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La Fundación Nicolás Guillén y la Asociación Valenciana José Martí divulgan el legado del escritor cubano

Nicolás Guillén: poeta, negro y comunista

Fuentes: Rebelión

Hijo de una familia de clase media («de la pequeña burguesía negra», según afirmaba), exiliado seis años durante la dictadura de Batista, militante comunista y uno de los fundadores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), Nicolás Guillén (Camagüey, 1902-La Habana, 1989) está considerado como el poeta nacional cubano; traducido a más […]

Hijo de una familia de clase media («de la pequeña burguesía negra», según afirmaba), exiliado seis años durante la dictadura de Batista, militante comunista y uno de los fundadores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), Nicolás Guillén (Camagüey, 1902-La Habana, 1989) está considerado como el poeta nacional cubano; traducido a más de 25 idiomas, en 1955 se publicó su antología de versos en ruso, con una tirada de 155.000 ejemplares. Con el fin de preservar, estudiar y divulgar su legado, la UNEAC y la familia del poeta constituyeron en 1991 la Fundación Nicolás Guillén, que impulsa proyectos socio-culturales y actividades artísticas para la formación en valores. Las iniciativas se desarrollan, hoy, en comunidades «que se hallan en desventaja respecto a otras», afirma Nicolás Hernández Guillén, presidente de la fundación y nieto del poeta, durante su estancia en Valencia invitado por la Asociación Valenciana José Martí de Amistad con Cuba. «No hacemos arqueología», resalta, en relación con el fin práctico de las iniciativas.

El objetivo es propiciar la vigencia de Guillén, de las ideas que ayudó a construir y defendió durante toda su vida: la justicia social, la solidaridad, la soberanía de la nación cubana y el antiimperialismo. También, la recuperación de las aportaciones «negras» al patrimonio cultural cubano. En 1930 Nicolás Guillén publicó en «El diario de la Marina» los ocho poemas de su libro iniciático, «Motivos de son», con enorme eco en la isla: por primera vez la población negra aparecía en la poesía -en lengua castellana- con su cultura y folclore. Al año siguiente, el poeta adoptó el mismo enfoque en otra compilación de poemas mulatos, «Sóngoro Cosongo». Para el despliegue de esta actividad, la fundación Nicolás Guillén cuenta con filiales en todas las provincias cubanas, algunas meramente formales; en otros casos, con una actividad intensa. Nicolás Hernández Guillén destaca los proyectos de dinamización cultural y acceso a la enseñanza artística en comunidades de La Habana, Ciego de Ávila y Cárdenas (Matanzas).

En la comunidad de «Rinconcito», en el municipio de Jobabo (provincia de Las Tunas), la Fundación Nicolás Guillén colabora desde 2013. Se trata de una región cubana que se vio particularmente afectada por el desplome del bloque soviético y las carencias que impuso el «periodo especial» (falta de fertilizantes y equipamientos de laboreo, entre otras). A ello se agregó, en unas comunidades relativamente aisladas, la degradación de los suelos, la salinización de las tierras y el impacto negativo del régimen de lluvias. Ante la merma de la producción agraria, de la población y el deterioro de las comunicaciones, el último recurso fue la cultura. Según Nicolás Hernández Guillén, «fue el último bastión de resistencia». Los maestros comenzaron a trabajar con niños y adolescentes del territorio, para que casi sin recursos aprendieran música o representaran poemas como «Abdala», de José Martí.

Los proyectos no se circunscriben sólo a la isla. En el verano de 2015, la Asociación Valenciana José Martí de Amistad con Cuba y la Fundación Nicolás Guillén firmaron un convenio para promover los intercambios culturales y el desarrollo de brigadas solidarias en Cuba, que desde hace algunos años promueve la asociación. Además, las dos entidades trabajan en la conmemoración, en 2017, del 80 aniversario del II Encuentro de Intelectuales en Defensa de la Cultura, que se inauguró en Valencia en 1937, y desarrolló sesiones en Madrid, Barcelona y París. En este congreso organizado en apoyo de la II República española participó una delegación cubana, encabezada por Nicolás Guillén. Otras iniciativas en las que participa la fundación revisten un contenido estrictamente poético. En enero de 2016, la Editorial Letras Cubanas, el Instituto Cubano del Libro y la Fundación Nicolás Guillén concedieron el premio que lleva el nombre del poeta, el más importante de cuantos se otorgan anualmente en la isla, al escritor avileño José Rolando Rivero, por su cuaderno «Bosques Fractales», según informaciones del diario «Granma».

