Pregunta (P). Usted escribe con frecuencia críticamente sobre el olvido de la historia reciente de nuestro país. Respuesta (R). Sí, porque creo que es un error no saber de dónde venimos. El dominio de las fuerzas conservadoras en el proceso de transición inmodélica, pasando de una de las dictaduras más represivas que hayan existido en […]
Pregunta (P). Usted escribe con frecuencia críticamente sobre el olvido de la historia reciente de nuestro país.
Respuesta (R). Sí, porque creo que es un error no saber de dónde venimos. El dominio de las fuerzas conservadoras en el proceso de transición inmodélica, pasando de una de las dictaduras más represivas que hayan existido en Europa a una democracia muy incompleta, hace que no se haya recuperado la memoria de lo que pasó entonces, reproduciéndose sólo la versión del pasado que promueven las fuerzas conservadoras.
(P). De ahí que usted haya escrito repetidamente que la importancia de recuperar la memoria histórica se basa en la urgente y necesaria corrección de la historia que se ha estado enseñando a nuestra juventud, y que no es la historia real de nuestro país.
(R). Exacto. La historia que se enseña en nuestro país es una historia sesgada e incompleta. Se pasó de la versión promovida durante la dictadura, que presentaba a los golpistas como «los buenos» y a los republicanos como «los malos», a la versión actual, en la que, lo que se llama los dos bandos de la Guerra Civil, son ambos «buenos y malos». Se ha pasado a un relativismo en el que, bajo el argumento de oponerse al maniqueísmo, se termina aceptando que lo que llaman los dos bandos comparten las mismas responsabilidad por la existencia del golpe militar y de la dictadura que estableció, continuando así la falsificación de nuestra historia.
(P). Según usted hubo buenos y malos.
(R). Sí, de la misma manera que en la II Guerra Mundial hubo buenos -los aliados- y malos -el nazismo y el fascismo-, en la mal llamada Guerra Civil española hubo buenos -los republicanos- y malos -los golpistas-, responsables de que hubiera un conflicto, responsables del mayor número de asesinatos políticos conocido en la historia de España y responsables del enorme retraso económico, cultural, social y político del país. Poner a los republicanos, que defendían la democracia, en la misma categoría de los que la destruyeron es, además de profundamente antidemocrático, un relativismo moral que exige ser denunciado
(P). En cambio, en España se hace constantemente.
(R). Es resultado de su limitadísima cultura democrática. Siempre me sorprende la enorme tolerancia de los medios y de la cultura política dominante hacia los fascistas o sus defensores en España. El autor de la biografía de Franco, de la Real Academia, así como su defensor en el programa «59 segundos» estarían en la cárcel en Alemania. En cambio, aquí, se les da todo un forum financiado, además, públicamente. Es vergonzoso.
(P). Permítame que le haga preguntas sobre usted. ¿Cómo se politizó usted?
(R). Desde mi infancia. Mis padres eran profundamente antifascistas, habían luchado en defensa de la República, participando en ella activamente.
(P). ¿Cómo participaron en la República?
(R). Como maestros. Eran jóvenes, entusiastas de la docencia, que estaban ilusionados con los cambios pedagógicos que la República introdujo en la escuela pública. Hay una película en España, que se titula «La lengua de las Mariposas», que narra bien la ilusión de los maestros jóvenes durante la República, con los cambios educativos. No se le han enseñado a la juventud en nuestro país las reformas progresistas que se hicieron durante la época republicana. Venía gente a España y a Catalunya para aprender de tales reformas, igual que nosotros, más tarde, íbamos a Suecia para aprender las reformas de aquel país.
(P). ¿Dónde ejercieron de maestros sus padres?
(R). Durante la República en Gironella, una población del Berguedà, cerca de los Pirineos catalanes. En realidad, se conocieron y se casaron allí. Eran los directores de la escuela pública de aquella población, claramente comprometidos con las reformas.
(P). ¿Cómo les afectó la ocupación de las tropas fascistas?
