Desgraciadamente este artículo no tratará sobre ninguna película de Tim Burton con esqueletos parlantes, crítica a las costumbres sociales y buenos propósitos navideños… No hablaré aquí de ninguna pesadilla antes, durante o después de Navidad, sino de una pesadilla que dura todo el año -desde hace ya demasiados, además- y que tampoco se desvanece con […]
Desgraciadamente este artículo no tratará sobre ninguna película de Tim Burton con esqueletos parlantes, crítica a las costumbres sociales y buenos propósitos navideños… No hablaré aquí de ninguna pesadilla antes, durante o después de Navidad, sino de una pesadilla que dura todo el año -desde hace ya demasiados, además- y que tampoco se desvanece con las primeras luces del alba.
Mientras en el día de hoy, 24 de diciembre, y mañana 25, día de Navidad, la mayoría de personas podrá reunirse en torno a una misma mesa y compartir unos momentos familiares íntimos y preciados, para muchas otras, en cambio, está seguirá siendo otra Navidad más vinculada a la fosa sin nombre a la que, tras tantos años, continúa todavía encadenada la vida en común de numerosas familias en nuestro país: privadas de conocer la suerte y paradero de sus seres queridos desaparecidos, esos mismos seres queridos a los que el resto sí que podremos abrazar o llorar su pérdida visitándoles en su lugar de reposo.
Por eso no me resulta posible olvidarme y dejarme llevar sin más por el ritual costumbrista de los adornos navideños, el discurso, la copiosa cena, los brindis y todo lo demás, que estará hoy presente en tantos hogares. No sin detenerme mínimamente al menos en el sentido recuerdo de todas esas personas y su inalienable derecho humano a la vida familiar del que, sin embargo, las autoridades de nuestro Estado continúan sin acordarse ni hoy, ni el resto del año.
Y n o sé si en su tradicional discurso de esta noche el Jefe del Estado que está a punto de presidir la Unión Europea pero que no ha movido un sólo dedo en todo este 2009 para buscar a los ‘niños perdidos’ del franquismo -que se ha lavado las manos encomendando a las familias que vayan de fosa en fosa, de escenario del genocidio franquista a escenario del genocidio franquista, a identificar restos mortales de víctimas salvajemente exterminadas, en una especie de tour del horror, con el corazón en un puño mientras temen y desean encontrar a su propio ser querido- tendrá alguna buena palabra, sin más contenidos, o ni siquiera eso.
Pero lo que sí que sé, es que su obligación y responsabilidad legal ante todo este drama cerrado en falso, junto a la de las restantes altas autoridades es, indiscutidamente, la de hacer que el aparato del Estado busque a las decenas de miles de desaparecidos que sigue habiendo en cientos de fosas en nuestro país y que les sean devueltos, con dignidad, a los que aún les esperan de forma tan dolorosa, impactante y prolongada. Como también tengo claro que las auto-amnistías no tienen validez jurídica alguna para las situaciones de lesa humanidad – y menos que ninguna otra para las de desaparición forzada -, que son además imprescriptibles, y que la exenciones de responsabilidad e inviolavilidades introducidas por nuestra Constitución sólo entraron en vigor a partir de Diciembre de 1978, y por eso, algún día, habrá que esperar que además de darnos discursos en Navidad el actual Jefe del Estado nos explique el grado de conocimiento que tuvo o debió tener durante su mandato como Jefe del Estado de plenos poderes -entre el 22 de noviembre de 1975 y hasta el 6 de diciembre de 1978, sin más refrendo real que el de Franco que lo puso ahí- respecto de todas esas desapariciones que durante tales dos años se siguieron consumando, día a día, en nuestro país. Incluidos los ‘niños perdidos’, y todas sus madres, por entonces aún vivas, a las que se acabó dejando morir sin permitirles volver a saber nada de sus pequeños tras muchas otras navidades como estas, ya en democracia.
En todo caso suficiente con tales cuestiones tan políticamente incorrectas e incomodantes para algunos de los que sí que van a poder tener felizmente a todos sus seres queridos consigo esta noche, o, por lo menos, saber dónde están dignamente enterrados los que les falten. Que, afortunadamente, la pajita más corta no les ha tocado a ellos y ya se sabe que el mundo no es perfecto, no es cuestión de amargarse las navidades…
Así que, como es de rigor, a las Vicepresidentas de Gobierno responsables de leyes de la memoria infames, a todos los miembros del Consejo de Ministros que las aprobaron y que, afortunadamente para ellos, no tienen a su propio padre ni a ningún otro familiar en ninguna fosa común -ni a ningún hermano desaparecido sin la más mínima mención en su articulado-, a los magistrados que todavía no se han retractado de su juramento de lealtad a Franco y por cuyas manos habrá de pasar la decisión jurídica imparcial de asuntos de importancia en la lucha contra la impunidad, a los Defensores del Pueblo auto-desaparecidos ellos mismos, y al Rey de España, que lo es por tanto también de todas sus fosas, a todos ellos, Feliz Navidad.
Que la disfruten, ellos que pueden, junto a todos sus seres queridos, por mucho que hayan permitido que ese mismo derecho humano se les vaya a seguir negando en el día de hoy, de mañana, a tantas y tantas familias.
Y que en el año entrante rectifiquen y cumplan finalmente, una por una, con todas sus obligaciones jurídicas en materia de derechos humanos hacia estas familias, para que nunca jamás vuelva a haber una Navidad con fosas comunes y ‘niños perdidos’ en España. Que ese es su alto deber como autoridades del Estado, no el de las familias ni el de ninguna asociación.
Pero, sobre todo, que los días pasen rápidos y compasivos para todos los que aún esperan; que su sobrecogedora soledad y su dolor encuentre toda la paz y el consuelo posible en estas fechas y que sepan que tienen el cariño y el recuerdo permanente en la distancia de muchos, por muy poco que sea ante todo este drama de las fosas y los desaparecidos.
Miguel Ángel Rodríguez Arias es profesor de Derecho penal internacional de la Universidad de Castilla-La Mancha, autor del libro El caso de los niños perdidos del franquismo: crimen contra la humanidad y otros trabajos pioneros sobre desapariciones forzadas del franquismo que dieron lugar a las actuaciones de la Audiencia Nacional.
Fuente: http://www.elplural.com/politica/detail.php?id=41678
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