Somos ríos que fluyen. Notas del foro virtual
convocado por Mujeres y La Sexta
Las mujeres no solo luchamos contra la muerte, luchamos contra los vidatenientes. Agentes patriarcales que creen tener el derecho a usar nuestras vidas para su beneficio y explotación. Nuestras vidas, un recurso desechable más, una mercancía del capitalismo. La perversa asociación de agua con dinero es lo que ha roto los ciclos naturales en los ecosistemas; y luego, cuando el despojo está más empoderado que nunca y la Tierra tan desequilibrada, el mercado nos vende un paraíso falso de chichis de silicón. Estamos en la búsqueda de otras maneras de habitar este planeta y ser entre nosotres. Importante resaltar el papel de faro del movimiento zapatista; autonomía que desde la antigua Mesoamérica, ilumina un camino posible hacia lo pospatriarcal. También el movimiento indígena en Bolivia que ha generado su propia teoría crítica y nos da luz sobre la necesidad de autogobiernos comunitarios y para estatales. Y la hermandad del proyecto indígena americano con la lucha de la revolución de las mujeres kurdas, en la antigua Mesopotamia.
Publicamos aquí un texto hecho con retazos de discursos y reflexiones. Palabra política de las mujeres que participaron en el foro virtual organizado por Mujeres y La Sexta, titulado «Somos ríos que fluyen», que tuvo lugar en el ciberespacio, el sábado 2 de enero de 2021. Escuché con atención a cada una de las participantes y comentaristas. Tomé las notas que consideré más pertinentes, aquí están ya editados mis apuntes. La organización comunitaria sigue siendo necesaria para sostener una lucha. Hasta hoy la metodología más eficiente, desarrollada desde centenares de años atrás, por los pueblos indígenas colonizados, para una sobrevivencia digna y creativa, es la comunalidad. Los pueblos amerindios y mesopotámicos, son expertos en relaciones de reciprocidad.
Tejer redes = nuestra contraestrategia Las luchas fragmentadas son funcionales al sistema. Podríamos estar “luchando” sin cambiar nada y ni siquiera cuestionarlo. Las luchas individuales persiguen otro fin que no es colectivo. Tengamos claridad respecto a por qué y contra qué estamos organizándonos y cómo queremos que sea la vida en un escenario poscapitalista. Requerimos hacer trabajo en torno a la unidad de las luchas (y de las personas) y eliminar los sesgos que separan e incluso confrontan a las distintas luchas de los diferentes pueblos y grupos del mundo.
¡Ojo! Anoto a continuación algunos de los problemas a pensar y poner la alerta. Nuestra lucha como mujeres no escapa a la paradoja de la necesidad de la tecnología para comunicarnos, crecer y difundir propuestas, mientras que producir esta tecnología y utilizarla implica la explotación de los pueblos, los ríos y las tierras. Producción que supone el enriquecimiento de algunos cuantos, que lucran hasta con el número de veces que miramos nuestro portable. ¿Cómo vamos a lograr superar esta paradoja? Tenemos que comenzar a pensarlo. Pero ahora mismo es urgente que hagamos consciente que estamos inmersas en un régimen mundial que consume más energía cada día que pasa, para lograr su comunicación.
El orden poscovid está requiriendo ya, de más recursos para imponerse y lograr establecer su mundo. Se está produciendo más contaminación y se hace indispensable para el sistema la apropiación de las aguas; con el fin de construir hidroeléctricas y otras formas de generación de energía. Y se está consumiendo mucha más electricidad con la pandemia, dado que las telecomunicaciones, con celulares y dispositivos electrónicos aumentan con el homework y la cuarentena permanente. La comunicación de hoy está intermediada por la tecnología y es de carácter remoto, de no contacto físico. Este librito mismo, que busca ayudar a difundir las luchas por el agua y por la vida, está de entrada, montado en la logística del producto electrónico, cuya existencia es posible, gracias a la explotación de aguas y otros elementos del medio ambiente.
Otra paradoja, la necesidad de un derecho para defendernos del sistema; sistema legitimado por el derecho. Si bien lo jurídico es un campo de batalla ineludible, que además necesitamos como instrumento de combate, tendríamos que imaginarnos más allá del derecho, en la medida que éste está al servicio del dinero. Y pensar cómo trascenderlo, construyéndonos fuera de la mente patriarcal. Requerimos otra crianza, que no se base en la idea de competencia y la envidia, sino en el respeto amoroso de la individualidad en la estructura de la comunidad. Con la pandemia se paró la escuela, pero la gente necesita educación.
Necesitamos impulsar nuestras escuelitas, con pedagogías libertarias. También dejar de pintarse el cabello y de arrojar químicos al mar. Nosotres podemos cortar la cadena de lucro. Caminemos en la dirección que nos permita evitar comprar y vender mercancías y reintegrémonos a un colectivo, uno que nosotras inventemos, con nuestras amigas, o vecines. Un grupo de cercanos cuya palabra no clasifique, ni utilice la ganancia como objetivo del encuentro. Compas que nos ayuden a evitar que el miedo defina nuestra vida, para curarnos de la epidemia de fascistitis que azota a la humanidad.
Por último, es hermoso y energetizante presenciar cómo se van tejiendo las luchas de Nuestra América y el Kurdistán. ¡Me encantaría ser parte de la proclamación de un pueblo planetario!
¡Gracias a todas!