(R). Les expulsaron a los dos del magisterio. Poco se ha escrito de la enorme represión que sufrieron los maestros bajo el fascismo. Había un odio enorme de la oligarquía que dominaba España, incluyendo Catalunya, dirigido por la Iglesia, hacia los maestros, a los cuales acusaban de contaminar a los estudiantes con valores laicos, democráticos y republicanos. Los maestros fueron sujeto de una represión selectiva y brutal.
(P). Poco se ha escrito sobre ello
(R). Sí, muy poco. En realidad hay muchísimo todavía por conocer. Incluso yo, hijo de maestros represaliados, continúo descubriendo cosas. Un ejemplo es lo que viví personalmente este año. Recibí una nota de una lectora de mi blog en la que me preguntaba si yo era hijo de los maestros de Gironella, en el Berguedà, durante la República. Le dije que sí, a lo cual me respondió que a su madre, que había sido alumna de ellos, le encantaría conocerme. De ahí que mi hermano y yo fuésemos a verla. Era ya una persona de avanzada edad, una persona encantadora que se había casado también con otro alumno de mis padres. Fue una visita muy emotiva, pues nos contó mucho de lo que había ocurrido durante la guerra y después, durante la represión. Nos contó que quería que los hijos de sus maestros supieran lo amados que eran sus padres entre las clases populares de la zona. Y que, cuando fueron expulsados del pueblo, hubo una revuelta popular, con gente manifestándose en el pueblo, lo cual requería enfado y coraje, porque estamos hablando del año que comenzó la brutal represión. Me contó muchos detalles, como la movilización del pueblo para defender y ayudar a mis padres, detalles que ni mi hermano ni yo sabíamos. Nada de esto nos habían contado nuestros padres, pues nunca les gustaba hablar del pasado, un hecho característico de la generación que perdió la guerra. En realidad, durante muchos años, su silencio fue la manera de protegernos a sus hijos. Los padres querían ocultar su pasado a sus hijos, pues tal conocimiento podía acarrearnos problemas a nosotros. Era una dictadura enormemente represiva. No hay que olvidar que, por cada asesinato que cometió Mussolini, Franco cometió 10.000. Es sorprendente que a aquella dictadura se la quiere presentar como meramente autoritaria y no totalitaria. Que se lo pregunten a los hijos de los vencidos. La constante humillación y la enorme opresión psicológica, emotiva e intelectual, era totalitaria, pues invadía todos los resquicios de la persona, incluyendo su identidad. Y ello no se conoce.
(P). Debió ser doloroso para sus padres
(R). Sí, lo fue. Este silencio todavía pesa como una losa. Otro ejemplo de este silencio fue la enorme sorpresa, un día, durante la dictadura, cuando mirábamos fotografías antiguas en la buhardilla de nuestra casa, mi hermana y yo que éramos niños descubrimos una fotografía de nuestra tía Amparo, hermana de nuestra madre, con un uniforme de un campo de concentración nazi. ¡Nos quedamos de piedra! No sabíamos nada de ello. Cuando, enfadados, exigimos saber qué había pasado y por qué no nos habían dicho que la tía Amparo había estado en un campo de concentración nazi, nos dijeron que nuestras tías, no sólo la tía Amparo, sino también la tía Amalia, habían huido a Francia y más tarde, como miles de republicanos españoles, habían sido miembros del maqui francés, que luchó en contra del régimen de Vichy y de la ocupación nazi. Ambas habían sido detenidas en campos de concentración nazis. Y no nos lo habían dicho para protegernos. Ser conocido como familiar de maquis era peligrosísimo. Y lo peor es que el régimen fascista quería que nos avergonzáramos de ello, cuando, en realidad, estábamos orgullosos de ello. Recordaré siempre el primer beso que les di a mis tías cuando las vi de nuevo en el exilio. Creo que fue el mayor beso político que jamás se haya dado entre un sobrino y sus tías.
