Las afroamericanas y las mujeres pobres fueron las más afectadas por el huracán Katrina, que arrasó en Estados Unidos los estados sureños de Luisiana, Mississippi y Alabama. La prensa de ese país acusa al gobierno de George W. Bush de ineficacia. Una mujer muerta y abandonada por tres días en su silla de ruedas en […]
Las afroamericanas y las mujeres pobres fueron las más afectadas por el huracán Katrina, que arrasó en Estados Unidos los estados sureños de Luisiana, Mississippi y Alabama. La prensa de ese país acusa al gobierno de George W. Bush de ineficacia.
Una mujer muerta y abandonada por tres días en su silla de ruedas en las afueras del Centro de Convenciones de Nueva Orleans, capital del estado de Luisiana, ubicada a orillas del río Mississipi, es ya insignia de la vergüenza nacional. Vera yace desde hace tres días en la esquina del centro, como si habláramos de la Quinta Avenida y la Calle Catorce en Nueva York o de la Avenida Insurgentes y la calle Londres en la ciudad de México.
Al menos tiene nombre y epitafio. «Aquí yace Vera, Dios se apiade de nosotros», dice en grandes letras sobre el plástico que cubre el cuerpo y que sujetaron con ladrillos bordeando su cuerpo, dándole la dignidad de una tumba. Otra mujer muerta flota en las aguas y ocupa la primera plana del New York Times, pero ya no es mujer: es una muerta, es la muerte.
Una niña de entre ocho y diez años fue encontrada salvajemente violada y acuchillada en los baños del Centro de Convenciones de Nueva Orleans. La historia de violaciones de menores es amplia. No fueron las mujeres, las niñas y los niños los primeros en desalojar el Centro de Convenciones o el estadio Superdome, sino hombres que, a la fuerza, evitaron que niños, mujeres y ancianos salieran. La Guardia Nacional abandonaba todas las noches su tarea de protección y vigilancia del Centro de Convenciones, dejando a los más indefensos en manos de saqueadores y violadores.
Las historias están a la vista en las fotos; otras no tanto, como la de las ancianas discapacitadas mentales de un asilo abandonadas a su suerte por empleados y cuidadores. Las ancianas colapsan por el calor de hasta 40 centígrados; las madres agonizan de angustia por el sufrimiento de sus bebés; las historias de las niñas violadas y asesinadas y de las jóvenes violadas se ocultan más, pero se constatan y los testimonios son muchos.
Un repaso rápido de las fotos y noticias nos permite estimar que son mujeres afroamericanas y pobres las que más están sufriendo, de acuerdo con los despachos informativos de diversas agencias noticiosas.
El hecho de que las mujeres sean las principales víctimas se explica por la pobreza y retraso de la zona, que tiene una de las de más altas tasas de violencia intrafamiliar de Estados Unidos y la tasa mas alta de homicidio del país; uno de los factores que explica esta situación es la disminución del número de familias tradicionales y un nuevo machismo que se diferencia del tradicional por su glorificación del predador y su culto a la violencia.
En Nueva York, en el lado este de Manhattan, cerca del Parque Central, estos actos de discriminación o violencia hubieran levantado una oleada de protestas políticas seguidas de un tsunami de demandas legales, civiles y criminales, pero hay de estadounidenses a estadounidenses; hay de América a América y de género a género.
Junto con el huracán Katrina, ser mujer, negra y pobre es la peor tragedia hoy en Nuevo Orleáns.
Katrina desnudó la fragilidad de EEUU
El huracán Katrina reveló la vulnerabilidad de Estados Unidos y colocó a la primera potencia mundial frente a la tragedia nacional más severa desde los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Mientras los medios estadounidenses no se cansaron esta semana de mostrar cadáveres flotando en las calles inundadas de Nueva Orleans -de 1,4 millones de habitantes- asolada por saqueadores, el gobierno del presidente George W. Bush recibía fuertes críticas por la falta de preparación para una catástrofe anunciada y por la lentitud en el envío de ayuda.
Las inundaciones de Nueva Orleans son las más graves en la historia de EEUU, superando con creces las que sumergieron una parte de la desembocadura del Mississippi en 1927.
La tragedia del Katrina abrió el debate sobre la oportunidad de reconstruir Nueva Orleans, una de las ciudades más cargadas de historia para EEUU, víctima de una geografía que la vuelve muy vulnerable a los caprichos de la naturaleza y que quedó casi enteramente sumergida tras el paso del ciclón.
El líder de la Cámara de Representantes, el republicano Dennis Hastert, inició la polémica al ser interrogado por un periódico local sobre la pertinencia de gastar miles de millones de dólares en la reconstrucción de una ciudad que se encuentra en gran parte bajo el nivel del mar.
«No tiene sentido», respondió Hastert, «se construyó Los Ángeles y San Francisco sobre fallas sísmicas y reconstruimos, eso es empecinamiento», afirmó, levantando indignación en Luisiana.
«Desplazar la ciudad, claramente, es una opción», estimó por su parte un ex responsable de situaciones de crisis, John Copenhaver, que dirigió las operaciones de socorro en 1999 luego del huracán Floyd en el sureste de EE.UU.
«Debemos realmente preguntarnos: hasta qué punto es necesario reconstruir Nueva Orleans, dadas las condiciones difíciles en que se encuentra», admite John Rennie, editor de la revista Scientific American.
Gran parte de la ciudad, fundada en 1718 por los franceses, está en efecto construida bajo el nivel del mar, cercada entre el río Mississippi, cerca de su desembocadura y el lago Ponchartrain. El sitio debió ser rodeado de diques, varios de los cuales cedieron ante la presión de las aguas impulsadas por el huracán Katrina, que inundaron el 80 por ciento de la ciudad.
Pero desplazar una urbe de 1,4 millones de habitantes no es fácil, y principalmente Nueva Orleans, cuna del jazz y del Mardi-Gras, carnaval típico de la ciudad, que cuenta con un rico patrimonio cultural que debería ser sacrificado: su barrio histórico francés es uno de los principales destinos turísticos del país y el ‘garden district’, de elegantes residencias coloniales a orillas del Mississippi, es una joya de la arquitectura anterior a la Guerra de Secesión.
Precisamente esos dos barrios, ubicados en zonas más altas, parecen haber resistido mejor que los otros el embate del ciclón.
«Debemos integrar a los habitantes en el proyecto de reconstrucción desde el comienzo. En cierto sentido, es una ocasión apasionante para recuperar esta ciudad tan pobre y miserable, debemos aprovechar la oportunidad que le ofrece el ciclón para reconstruirse», estimó David Schulz, urbanista de la Universidad North Western.