Filomena nos está mostrando bien lo que es nevar. ¿Se imaginan si esos copos de nieve que están cayendo fueran de amianto?. Sería una película de terror, pero esa película ha sido real. La era COVID nos ha recordado la importancia de la transmisión aérea de agentes patógenos, tanto infecciosos como tóxicos. Los infecciosos por lo general matán rápido, los tóxicos suelen matar lento, pero todos matan. Y todas las vidas acaban antes de tiempo. El amianto ha sido utilizado como nieve artificial en decorados navideños como muestra la colección de imágenes de la galería ASBESTORAMA, el mejor repositorio sin duda de fotografías sobre materiales que contienen amianto, propiedad del ingeniero industrial Tony Rich. La nieve artificial de amianto fue una mala idea, una idea letal.
Asbestorama https://www.flickr.com/photos/asbestos_pix/3563213336/in/album-72157612373287384/
Al parecer, en los estudios de RTVE en Prado del Rey, en los años 70 y 80 del pasado siglo “los programas cara al público, cuyas ovaciones provocaban vibraciones en la estructura del plató, hacían que una fina «llovizna» de polvillo grisáceo, perfectamente visible a través del haz de los focos, cayera sobre los trabajadores y sobre el resto del personal allí presente”. Ese polvillo de fibras de amianto inhalado por actores y presentadores pudo hacer estragos décadas después, como sostiene Joaquín Ortega Herrera, arquitecto técnico e ingeniero de edificación, experto en amianto y autor entre otros de: “El médico y el amianto” y “El fontanero y el amianto”.
.https://www.ideal.es/gente-estilo/heroe-televisivo-infancia-20180505105309-nt.html
El 5 de mayo de 2018 fallecía a sus 75 años de edad el entrañable José María Íñigo, héroe televisivo de la infancia de muchos españoles e hispanos del nuevo mundo. La radio, su radio, dio la noticia: “Hace sólo unos minutos hemos sabido que mi amigo, mi compañero, mi cómplice, mi maestro, José María Íñigo ha fallecido”. Pepa Fernández, presentadora del programa No es un día cualquiera de RNE en el que el histórico periodista colaboraba desde el año 2000, anunció la desaparición de uno de los iconos de la radio y la televisión en España. Famosos y no famosos lloraron la muerte de José María Íñigo en Twitter. En aquel entonces, solamente supimos que había fallecido de cáncer, en algún medio se dijo que de un cáncer de pulmón. Pero no, José María Íñigo no falleció por un cáncer de pulmón y lo hemos sabido ahora. El pasado 5 de enero, Joaquín Ortega Herrera nos ha desvelado la realidad del diagnostico: MESOTELIOMA PLEURAL. El diagnóstico de mesotelioma es uno de los más terribles diagnósticos de cáncer. Una enfermedad prácticamente mortal de necesidad. Una enfermedad que solamente tiene una casusa: la exposición al amianto. Una enfermedad por tanto evitable y cuya relación con el amianto está fuera de toda duda.
Imagen histológica de un mesotelioma con elevado grado de anaplasia (las flechas señalan las celulas mesoteliales malignas con mayor grado de atipia), procedente del microscopio virtual de la Universidad de Leeds https://www.virtualpathology.leeds.ac.uk/slides/library/view.php?path=%2FResearch_1%2FProf_Quirke%2FTISSUE_BANK%2FGIFT_16%2F17229.svs
El mesotelioma es el mejor marcador epidemiológico de riesgo de amianto. La exposición al amianto en el puesto de trabajo ha sido con creces extraordinariamente más elevada que la exposición ambiental de origen no laboral. La cuestión de la diferencia de magnitud entre ambos tipos de exposición es muy importante. La concentración de fibras de amianto en el ambiente laboral era de entre 100 y 600 f/ml antes de los años 60 del pasado siglo, de 20 f/ml en los 60, de 1-2 f/ml en los 70, y 0.5 f/ml a partir de los 80 (expresadas en f/l estas concentraciones serían respectivamente 100000-600000, 20000, 1000-2000, y 500). En la exposición ambiental el rango típico de fibras por litro (f/l) es de 0.1 a 1-5, y en casos excepcionales de 50. Es decir, hay varios órdenes de magnitud de diferencia (hay que multiplicar por 100, 1000, o 10000 para comparar ambas concentraciones). Como bien argumenta el Dr. Antonio Agudo Trigueros, autor de la tesis doctoral Mesotelioma pleural y exposición ambiental al amianto, cuando hay evidencia de exposición ocupacional la posibilidad de ser el origen del mesotelioma es tan superior a cualquier eventualidad de exposición ambiental, que prevalece sin lugar a dudas como origen de la patología.
