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¡NO a las maniobras de la OTAN!

Fuentes: Rebelión

«El pueblo español tiene que tomar conciencia de los riesgos a los que conduce esta escalada de intervenciones militares, que no responden a amenaza alguna a su seguridad. Únicamente la expresión contundente y decidida de sus ciudadanos contra la presencia en España de unidades de los Estados Unidos y contra la participación de España en […]

«El pueblo español tiene que tomar conciencia de los riesgos a los que conduce esta escalada de intervenciones militares, que no responden a amenaza alguna a su seguridad. Únicamente la expresión contundente y decidida de sus ciudadanos contra la presencia en España de unidades de los Estados Unidos y contra la participación de España en la OTAN podrá detener esta alocada carrera» (Manuel Pardo de Donlebún)

«La guerra global se ha desatado, aunque su existencia pase desapercibida entre los medios de comunicación de masas, que muestran sus diferentes episodios como sucesos inconexos cuya culpabilidad corresponde siempre a otros. La disponibilidad de ejércitos profesionales, a los que se paga para mantener el ruido alejado de nuestros hogares, permite a las sociedades de las potencias centrales seguir ignorando una realidad que es ya insoportable para buena parte del planeta» (Comunicado de la Plataforma Global contra las Guerras ante la visita de John Kerry a Madrid, 30/5/2015)

Están previstas para estos meses de octubre y noviembre las mayores maniobras de la OTAN desde el período que se dio en llamar de la Guerra Fría, y que transcurrió durante varias décadas después de la Segunda Guerra Mundial. Y hoy, en un escenario bélico en algunas zonas del planeta, y prebélico en muchas otras, nos parece una auténtica provocación la organización de estos actos. Participarán más de 30.000 efectivos de 30 países, de los que 8.000 son españoles, que utilizarán todo tipo de armamento de última generación, ensayando todo tipo de tácticas de guerra global. La anfitriona será nuestra Península Ibérica, lo que pone de manifiesto su tremenda importancia en la geoestrategia militar de la región. De hecho, el Embajador de EE.UU. en España recalcaba hace unos meses el papel esencial de las bases militares de Rota y de Morón (ésta última se acaba de transformar en base permanente, con el consiguiente incremento de efectivos militares), como soporte de las fuerzas de intervención rápida.

Como sabemos, la OTAN se ha convertido en el campo de operaciones militares para todo el planeta, y ya ha dejado de tener como objetivo la defensa militar de sus países miembros. Se trata pura y simplemente de una alianza para la guerra, tal como se ha demostrado en muchas otras «intervenciones» a lo largo de su más reciente historia. Se ha declarado que estos ejercicios serán de «alta intensidad y alta visibilidad», ya que además del propio entrenamiento bélico, constituirán una demostración de su fuerza y capacidad de intervención. Y es que la OTAN es hoy día una gigantesca maquinaria de guerra, una alianza militar formada por 25 países y 7 socios, que acumula el 70% de las fuerzas militares de todo el mundo. Y en nuestro país, la Base de Rota se ha incorporado al Escudo Antimisiles, y la Base de Morón es la sede de la Nueva Fuerza de Intervención Rápida, definida como punta de lanza por la propia OTAN. Las maniobras han sido bautizadas como «Trident Juncture 2015» (TRJE15), y pretenden comprobar la capacidad de reacción frente a cualquier situación que consideren que requiere una intervención militar, y probar sus auténticas capacidades de cara a una posible intervención.

Y evidentemente, esta situación coloca a España como un claro país «cómplice» de las posibles campañas de agresión imperialista que puedan llevarse a cabo desde las instalaciones situadas aquí, todo lo cual eleva el riesgo de represalias que podamos sufrir en el futuro. Porque lo cierto es que el protagonismo de nuestro país en la Alianza Atlántica ha sido siempre creciente, desde nuestra entrada a mediados de los años 80 hasta la última legislatura de Zapatero, y la actual de Rajoy. Y con el conflicto en Ucrania bastante activo, estas maniobras pueden ser entendidas como una forma de enseñar músculo, de demostración de fuerza, ante una Rusia dispuesta a intervenir para defender sus intereses en el Este de Ucrania. Según nuestro servil Ministro de la Guerra (más bien podríamos decir «de las Armas»), Pedro Morenés, «el hecho de que España albergue el ejercicio más importante y potente de la OTAN pone de manifiesto el compromiso adquirido con la Alianza y la importancia que se le concede al adiestramiento como mejor garantía de la contribución de las Fuerzas Armadas a la seguridad internacional«. Y nosotros nos preguntamos qué concepto de la «seguridad internacional» tendrán no sólo el señor Morenés, sino también los dirigentes de los numerosos países invitados a los ejercicios, como Australia, Túnez, Marruecos, Afganistán, Japón o Brasil.

