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Munú bajo La lanterna

Fuentes: Rebelión

Su nombre Munú como todos le llaman es un seudónimo que podría saber a frivolidad o acercarnos al mundo literario de Anaïs Nin porque semeja a los nombres que está escritora francesa escogía para dar vida a sus personajes. Pero detrás de Munú Actis Goretta existe una historia de vida muy densa, y no es […]

Su nombre Munú como todos le llaman es un seudónimo que podría saber a frivolidad o acercarnos al mundo literario de Anaïs Nin porque semeja a los nombres que está escritora francesa escogía para dar vida a sus personajes. Pero detrás de Munú Actis Goretta existe una historia de vida muy densa, y no es simplemente la muralista argentina que ideó y construyó «Orizzonti di speranze», el mural ubicado al lado del Museo Galata* en Largo Taviani.

Vive en Buenos Aires y ha vuelto a Génova, para asistir a la apertura del Pabellón MEM, una muestra permanente inaugurada el pasado 17 de noviembre, y cuyo contenido ofrece al visitante un fresco sobre el fenómeno migratorio, ya que cuenta no sólo con objetos, historias y montajes interactivos, la vida de quien con una mochila en los hombros zarpaba del puerto de Génova para Argentina, Brasil o Nueva York sino que llega hasta las migraciones actuales y a la dramaticidad de quien en una balsa llega a Lampedusa y hoy pertenece a una masa de refugiados inadvertida, o desaparecida en los fondales del Mar Mediterráneo.

Conversando con Munú sobre el vuelco en la lectura del fenómeno migratorio que ofrece la muestra permanente del Pabellón MEM, aprovecho para que me hable de su mural:

-¿Qué mundos y mensajes quieres que el observador encuentre en esta obra tuya?

-El tema del mural tiene que ver con la emigración italiana porque la obra está muy cercana de «Stazione Marittima», el lugar de donde partieron muchos italianos para Argentina, y de hecho yo tengo dos abuelos italianos.

En la problemática de búsqueda de identidad mía, muy personal, deseé querer saber que había detrás de mi historia, y entonces llegué a Rondallo lugar de donde salieron mis abuelos, un pueblito de seiscientos habitantes, un lugar pequeñito cerca de Caluso, en la región de Piemonte.

Por lo tanto en la imagen, trabajando el tema de la emigración, lo único que hice fue representar a la emigración como lo que es: Un momento de mucho dolor, de mucha angustia. Pero también deseaba que reflejara el mensaje de que de alguna manera había una esperanza, de ahí el hecho de que el mural se llame » Horizontes de esperanzas».

Y deseo aclarar una cosa, que el mural también tiene que ver con la dramaticidad de las migraciones actuales, señalar esto es muy importante, por eso en la placa dice que está dedicado a todos los emigrantes.

De muchas maneras, ya tanto en Argentina como acá, se tiene claro que las grandes migraciones se producen o por hambre o por miedos; las producen el hambre y la guerra, y son las mismas migraciones que hoy llegan a Italia.

Por eso para mí era muy importante conocer la concepción que tenían los italianos, porque muchos la veían como una cuestión de aventura, muchos aún piensan que la gente no estaba mal sino que se fueron para América de aventuras.

No, no fue ninguna aventura, se fueron por hambre, y sería un exabrupto pensar esa historia en esos términos, es como si dijéramos que las migraciones que hoy llegan a Italia vienen de aventura.

No, no vienen de aventura, escapan del hambre y de la guerra.

-¿Tú nombre es un puente de ida y vuelta, ¿qué me puedes contar sobre tus raíces?

-Mi nombre en realidad es Nilda Nohemí, mi abuela francesa me decía: «Nohemí» y cuando yo comenzaba a hablar tratando de pronunciar mi nombre, o algo similar, decía «Munú» y desde aquel entonces siempre fui «Munú», Actis Goretta es en cambio el apellido compuesto de mi abuelo italiano.

Varios abuelos y bisabuelos míos son originarios de Rodallo, y allí existe algo muy curioso, y es que todo el pueblo lleva el Actis, quien Actis Goretta o Actis Dato, quien Actis Caporale, Actis Grosso o Actis Barone, por eso cuando visité el cementerio de Rodallo y sus tumbas monumentales, me sorprendí mucho de que allí todos los habitantes eran Actis.

-El arte del mural en nuestro continente americano es prodigiosa, ¿cuáles son tus artistas preferidos?