Hasta que hemos sabido la causa de la trágica muerte de José María Íñigo, era Espinete la última víctima conocida del amianto en TVE. Espinete fue un entrañable personaje televisivo, protagonista principal de Barrio Sésamo, que se emitió durante los años 80 del pasado siglo, interpretado por la actriz Chelo Vivares. Simbolizaba ser un erizo gigante (medía más de 1,80 m) de color rosa, que junto a su inseparable amigo Don Pimpón convivía en un barrio con varios personajes de la serie. Las fibras de amianto que flotaban en el aire de los estudios de Prado del Rey de RTVE como microscópicos copos de nieve impregnaron la piel de Espinete y el traje de Don Pimpón. Afectados por la contaminación por amianto de los platós número 10 y 11 de Prado del Rey ambos disfraces, junto a miles de trajes, vestidos y demás atuendos y complementos que se conservaban en RTVE de programas emitidos desde 1956, acabaron en un vertedero de residuos peligrosos a las afueras de Madrid. Pero entre Espiente y Don Pimpón actuaba un personaje de carne y hueso, no cobijado bajo ningún disfraz. Ese personaje era “CHEMA EL PANADERO”.
https://www.blogodisea.com/murio-chema-el-panadero-de-barrio-sesamo.html
El actor que encarnaba a “Chema el panadero” y que presuntamente pudo haber soportado la contaminación por amianto sufrida por Espinete y Don Pinpom, era Juan Ramón Sánchez Guinot. ¿Qué fue de Chema (Juan Ramón Sánchez), el panadero de ‘Barrio Sésamo’?
Vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=8vPl5qtNINY
El 10 de abril de 2008 Juan Ramón Sánchez Guinot falleció a causa de un cáncer de pulmón que le había sido diagnosticado poco antes. Tenía 51 años. Murió en su casa, rodeado de su familia, víctima de un cáncer que se lo llevó en poco más de un mes. Su mujer, Consuelo Vivares (la actriz que se escondía dentro del muñeco de Espinete) decidió que el mejor homenaje a su marido era no suspender la función durante el fin de semana, pese a que ella misma coprotagonizaba la obra que estaban representando, «Por los ojos de Raquel Meyer». Ése fue su particular tributo al hombre con el que había compartido su vida y su profesión, y con el que tenía un hijo de veintipocos años. ¿Pudo haber sido también “Chema el panadero” víctima del amianto?
https://twitter.com/anetoup/status/1158653638119755777
Esa misma pregunta me hice cuando supe del fallecimiento de José María Íñigo. El artículo, publicado el 8 de mayo de 2018 en los extintos medicablogs de DM, pretendía llamar la atención del ya conocido riesgo de amianto en RTVE, puesto que es el cáncer de pulmón, y no el mesotelioma, el tumor que con más frecuencia provoca el amianto. Se estima que por cada mesotelioma, entre cuatro y diez cánceres de pulmón son causados por el amianto. Pero así como detrás del mesotelioma siempre está el amianto, no sucede lo mismo con el cáncer de pulmón que es causado tanto por el amianto, como por el radon, el humo del tabaco y los gases de escape de motores diesel. Por último, hay otro aspecto a considerar en la trilogía amianto, cáncer de pulmón y mesotelioma. En muchos casos el diagnóstico histológico del mesotelioma es dificil y un mesotelioma epitelioide puede confundirse con un adenocarcinoma de pulmón. Es por ello recomendable, en caso de duda, reestudiar el material archivado en los Servicios de Anatomía Patológica. En la Comunidad de Madrid hay obligación de guardar dicho material durante al menos 20 años.
Cotejado de bloques de parafina con sus cortes histológicos para comprobar si el corte es representativo del tejido archivado. Imagen propiedad del autor.
Los bloques de parafina guardados en los Servicios de Anatomía Patológica son un tesoro. Permiten estudiar de nuevo el tejido con técnicas especiales que pueden modificar el primer diagnóstico. Es así como se reclasifican lesiones y el patólogo puede proporcionar nuevas respuestas. Concluyendo, el mesotelioma pleural por el que falleció José María Íñigio viene a confirmar la realidad del riesgo de amianto en los estudios de RTVE en la segunda mitad del pasado siglo. Lamentablemente, cabe esperar que salgan a la luz nuevas víctimas entre los trabajadores expuestos. Ese colectivo debería seguir los protocolos de Vigilancia de la Salud de los Trabajadores Expuestos a Amianto (PIVISTEA), con objeto de que pudieran beneficiarse de un diagnóstico precoz de las enfermedades asociadas al amianto. Seguir las huellas en la nieve de amianto plantea preguntas cuyas respuestas pueden estar guardadas en los bloques de parafina.