Para introducir un poco de cordura, retomo las palabras de Manuel Pardo, cuando afirma: «Todo ello supone una cesión de soberanía absolutamente incompatible con los auténticos intereses y necesidades del pueblo español, que resultan de esta manera despreciados olímpicamente por sus gobernantes y todo el establishment político del régimen del 78, más preocupados por asegurar los beneficios de los poderosos que por construir un mundo más justo y más seguro«. Es absolutamente necesario que extendamos una conciencia colectiva en torno a los riesgos a los que nos conduce esta escalada y ofensiva militar, que no responde a amenaza alguna para nuestra seguridad. Y mientras, la ofensiva estadounidense no desaprovecha ninguna oportunidad. En mayo pasado visitó Madrid John Kerry, el Secretario de Estado norteamericano, para firmar la conversión de la Base de Morón como base permanente, a las órdenes directas del USAFRICOM (Mando de los Estados Unidos para África), donde residirá un retén permanente de 850 marines, ampliables a 3.500 en caso de crisis, con capacidad para desplegarse en cuestión de horas en el corazón del continente africano. Para poder convertir a Morón en base permanente, el Gobierno del PP ha tenido que modificar el Convenio de Defensa acordado con USA, ya que éste no permitía la presencia permanente de tropas americanas en suelo español.

Pero como estamos acostumbrados a comprobar, a nuestros serviles políticos les falta tiempo para modificar cualesquiera leyes y convenios con tal de satisfacer al gran capital, y en este caso, a la gran alianza bélica por excelencia. Mientras se llenan la boca proclamando la «soberanía del pueblo español» para las cuestiones que les interesan (por ejemplo impidiendo una consulta legal en Cataluña sobre la independencia), para estos asuntos parecer ser que la soberanía se vende rápidamente en una llamada telefónica. Se trata de otro de los coletazos del fallido régimen surgido de la Transición y de la Constitución de 1978, como otros asuntos que también vienen coleando desde entonces (estoy pensando, por ejemplo, en los Acuerdos con la Santa Sede). Y como expresa en su artículo Manuel Pardo: «Las fuerzas armadas están para defender al pueblo de las amenazas militares; nunca para colaborar con las agresiones de las potencias imperialistas. La alianza con los Estados Unidos es solo para la burguesía. Las clases populares precisan buscar su camino con otras alianzas, en el sur de Europa y en otros continentes, en pueblos cuyos gobiernos resisten heroicamente la agresión del imperio. Esta es la única esperanza para la paz«.

El debate sobre los ejércitos estatales y el pacifismo continúa siendo un debate abierto e intenso, que pasa por diferentes flancos, tales como nuestra salida de la OTAN, el desmantelamiento de todas las bases militares estadounidenses en suelo español, la renuncia a la guerra como solución a cualquier conflicto internacional, y la democratización completa de la ONU, ese gran organismo internacional que muchas veces queda como invitado de cortesía en los grandes conflictos mundiales, pero que no posee auténtica capacidad ejecutiva para que sus resoluciones se cumplan a rajatabla por los países implicados. Es imprescindible potenciar la ONU para que se convierta en el árbitro efectivo en todos los problemas internacionales, para garantizar la paz, potenciando además el Tribunal Internacional de Justicia, y contribuyendo a una globalización democrática y de los derechos humanos. Es necesario además que no existan países con derecho de veto en las decisiones internacionales, porque eso no hace sino perpetuar el gran dominio que muchas potencias representan, y la preponderancia de sus decisiones sobre el resto de los países. Hacemos un llamamiento al conjunto de la ciudadanía para reclamar todos estos objetivos, así como también a las fuerzas políticas, para que contemplen y apuesten decididamente por ellos en sus programas electorales.

Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog.es

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.