(P). Esto toca un tema también olvidado: los republicanos en el exilio
(R). Exacto. Pocos saben que la resistencia antinazi en Francia la iniciaron los republicanos españoles, pues los nazis, cuando invadieron Francia, asumieron correctamente que la mayoría de españoles que huían de España, incluyendo Catalunya, eran antifascistas, con lo cual, los republicanos fueron los primeros en organizarse en contra del régimen de Vichy y en contra de la ocupación nazi. Más tarde, cuando terminó la guerra, el gobierno francés condecoró a muchos de ellos, incluidas mis tías. Mis tías recibían incluso pensiones del gobierno francés. De Francia pasaron a América Latina, a Venezuela, como parte de la diáspora republicana, totalmente desconocida en España. Sólo algunas figuras han sido reconocidas, pero la mayoría fueron olvidadas.
(P). ¿Conoció a personas republicanas en Latinoamérica?
(R). Sí. Cuando asesoré a varios países de América Latina y visité muchos países de aquel continente, siempre intentaba ver y saludar a la comunidad republicana exiliada, para agradecerles el enorme sacrificio que habían hecho por nuestro país.
(P). Sus padres y familiares tuvieron, pues, una gran influencia en usted.
(R). Sí. Enorme. Su compromiso, su coherencia, su sacrificio, su gran dignidad y su humildad. Recuerdo una vez que les dije que para mí ellos y los tíos y tías eran héroes. Mi padre se molestó y dijo con toda contundencia: «No digas tonterías. Nosotros nos limitamos a hacer lo que cualquier persona honrada hubiera hecho en nuestro lugar. Y lo volveríamos a hacer. Era nuestro gobierno, elegido por el pueblo y creíamos en él y en lo que hacía. Y ya está. Sin hablar más de ello». Y así transmitían, además, el mensaje de que una persona de bien nunca habla de sí misma.
(P). Pues le voy a poner en un aprieto, porque quisiera que me hablara más de usted. ¿Cuándo comienza su trabajo político?
(R). Bueno, activamente a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta. Es cuando iniciamos la resistencia no armada, iniciada por el movimiento obrero y apoyada por el mundo universitario.
(P). ¿Y cómo comienza? ¿Qué hace?
(R). La dictadura temía que el movimiento estudiantil se aliara al movimiento obrero. La mayoría de estudiantes procedían de la burguesía, pequeña burguesía y clases medias de rentas altas. Y no sabían qué le estaba pasando a la mayoría de la población, es decir, a las clases trabajadoras. Así fue como unos pocos empezamos a intentar que el cuerpo estudiantil supiera de las consecuencias de la dictadura en la mayoría de la población, que pertenecía, en las ciudades, a la clase trabajadora.
(P). ¿Y cómo lo hicieron?
(R). Yo era muy amigo de Ignacio Urenda y Joan Masana. Los tres vivíamos en barios obreros. Yo vivía en La Sagrera, el barrio tradicional obrero de Barcelona. Urenda, que dirigía el partido clandestino Frente de Liberación Popular, que se llamaba el felipe antes de que su nombre se catalanizara, y que era el partido que, con el PSUC, el partido comunista, tuvo mayor implantación en la universidad en la clandestinidad. Él y yo comenzamos el S.U.T. en Catalunya, como se le llamaba al Servicio Universitario de Trabajo.
(P). ¿Y cómo lo establecieron?
(R). Infiltrándonos en el sindicato fascista, el SEU. La única manera de funcionar en la dictadura era infiltrándonos en los sindicatos verticales. Así nació, por cierto, Comisiones Obreras.
(P). ¿Y cuál era el objetivo del S.U.T.?
(R). Poner al mundo estudiantil en contacto con el mundo del trabajo, para que los primeros conocieran lo que pasaba en el segundo. Durante las vacaciones, los estudiantes trabajaban en los barrios, en las fábricas, en la pesca, en el campo, convirtiéndose en trabajadores. Este contacto radicalizaba a los estudiantes. De ahí que el S.U.T se convirtió en una de las canteras más importantes de militantes del FLP y del PSUC en la clandestinidad.
(P). Y usted dirigió el S.U.T.
(R). Sí. El primer dirigente del S.U.T. fue Ignacio Urenda. Pero cuando se fue a la mili pasé yo a dirigirlo, mientras que Joan Masana pasó a dirigir el F.L.P.
