La separación forzada de madres de sus hijas e hijos es una de las muchas violencias racistas, capitalistas y patriarcales que se perpetúan contra de las mujeres migrantes y racializadas, en especial a aquellas que se encuentran privadas de su libertad.
Durante la semana pasada el grupo de la Red Jurídica Antirracista de apoyo a presas del módulo de mujeres del CIE denunció la inminente deportación de una mujer serbia, madre de dos niñes. La situación era especialmente grave debido a que al internarla en el CIE fue separada de sus hijes y se vio obligada a suspender la lactancia de uno de elles, de 11 meses.
En primer lugar, el internamiento no se debería haber producido debido a la situación de la mujer y su criatura, según lo disponen las propias circulares que emite el Ministerio del Interior. La gravedad de la situación fue comunicada y denunciada a distintas autoridades y organismos responsables, relacionados con la protección de los derechos de las mujeres, derechos humanos, justicia y migraciones. Pese a que existieron promesas, las respuestas no llegaron. Lo único que logró paralizar la deportación fueron medidas drásticas que la propia mujer decidió tomar horas antes del traslado al aeropuerto frente a la posibilidad de perder el contacto con sus hijes.
En un contexto donde gobiernan partidos feministas y de izquierdas, cuesta dimensionar que una mujer sea separada de su criatura e interrumpida de manera forzosa la lactancia por el hecho de encontrarse en situación administrativa irregular. Y que la única posibilidad de detener tal injusticia fuera la de poner en riesgo su propia vida. Lo cual vulnera todos los derechos fundamentales que el Reino de España dice proteger.
Sin embargo, la separación forzadas de madres de sus hijas e hijos es una de las muchas violencias racistas, capitalistas y patriarcales que se perpetúan contra de las mujeres migrantes y racializadas, en especial a aquellas que se encuentran privadas de su libertad. Esta situación no es excepcional, hay más mujeres en situación similar en el CIE de Barcelona y es una práctica también denunciada en el CIE de Aluche, Madrid.
Cuesta tratar de encontrar explicaciones a situaciones como estas donde multiplicidad de violencias institucionales se ejercen sobre personas que deberían ser protegidas por el sistema jurídico. ¿Cómo es posible que normalicemos que criaturas lactantes sean separadas de sus madres y que las madres migrantes sean doblemente castigadas por no tener papeles? ¿Por qué continuamos aceptando que el Estado de manera reiterada coloque a niñes migrantes y racializades en situación de desamparo y violencia? ¿Por qué aceptamos que se ponga en riesgo la vida de la madre? ¿Por qué existe total indiferencia desde las administraciones y movimientos feministas ante estas injusticias?
Angela Davis explica que la ideología de la maternidad no se extendió a todas las mujeres, las esclavas no eran consideradas madres. Puesto que no entraban dentro de las categorías “madres” si no “paridoras”, sus criaturas podían ser arrancadas de ellas con entera libertad. De hecho, judicialmente se justificaba que no tenían ningún derecho legítimo sobre sus hijos. Una larga genealogía de feministas antirracistas y anticoloniales han denunciando similar situación. En la actualidad, distintos colectivos de madres migrantes y empobrecidas que han sufrido el robo de sus hijes en el Reino de España continúan luchando por recuperarlas.
Frente a una práctica estatal que despliega todos sus dispositivos legales para expulsarlas y quitarles a sus hijes, es urgente disputar los discursos hegemónicos que las criminalizan y las responsabilizan de las violencias que enfrentan. Debemos fortalecer las redes de apoyo y respuestas colectivas ante estas situaciones porque la vida de muchas de las mujeres actualmente encerradas en los CIEs se va en ello.
Fuente: https://www.pikaramagazine.com/2023/05/ni-mujeres-ni-madres-inmigrantes-ilegales/