Una addenda sobre la crisis del PSOE de principios de octubre
Sigo robándote tiempo, la situación impone sus temas. Muy brevemente, unas preguntas sobre la situación del PSOE (fechadas el 4 de octubre) tras el comité federal del pasado 1 de octubre. Has hablado en un artículo reciente del motín de la oligarquía. Te pido un apunte sobre este motín oligárquico.
El fraude democrático que está teniendo lugar en este momento en el PSOE es sin duda expresión de la crisis de régimen que vivimos. El nuevo panorama político que se ha plasmado en el parlamento tras las elecciones del 20D y del 26J refleja un país plural y muy heterogéneo. En esas circunstancias, es evidente que el PSOE tenía que decidirse por una política de alianzas muy distinta a la que había estado ejerciendo en las últimas décadas, en el reducido marco del bipartidismo.
A saber…
El PSOE tenía que optar entre llegar a acuerdos parlamentarios por la derecha, con PP y Ciudadanos, o hacerlo por la izquierda, con IU, Podemos, las confluencias y otros partidos. Desde hace meses el PSOE es incapaz de resolver el dilema, y hasta el momento lo único que ha hecho ha sido huir hacia delante, sin proponer ninguna propuesta creíble. El golpe de timón que ha puesto en marcha el llamado sector crítico del PSOE…
Tiene guasa lo del sector crítico. Si Kant levantara la cabeza…
Sí, sí, tiene guasa. El golpe de timón es sin lugar a dudas un intento de impedir cualquier alternativa al gobierno de Rajoy. Un Gobierno alternativo que no tenemos muy claro que Pedro Sánchez tuviera disposición de intentar, pero que en todo caso ha sido razón suficiente para este motín oligárquico. Capitaneados por el ideólogo Felipe González, quienes buscan tumbar a Pedro Sánchez sólo aspiran a la restauración del régimen, es decir, a una salida de la crisis por la derecha. Parece evidente que el mayor pecado de Pedro Sánchez ha sido insinuar que intentaría un Gobierno alternativo con Unidos Podemos. A los amotinados no les importó el acuerdo con Ciudadanos, ni parece que tampoco la abstención ante la investidura de Rajoy y del PP. Lo que les molesta, y preocupa, es que la izquierda pueda tener influencia en las decisiones políticas y económicas de España.
En cuanto al papel de la presidenta de la Junta de Andalucía.
El papel de Susana Díaz en esta operación es paradigmático, no sólo porque se la presente como alternativa sino porque ya participó de un claro giro a la derecha en la Junta tras expulsar a IU del Gobierno y establecer una alianza con Ciudadanos.
Lo recuerdo bien.
La España que le preocupa a Susana Díaz no es la de la clase trabajadora, sino la de las grandes empresas y las grandes fortunas; la misma España que ha hablado por boca de González. Estamos hablando de una operación de restauración para evitar cualquier posibilidad de hipotético cambio. Por boca de González y de sus tropas, insisto, está hablando la oligarquía de este país, la que se siente cómoda con un Gobierno ladrón, corrupto y neoliberal como el del PP. Desde Izquierda Unida lamentamos sentirnos reforzados en nuestras tesis sobre el papel del PSOE en esta crisis de régimen. Siempre hemos denunciado que el PSOE ha sido sostén necesario de las políticas neoliberales que están aplastando a la clase trabajadora. Ahora, con este intento de cortocircuitar cualquier influencia que pudiera tener la izquierda en el país, se pone de relieve cuán de oscuros son los intereses que se ocultan tras renombradas figuras del «socialismo» español. En nuestro país, durante muchos años, han gobernado aquellos que no se presentan a las elecciones.
Es decir, para hablar con la mayor claridad posible.
Las elites económicas que financian ilegalmente a los partidos políticos y que se benefician de indemnizaciones multimillonarias concedidas por los gobiernos de turno, sean del PP o PSOE…
O de CDC o como se llame y fuerzas afines en Cataluña.
Por supuesto, por supuesto. Ya es hora de que eso cambie, aunque seamos plenamente conscientes de que el reto de enfrentarse a tamaña mafia es enorme. Pero si el pueblo trabajador se une en la lucha, y haya votado a quien haya votado en las últimas elecciones, hay esperanza y futuro. Por eso desde IU manifestamos nuestro convencimiento de la necesidad de reforzar una alternativa de izquierdas en este país. Una alternativa rigurosa y seria que proporcione soluciones concretas a los problemas de la clase trabajadora. Pues somos los trabajadores y las trabajadoras los que estamos pagando esta monumental estafa llamada crisis, y quienes nos sumimos en la precariedad, el desempleo, la inestabilidad y la flexibilidad vital.