(P). ¿Dónde trabajó usted?
(R). En el Somorrostro, uno de los barrios más pobres de Barcelona. En realidad, incluso cuando terminé la carrera de Medicina, trabajé como médico en el Somorrostro. Era un barrio de inmigrantes del sur de España, que las derechas nacionalistas catalanas, como Pujol y compañía, conocían como «charnegos». Pues bien, yo era el médico de los charnegos y con mucha honra. Fue una experiencia inolvidable.
(P). ¿Qué tipo de experiencias tuvo usted en aquel barrio?
(R). Muchísimas, de todo tipo. Ser médico permitía penetrar en la vida de la comunidad. Y pasaron muchas cosas, algunas de ellas sacadas casi de una película de Berlanga. Un día, por ejemplo, llegó un camión lleno de juguetes para los niños del Somorrostro, desde París. Nos lo enviaban unas monjas francesas obreras. En Francia había sacerdotes obreros y también monjas obreras. Y nos habían visitado meses antes. Parecían más militantes del Partido Comunista francés que miembros de la Iglesia Católica. Estuvieron unos días con nosotros, ayudándonos. Yo era el único médico del barrio y estaba siempre desbordado de trabajo. Se fueron más tarde y, francamente, me olvidé de ellas. Hasta que un día, cercano al día de Navidad, me despertaron a primera hora de la mañana. Yo creía que era la Gestapo española que, irónicamente, se llamaba la Brigada Político Social. Cual fue mi sorpresa cuando vi, frente al centro, un enorme camión lleno de juguetes. Lo enviaban las monjas obreras desde París para los niños del Somorrostro. Me dio gran alegría, pero también me preocupó porque sabía que la policía vendría y amenazaría con llevar a cabo interrogatorios. Y así fue. Nos rodearon varios coches preguntándonos de dónde venían los juguetes, quien los enviaba y con qué objetivo. Recordaré siempre cuando el jefe de la policía -la Gestapo española, que se llamaba la Brigada Político Social- me preguntó, gritándome, de quién eran estos juguetes y por qué nos los enviaban, le contesté que eran para que los niños del Somorrostro se divirtieran. Entró en cólera. Creyó que le estaba tomando el pelo. Comenzaron a abrir algunos juguetes, queriendo encontrar armas o algo parecido. Retuvieron los juguetes durante varios días, hasta que al final los devolvieron y fue una gran fiesta.
(P). ¿Y qué pasó con el S.U.T.?
(R). Fue una experiencia exitosa, pues enseñó a muchos estudiantes la realidad y el significado de la dictadura. Mucha gente que ocupa lugares conocidos en la vida política e intelectual, en Catalunya, por ejemplo, se politizaron a través del S.U.T. Isidre Molas, hoy presidente del PSC, que era mi estrecho colaborador en el S.U.T., Dolores Renau, que fue directora del Instituto de la Mujer en la época de Felipe González, Josep Termes, uno de los mejores historiadores que tiene Catalunya, Nolasc Acarín y Marc Broggi, médicos muy conocidos y respetados en España, Pasqual Maragall, que fue Presidente de la Generalitat, y una larga lista. Me sabe mal no citarlos a todos porque se sentirán olvidados. Pero es que mi memoria a mi edad comienza a fallarme.
(P). Creo que Manolo Vázquez Montalbán también.
(R). Sí, a Manolo le conocí antes del S.U.T. Había militado en el FLP y colaboró con el S.U.T. Éramos muy amigos, pues los dos, y también Pep Termes, procedíamos de familias que la burguesía solía definir como familias «humildes». Era un gran ser humano, irónico, con gran sentido del humor y un gran compañero.
(P). ¿Qué relación había en la resistencia entre los partidos en la clandestinidad?
(R). Hay que tener en cuenta que estamos hablando de la clandestinidad y por lo tanto se exigía una gran discreción aunque no siempre fuera tan acentuada como se desearía pero en Barcelona hubo plena colaboración. La relación con los compañeros comunistas era excelente. Yo siempre he tenido una gran estima por aquellos compañeros, a los cuales el país debe un voto de gracia por lo que han hecho por este país, yo más tarde, colaboré con el PSUC y con el PCE durante la clandestinidad.