Además de presidir desde 1996 la fundación que rinde homenaje a su abuelo, Nicolás Hernández Guillén es profesor de Matemáticas en la Universidad de La Habana, donde imparte la asignatura de «Inferencia Estadística». Militante del Partido Comunista, se doctoró en Ciencias Matemáticas en 1982, a caballo entre las Universidades de La Habana y Belgrado. Durante muchos años se dedicó al diseño de encuestas por muestreo, y participó en el diseño de investigaciones sociológicas destacadas, como el «Programa de Estudios sobre la Juventud». ¿Cuál fue la herencia más destacada de Nicolás Guillén? «Su obra contribuyó a construir la narrativa que necesitaba la revolución socialista; por eso se entusiasmó tanto cuando Fidel propuso la recuperación de José Martí», responde el nieto del poeta. «Martí fue absolutamente escamoteado desde la fundación de la República». Pero la nueva narrativa revolucionaria partió del legado cultural del «brillante siglo XIX cubano», que, gracias al trabajo de los esclavos negros, propició el desarrollo de una burguesía singularmente ilustrada (iniciada con Félix Varela y conclusa, a finales de siglo, con la figura de José Martí). «Mi abuelo es heredero de esa tradición de pensamiento, al que la burguesía renunció cuando se produjo la ocupación norteamericana de 1898», sostiene Nicolás Hernández Guillén. «Malvendieron sus bienes materiales -sobre todo las tierras- al capital estadounidense, y se desentendieron de cualquier pretensión nacionalista». Asimismo, «Aceptaron la propuesta cultural diseñada para Cuba por Estados Unidos».

Entre las últimas actividades organizadas por la fundación, destaca el X Coloquio y Festival Internacional de Música y Poesía Nicolás Guillén, celebrado entre el 22 y el 24 de marzo de 2016 en La Habana. El certamen se dedicó a «África y su diáspora», en el 130 aniversario de la abolición de la esclavitud en Cuba. Se conmemoraba, asimismo, el 50 aniversario de de la primera edición del libro «Historia de un cimarrón», de Miguel Barnet, sobre la vida del último (ex) esclavo superviviente de América, Esteban Montejo. Además de ponencias sobre historia, pensamiento, cultura y diáspora africana, la programación incluyó la lectura de poemas y exposiciones. Se proyectaron documentales como «Reembarque», de Gloria Rolando, sobre los braceros haitianos que laboraron en Cuba como mano de obra barata. O «La conjura de Aponte», de Regino Olivares, sobre este negro libre, que encabezó un levantamiento antiesclavista. En «Código color, memorias», de William Sabourin O’Reilly, los espectadores se enfrentaron al problema de los prejuicios raciales. Nicolás Hernández Guillén explica que los negros cubanos demostraron históricamente una «extraordinaria» capacidad de resistencia para preservar sus valores culturales, ya que el sistema esclavista pretendía volver hegemónica la visión del colonizador. Ejemplo de la resistencia fueron los elementos religiosos -particularmente los cultos sincréticos- que impidieron en Cuba una preponderancia de la iglesia católica, algo que sí ocurrió en otros países de América Latina.

Nicolás Hernández Guillén puntea finalmente, de una antología que toma en sus manos, algunos poemas del autor de «Motivos de son», «Elegía a Jesús Menéndez» (líder obrero del sector azucarero asesinado en 1948), «Sóngoro Cosongo», «El son entero» o «West Indies Ltd». Por ejemplo, «Mi patria es dulce por fuera…», de 1947, donde señala los males que afectan al pueblo cubano: «El hombre de tierra adentro/está en un hoyo metido,/muerto sin haber nacido,/el hombre de tierra adentro./Y el hombre de la ciudad,/ay, Cuba, es un pordiosero:/anda hambriento y sin dinero,/pidiendo por caridad,/aunque se ponga sombrero/y baile en la sociedad./(Lo digo en mi son entero,/porque es la pura verdad.).

En el «Son número 6» aparece la mezcolanza étnica característica de Cuba: «Estamos juntos desde muy lejos,/jóvenes, viejos,/negros y blancos, todo mezclado;/uno mandando y otro mandado,/todo mezclado;/San Berenito y otro mandado,/todo mezclado;/negros y blancos desde muy lejos,/todo mezclado…». En «La Gaceta de Cuba», publicó en junio de 1963 el poema «Tengo», en el que el poeta (negro) canta los logros de la Revolución: «Tengo, vamos a ver,/que no hay guardia rural/que me agarre y me encierre en un cuartel,/ni me arranque y me arroje de mi tierra/al medio del camino real». «Tengo, vamos a ver,/que ya aprendí a leer,/a contar,/tengo que ya aprendí a escribir/y a pensar/y a reír». Y termina del siguiente modo: «Tengo que ya tengo/donde trabajar/y ganar/lo que me tengo que comer./Tengo, vamos a ver,/tengo lo que tenía que tener».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.