Y ante todo eso.
Organización, unidad y lucha. No nos vamos a rendir. Aún queda mucho tiempo para que esta crisis de régimen se resuelva, de una u otra forma, y la clase trabajadora tiene la llave para que lo que venga después sea una sociedad de justicia social y no el cortijo corrupto de los oligarcas.
Pero entonces, en tu opinión, es inevitable un gobierno Rajoy.
No sé si será inevitable un Gobierno de Rajoy. Todo parece apuntar a que sí. Sin embargo, insisto, nosotros no nos rendimos. Ni ante el parlamento, ni ante la calle. Esto acaba de empezar.
Pero el caso del PSOE no es único. «De la socialdemocracia al social-liberalismo» no es un mal titular.
No lo es. El drama de la socialdemocracia europea no son estas peleas fratricidas, sino la falta de un proyecto político coherente. Es sabido que los partidos socialdemócratas abandonaron la causa socialista hace mucho tiempo, pero es menos conocido que también abandonaron hace décadas la causa socialdemócrata. El giro del laborismo británico, con su conversión al socialiberalismo de la mano de Tony Blair, y la práctica política de gobiernos como el de Hollande o Rodríguez Zapatero, por ejemplo, son la manifestación de que la retórica de los partidos socialdemócratas no casa con los hechos reales. El proyecto político de la socialdemocracia, que contribuyó a construir el Estado Social tras la II Guerra Mundial, ha entrado en aguda contradicción con el modelo institucional de la Unión Europea y con un mundo globalizado a la manera neoliberal. La inmensa cantidad de deserciones en el sector socialdemócrata, expresada tendencialmente en los resultados electorales a lo largo de toda Europa, tiene su causa en estas contradicciones de fondo. Un mundo neoliberal que está empujando a la precariedad y a la miseria a sectores cada vez más amplios de la sociedad; una situación ante la que la socialdemocracia no ha ofrecido una alternativa creíble ni rigurosa.
Más bien todo lo contrario.
Sí, sí. En la práctica sus Gobiernos se han comportado de forma indistinguible a los gobiernos conservadores. La clase trabajadora no es ajena ni a estas transformaciones económicas de fondo ni a los vaivenes políticos de las organizaciones que dicen representarla. La crisis económica continúa en nuestro país, como con otra intensidad también lo hace en el resto de Europa, y las condiciones materiales de vida de la mayoría social se deterioran a ritmos dramáticos. La clase trabajadora necesita un proyecto político que le proporcione seguridad y protección frente a la agresión del neoliberalismo y de este mundo globalizado. Un proyecto que, a mi juicio, sólo puede avanzar si se reconocen las causas profundas de esta crisis.
¿Y cuál es la «receta»?
La «receta» no es más socialdemocracia, como tampoco lo es más populismo, sino una apuesta firme y rigurosa de izquierdas, es decir, una izquierda capaz de conectar con las preocupaciones y problemas de la clase trabajadora. Ni liturgia, ni lenguaje fosilizado e ininteligible, ni debates escolásticos, ni postureo televisivo. Lo que necesitamos es una izquierda volcada en proporcionar soluciones a la clase trabajadora, cuestión que sólo podrá hacerse mediante el trabajo desde el conflicto social. No todo es malo…
Entonces, ¿contra peor mejor?
No, nada de eso, nada de eso. Las crisis son también oportunidades. Si algo ha dejado claro esta situación en el PSOE es que nosotros teníamos razón: es una estructura orgánica al servicio de la oligarquía y, sin embargo, sostenida por militantes y votantes de la clase trabajadora que se identifican con la izquierda política. La explosión de esta contraposición puede generar un cisma de suficiente envergadura como para que la clase trabajadora de este país pueda reorganizarse en un instrumento capaz de enfrentarse a la oligarquía con éxito, así como construir un modelo de justicia social. Esa es la tarea que creo le corresponde a Unidos Podemos, la de dedicarse en cuerpo y alma a aglutinar a la clase trabajadora en un proyecto político de izquierdas, independientemente de cuál haya sido su lealtad política y cuáles sus decisiones electorales pasadas.
Gracias, muchas gracias. El atraco a mano tendida ha terminado, no te robo más tiempo.
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Fuente: http://www.elviejotopo.com/articulo/organizacion-unidad-y-lucha-una-conversacion-con-alberto-garzon/
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