-La cuna del mural es seguramente México. Yo he nacido en plena pampa argentina y allí nunca supe que existía el arte mural hasta que no llegué a la universidad a estudiar en la facultad de Bellas Artes, algo que había decidido de muy pequeña; por ese motivo me trasladé a quinientos kilómetros, porque quería ser artista, y cuando entré a la Facultad me enteré de que había una carrera que se llamaba Pintura mural, entonces fui a visitar un taller, supe de que se trataba y a partir de aquel instante dije: «eso es lo mío».

Enseguida cambié de carrera justo al entrar en la universidad, eso fue en el año 70 y me gradué en el 1986, porque en el 1974, por la dictadura, tuve que abandonar la facultad y exiliarme en Venezuela, fue sólo en el 1984 cuando retorné a Argentina que pude terminar la universidad y finalmente graduarme en Pintura mural.

-Mencionas a Venezuela como tu segunda patria, ¿por qué la consideras tu segunda patria?

-Es una afirmación mía muy sentida porque Venezuela fue el país que me acogió cuando tuve que exiliarme.

En Caracas viví seis años de mi vida y siempre con venezolanos.

Y en realidad en Venezuela en aquel tiempo no existía la figura del refugiado y debido a que estábamos en época de dictadura, y demás, para ir a Venezuela estábamos obligados a pedir Visa, entonces por intermedio de una gente conseguí una Visa por quince días, diciendo que iba a un encuentro de religiones en Caracas. Así, con ese cuento salí para Venezuela, y me quedé durante casi tres años en forma semi ilegal, porque me renovaban siempre la Visa, pero una Visa por muy poco tiempo y por lo tanto no podía trabajar legalmente. Pero yo trabajaba con venezolanos y ellos sabían de mi situación.

Era el momento en que Venezuela recibía mucha migración del Cono sur a causa de las dictaduras, entonces habían muchos chilenos, o argentinos, de esta gente unos estudiaban, otros hacían posgrados, y yo hacía de secretaria.

-¿Extrañas algo de lo venezolano?

-Ya no lo extraño porque han pasado muchos años. En la jerga del exilio yo era una argenven, habían otros que eran llamados argenmex, o argenper. Pero tengo absolutamente claro, clarísimo, que en esos seis años yo cambié culturalmente muchas formas de pensar que para mí eran así como eran.

Antes reinaba en mí el convencimiento de que de una manera había nacido, de una manera me había criado y de una manera había vivido, y así era. Pero cuando uno sale de su país, a uno le toca abrir la cabeza y descubrir que hay lugares donde se piensa de otra forma y que también viven, que no está mal.

Entonces ese concepto cerrado de lo que está bien y lo que está mal se abrió en mi cabeza en Venezuela, porque fue el lugar donde me tocó ir; si hubiese ido a Perú me hubiese pasado lo mismo, simplemente porque descubres un cambio, descubres gente que vive de otra forma con características que para mí eran muy llamativas.

Recuerdo que en Argentina en el año 1979 por ejemplo, era muy poca la gente que se divorciaba. En mi tierra a mí me parecía todo como más estructurado, en cambio llegué a Venezuela y allí la gente se casaba y se divorciaba dos y tres veces, así no más, y lo que para nosotros hubiese sido una tragedia de un niño, que los padres se hubieran separado: Un trauma terrible, porque los argentinos de aquella época habrían dicho» pobre niño», yo veía que en Venezuela no pasaba nada. Que los padres se divorciaban, y se volvían a casar, después tenían hermanos de parte de mamá y hermanos de parte de papá y todos vivían en armonía, nadie se moría de dolor y no iban a parar donde los psicólogos, esa era la normalidad y ese detalle me llamó a mi poderosamente la atención.

-¿Conoces los murales de la Universidad Central de Venezuela?

-Recuerdo los del Aula Magna, y de Venezuela me llamaba mucho la atención la monumentabilidad del arte cinética mostrada al público y yo elegí eso, hacer murales en la calle. Me gustaba mucho la expresión del arte cinética y el concepto de monumentalidad que conocí en Caracas, recuerdo que me gustaba mucho ver Los silos trigueros de Cruz Diez en el puerto de La Guaira o los vitrales del aeropuerto de Maiquetía.

-Eres una ex-detenida, una ex-desaparecida de la dictadura argentina: ¿Qué puesto ocupa hacer memoria en tu vida?

-La memoria es un concepto que en Argentina se ha trabajado mucho, y está ligado a lo que sucedió con Jorge Rafael Videla y su Junta Militar, para que lo ocurrido no fuera olvidado.

Esto de construir memoria es cuando cada uno cuenta su historia sobre lo ocurrido, entonces quien oye o lee esa historia, o relato, construye su memoria. Yo cuento lo que me sucedió a mí, y quien lee o oye, saca sus conclusiones.