(P). ¿Qué quedó del S.U.T.?
(R). Bueno, teníamos incluso prensa. Y de nuevo, cuando volví del exilio en otra fiesta, mis compañeros del S.U.T. me regalaron los números que se llamaban Gacetas del S.U.T. Mi amigo Nolasc Acarín los había recogido y me los dio. Al final lo prohibieron. Vieron que, como le dije antes, era una cantera de personas que se juntaban a los partidos de la clandestinidad, y muy en especial, al PSUC y al FLP.
(P). ¿Cuándo se fue usted de Cataluña y de España?
(R). En el año 1962, un día lluvioso a finales de Setiembre. Siempre me acordaré.
(P). ¿Por qué se fue?
(R). Por una razón estructural y otra coyuntural. La primera era que yo estaba muy fichado por la policía político social y por el SEU. Martín Villa, el Jefe del SEU, me llamó un día a su despacho y en tono muy amenazante, gritándome e insultándome, me dijo que nunca encontraría trabajo en España, lo cual pude comprobar cuando terminé la carrera. No podía encontrar trabajo como médico. Trabajé en el Somorrostro en un centro de salud que no estaba ni legalizado, ni reconocido. Hubo muchos indicadores de que yo estaba fichado y que lo tendría difícil para trabajar. La razón coyuntural fue que, en una de las redadas en contra de la resistencia antifascista, los compañeros de la clandestinidad me pasaron la nota de que la policía Político Social me estaba buscando. Y así que me fui, iniciando un largo exilio.
(P). ¿Y a dónde fue?
(R). Primero a Suecia, cuyo gobierno dio mucho dinero a la resistencia antifascista. La historia de la resistencia no se ha escrito todavía. Y luego a Gran Bretaña y a EEUU. Mi ilusión fue siempre volver a Catalunya y a España, pero no me fue nada fácil.
(P). ¿Cuándo volvió?
(R). Yo he sido siempre en mi vida un académico formado en Suecia, Gran Bretaña y EEUU, impartiendo docencia y haciendo investigación en políticas públicas, que es una mezcla de economía política y ciencias políticas, centrándome en temas del Estado del Bienestar. La primera oportunidad que tuve de volver fue en la Universidad Autónoma de Barcelona, cuando el decano de la facultad de Medicina, Francesc Gonzàlez Sastre me propuso que me integrara como Catedrático Extraordinario. Hubo una oposición muy acentuada por parte de algunos sectores conservadores del partido gobernante en Catalunya, aún cuando el Conseller de Sanidad del gobierno CiU, el Sr. Laporte, encabezó una carta a la prensa firmada por intelectuales catalanes apoyando mi vuelta a Catalunya. Su hijo presionó para que la firmara. Siempre le agradecí al Conseller Laporte este acto. No compartíamos el mismo proyecto político, pero era un demócrata al cual tuve una gran estima en la que medida que le fui conociendo. Pero la oposición de derechas predominó y no se me ofreció la cátedra. Hubo bastante revuelo mediático sobre este caso.
El segundo intento fue cuando la Universidad Complutense me ofreció una Cátedra Extraordinaria de Economía Aplicada en la Complutense de Madrid. El rector Paco Bustelo me llamó por teléfono y me dijo «Nos hemos enterado que sectores de la derecha catalana se han opuesto a su vuelta a Catalunya. Estaríamos encantados de que viniera a la Complutense». Y así fue. Por desgracia, el Rector Bustelo no salió reelegido, y salió en su lugar un rector próximo al Sr. Manuel Fraga, que lo primero que hizo fue anular mi Cátedra Extraordinaria. Así se cerró esta posibilidad. Por último, me presenté a la Cátedra de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona, ganando la plaza, y más tarde de Catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Pompeu Fabra. Así fue como, por fin, me pude integrar al mundo académico, terminando mi largo exilio.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.