La llegada a México de mujeres y hombres de nacionalidad China para emplearlos en las empresas maquiladoras, principalmente, constituye una violación a sus derechos humanos, toda vez que son traídos bajo engaños y con promesas falsas de mejorar su calidad de vida. Lo único que aquí encuentran es explotación laboral y privación de su […]
La llegada a México de mujeres y hombres de nacionalidad China para emplearlos en las empresas maquiladoras, principalmente, constituye una violación a sus derechos humanos, toda vez que son traídos bajo engaños y con promesas falsas de mejorar su calidad de vida. Lo único que aquí encuentran es explotación laboral y privación de su libertad.
Mu Lan vivía en la provincia de Hainan, China, y luego se mudó a Guantong para trabajar como obrera en la fábrica Duo Bao, en donde le ofrecieron trasladarla a México para trabajar.
«Salí de China el 28 de febrero de 2005, haciendo escala en Hong Kong, luego en París y finalmente llegué a la Ciudad de México el 1 de marzo de 2005. Del aeropuerto me trasladaron vía terrestre a la empresa en donde iba a trabajar, cerca de Irapuato, Guanajuato».
«Decidí salir de China porque mi vida allá no era tan buena por varias razones: siempre estaba trabajando pero, aunque tengo la nacionalidad china no soy originaria de ese país, por lo que siempre viví con un poco de discriminación. Además, poco antes de venir a México me volví al cristianismo, religión que no es bien vista en China».
La expectativa de Mu Lan al llegar a nuestro país era mejorar su vida a través de un salario que le permitiera vivir decorosamente. En Guantong no contaba con un hogar propio porque al morir sus padres se quedó sin casa y en China es común vivir dentro de las fábricas, por lo que la oferta de trabajar en México se le hizo atractiva.
«El sueldo era mayor al de China y las horas de empleo menos, también era una oportunidad para vivir mejor y empezar de nuevo».
«Al llegar a México y ver que las condiciones laborales que inicialmente nos habían descrito no eran las mismas, me sentí engañada pero seguí trabajando. Lo peor era que no tenía libertad para salir de la fábrica. Eso fue lo que me hizo dejar la empresa y pude ver entonces que no nos trataban bien y las condiciones de trabajo no eran buenas porque desde que te despertabas hasta que te dormías tenías que trabajar».
Las condiciones de trabajo en México no distan mucho de las de China: jornadas excesivas para alcanzar las metas de producción, multas por faltas, retardos. Tal vez la única diferencia era que en China Mu Lan no se sentía prisionera.
«Aquí en México, los cuartos son colectivos. Hay una sección para hombres y otra para mujeres. Sólo los chinos, que éramos como 80 o 90, vivíamos en la fábrica. Los dormitorios son de aproximadamente cuatro metros cuadrados donde duermen cuatro personas. Lo peor fue que no tenía libertad para salir de la fábrica».
Temerosa por haber escapado de la fábrica en Irapuato, Mu Lan difícilmente podrá regresar a China, donde además le es adjudicada una deuda con la empresa en la que trabajó (Duo Bao) que «supuestamente» pagó los gastos para su traslado a México.
«Pedí permiso en domingo para salir de la fábrica e ir al pueblo, salí en compañía de otra compañera de origen chino y no regresamos.
«Ahora tengo miedo de regresar a China porque incumplí el contrato laboral y además quedé a deberle dinero a la empresa. Si regreso a China es probable que la empresa tome algún tipo de represalia en mi contra por la deuda y el incumplimiento de contrato. Sé que pueden demandarme por daños para que les pague una cantidad alta de dinero y, como no lo tengo, hasta podrían mandarme a prisión, sobre todo considerando que no soy de origen chino y soy católica».
Mu Lan escapó de la fábrica junto con una amiga y llegaron a Querétaro con los familiares de ésta. Pero poco después ambas fueron aseguradas en la Estación Migratoria de Iztapalapa, porque no tenían sus documentos migratorios. Su amiga logró salir, Mu Lan no. La organización civil Sin Fronteras conoció su caso y logro sacarla bajo su custodia.
Según Mu Lan, la empresa que la contrató en Irapuato también realiza contrataciones en Singapur y, aunque dijo desconocer la forma en que éstas se realizan, deben ser muy similares a las que vivió para llegar a nuestro país.