Ahora en Argentina estamos costruyendo memoria, estamos en plenos juicios morales, penales y orales contra los militares que cometieron genocidio y desde 1981 yo soy una de los testigos en los procesos.

Desde el 1981 no he parado de testimoniar. Mi primer testimonio fueron cien páginas escritas y enviadas desde el exterior, yo estuve secuestrada trece meses junto con otras mujeres, otras compañeras, fue aquella historia del ESMA*.

Mas a principios del año dos mil, cuando ya habían transcurrido veinte años, cinco mujeres, Cristina Aldini, Liliana Gardella, Miriam Lewin, Elisa Tokar y yo, que vivimos y compartimos la esperiencia de aquel secuestro, sentimos la necesidad de contar esos trece meses de encierro y desaparición.

No contar el secuestro desde el punto de vista de la denuncia, porque la denuncia ya la habíamos hecho, sino narrarlo desde la cotidianidad del encierro y la tortura. Reconstruirlo con cada una de nuestras introspecciones y vivencias, que aunque estuviéramos juntas, vivíamos y percibíamos aquellos momentos en diferentes formas.

Contamos lo espeluznante, aquello de que por la mañana te despertabas, te lavabas los dientes y en ese momento estaban torturando a alguien. De que por la noche, mientras tú estabas comiendo, estaban torturando y matando a alguien, y no es algo que cuento con ligereza, es que aquel secuestro fue eso, mataban y torturaban y vos estabais allí formando parte de una trama ominosa, de violencia y represión llevada a la máxima potencia.

Por esa necesidad de contar nacieron las páginas de «Ese Infierno», que fue publicado por la Editorial Sudamericana en Argentina en el 2001, libro que fue traducido al Inglés y al Italiano.

En Italia salió publicado en el 2005 pero no pudo conservar su título original porque la traducción literal, según los editores, debía cambiarse dado que todo lo que se refiere a infierno en Italia está relacionado con Dante y su Divina Comedia, por eso le colocaron el título «Le reaparecide».

En Argentina la primera edición del libro tuvo un tiraje de 10 mil ejemplares que se agotaron, y tuvo que re-editarse. De aquel primer tiraje 2 mil copias tenían que viajar para España, pero a raíz de la crisis que tocó a Argentina no pudieron salir, y por lo tanto el libro nunca llegó a las librerías españolas. Ahora estoy tratando de convertirlo en formato electrónico, para colocarlo en Internet, es un objetivo próximo.

-Munú, una pregunta trillada, ¿qué mensaje puedes hacer llegar a las nuevas generaciones?

-Tú me haces una pregunta trillada y yo te responderé con palabras remanidas, a los jóvenes que nunca dejen de soñar, que militen y crean en sus ideales. Yo tuve una militancia política que sufrió una represión feroz, atróz y brutal, pero creo que la salvación, o que el mundo sea mejor, depende de una decisión social, no de una persona sola; es una cuestión compleja pero hay que romper con el individualismo y entender que las salidas son sociales.

Poco antes de saludar a Munú, le pedí que se dejara fotografar junto a su mural Horizontes de esperanzas, y ella asintió:

«Tomame la foto, pero aquí debajo de La cruz del sur*», exigió.

Esa Cruz del se me había pasado inadvertida, porque está bien arriba en un extremo del mural, es la constelación que observan los navegantes cuando están llegando al hemisferio austral.

* Faro del puerto de Génova y conocido símbolo de la ciudad.

* El Museo Galata dedica sus espacios al tema del Mar Mediterráneo y ocupa el octavo lugar en la lista de los diez primeros museos más visitados de Italia.

* ESMA: Sigla de Escuela Mecánica de la Armada Argentina.

*Una curiosa historia mitológica sobre La Cruz del Sur la sugiere www.astroyciencia.com , según la cual: » En el siglo XI d. C., el astrólogo árabe al-Biruni descubrió que desde 30º latitud norte en la India se podía ver una configuración estelar del sur, conocida como Sula: «La viga de la Crucifixión». Allen sugiere que este dato podría darnos la clave para interpretar una referencia contenida en la Divina Comedia de Dante (principios del siglo XIV). Cuando entra en el Purgatorio por la entrada que se abre al hemisferio sur, Dante declara que «dispuesto a espiar / este extraño polo, recuerdo cuatro estrellas / las mismas que vieron los primeros hombres, y que desde entonces ningún vivo a vuelto a ver.» (Purgatorio, Canto 1:22-«.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.