Un grupo de mujeres prostitutas de Buenos Aires realiza una muestra artística en la que se devela ante el público el maltrato que soportan de la sociedad y el Estado.
Fotografías de cadáveres femeninos con frases como «yo era hermosa» cubren una cama. Hay imágenes de mujeres con los ojos y la boca tapados por preservativos, o con la cabeza en una caja de alimentos y definiciones escritas sobre sábanas y almohadas.
«Zona roja es el territorio de explotación sexual delimitado por la corrupción política y policial», es una de las frases. «Al Estado le pregunto: ¿por qué no tengo trabajo? ¿Por qué no tengo educación? ¿Por qué no soy dueña de decidir sobre mi cuerpo?».
«Queremos interpelar a hombres y mujeres para saber qué les pasa cuando les mostramos nuestra cotidianeidad, porque también desde la omisión se fomenta la explotación sexual», dijo a IPS Sonia Sánchez, coordinadora de la instalación.
Podría decirse que la muestra «Ninguna mujer nace para puta» es la segunda edición de esta performance. La primera fue en enero en Bolivia, donde el colectivo feminista de ese país «Mujeres Creando» inició este diálogo.
En La Paz, dos mujeres argentinas, Sánchez una de ellas, quedaron impactadas con la exposición y con las reacciones que provocaba y resolvieron realizarla en Buenos Aires.
Sánchez pertenece a la flamante AMMAR-Capital. La entidad, detrás de cuyas siglas está el nombre Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos, surgió en 2002 como una escisión de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (también AMMAR) integrada a la Central de Trabajadores Argentinos.
AMMAR surgió cuando el reclamo era de protección. Entonces todas coincidían en que la prostitución era un trabajo sexual. «Eso fue para visibilizarnos, pero ahora nos definimos como mujeres desocupadas en situación de prostitución», remarcó Sanchez.
La exposición consta de tres camas con fotos y almohadas escritas. Una está deshecha y cubierta por preservativos. La más impactante está cubierta por completo por imágenes en blanco y negro del cadáver de una prostituta.
Sobre las fotos hay frases en color rosado y letra infantil. «Yo era hermosa». «Yo creía en el príncipe azul». «Morí a mis 27 años de un derrame cerebral ocasionado por la golpiza de mi protector». Y la última: «Aún muerta el cuerpo me sigue doliendo».
En la muestra hay textos del libro «Mujer en punto cero» de la egipcia Nawal al-Sadawi, sinónimos de proxeneta («fiolo», «cafisho», «explotador», «dictador») y definición de cliente: «persona que compra sexo y goza de impunidad social».
Las mujeres de AMMAR-Capital incorporaron una pirámide de cajas de alimentos que les entrega la Secretaría de Política Alimentaria del Gobierno de la Ciudad, junto a encuestas que revelan las paupérrimas condiciones sociales en las que viven.
La mayoría son madres de más de tres hijos, viven en casas ocupadas o en habitaciones de hotel, algunas son analfabetas, y casi ninguna tiene la enseñanza primaria completa. «Si una tiene que mentir sobre donde trabaja, es porque esto no es un trabajo», razona Sánchez.
Con la pirámide de cajas y las fotografías de mujeres con los ojos y la boca tapados por preservativos, intentaron representar cómo aborda el Estado la condición de quien se prostituye por falta de alternativas.
«Somos meros objetos sexuales a los que hay que alimentar y dar preservativos. No somos sujetos de derecho. Deberíamos tener derecho a la educación y a un trabajo digno, derecho a volver a casa y decir de qué diablos sobrevivimos», subrayó Sánchez.
La exposición se realiza en el Centro Cultural Borges desde el 4 de mayo y estaba prevista hasta el 15, pero fue prolongada al 21 por la gran afluencia de público. Además, se incorporó un debate en el que participarán las organizadoras el día 19.
El público deja sus comentarios en el libro de visitas. La mayoría agradece el llamado a la conciencia. Algunos las alientan a seguir. Muy pocos rechazan el mensaje. «Nos encanta no pasar desapercibidas», dice la coordinadora.
«La repercusión es fantástica. Nos están pidiendo en las provincias del interior que sea una muestra itinerante, y también nos llamaron de Uruguay. Nunca antes se había hablado así de la explotación sexual de las mujeres», definió Sánchez.
Al terminar el recorrido, en una sábana de hotel hay recortes de diarios con artículos sobre prostitutas asesinadas y mujeres sometidas al tráfico de personas y explotación sexual. Junto a los recortes, una carta escrita por ellas.
«Señor, señora, no crea que me gusta estar parada en la puerta de su casa. Mis clientes son sus hermanos, sus maridos, sus primos, hijos y curas (sacerdotes) confesores. La prostitución no es un tema de las putas. Si no me quieres en la esquina lucha conmigo, grita conmigo: Estoy aquí para decir basta», finaliza el texto.
Sánchez explicó que en los últimos años, las prostitutas vivieron un cambio de conciencia al organizarse y pedir ser vistas como trabajadoras sexuales. Ahora, en AMMAR-Capital ellas se definen como mujeres en condición de prostitución para poder ser, algún día, solo mujeres.
«Es un crecimiento que lleva tiempo y que requiere de un acompañamiento de toda la sociedad y del Estado. Solo con el diálogo y el debate podremos nosotras salir del clóset», finalizó.