones-en-80-paises-para.html