Entrevista con Marcos Ana en el antiguo campo de concentración de Albatera, Alicante, España. Fernando Macarro Castillo, más conocido como Marcos Ana, nació en 1920 en Alconada, Salamanca. Su vibrante biografía inacabada le convirtió en ícono de la lucha antifranquista. Este poeta que se reivindica comunista, habla sin miedo ni rencores a pesar de los […]
Entrevista con Marcos Ana en el antiguo campo de concentración de Albatera, Alicante, España. Fernando Macarro Castillo, más conocido como Marcos Ana, nació en 1920 en Alconada, Salamanca. Su vibrante biografía inacabada le convirtió en ícono de la lucha antifranquista. Este poeta que se reivindica comunista, habla sin miedo ni rencores a pesar de los 23 años de prisión que purgó durante la dictadura de Franco por haber sido un joven comprometido con la República y la justicia social. Hoy su biografía publicada «Decidme cómo es un árbol», con prólogo de José Saramago, le ha valido el interés de Pedro Almodóvar en llevar su historia a la pantalla. A sus 89 años, Marcos Ana sorprende por su humildad, temple y excelente condiciones físicas y mentales.
¿Su formación intelectual mayormente la hizo en la cárcel?
Marcos Ana: Yo era básicamente un analfabeto porque a los doce años me puse a trabajar, y fue através de la guerra (guerra civil española 1936-1939) y especialmente en la cárcel donde me formé culturalmente y políticamente. Llegó un momento en que las cárceles las convertimos en universidades, a pesar del terror y la situación en que vivíamos. Fue ya en la década del ’50 en que comencé a escribir mis primeros poemas, primero lo hice quizás por llenar el vacío que había en la cárcel y después me di cuenta que era un arma más para luchar por la libertad mía y de mis compañeros. Sacaba mis poemas clandestinamente al exterior, como el náufrago que manda una botella al mar. Para mí fue una gran sorpresa cuando llegó un grupo de poemas míos editados en México.
¿Los poemas llevaban su nombre?
Marcos Ana: No podían llevar mi nombre verdadero, tenía que sacar mis escritos políticos y mis poemas con un nombre ficticio de la cárcel, como un homenaje a mis padres. A mi padre lo mató la aviación alemana durante la guerra civil en el año ´37; y mi madre murió de cárcel en cárcel siguiendo el calvario que sufrieron tantas mujeres y madres de los presos políticos españoles. Como un homenaje a ellos me puse Marcos Ana, el nombre de mi padre, Marcos, y el de mi madre, Ana; y ya ni mi familia me llama Fernando, ya todo el mundo Marcos Ana, Marcos Ana.
Empecé a escribir en la cárcel con el apoyo de compañeros que me enseñaron la carpintería del poema.
¿Recuerda algún maestro de los que le transmitieron estos conocimientos?
MA: Si, por ejemplo Manuel de la Escalera, que era un hombre del Renacimiento, porque era escultor, pintor, poeta y al calor de él y otros como José Luis Gallego, un poeta conocido aquí en España, pues yo comencé a escribir. Hice un centenar de poemas que recorrieron el mundo y contribuyeron a mi libertad y la de mis compañeros.
¿Usted también conoció poetas latinoamericanos?
MA: Pues si, por ejemplo Neruda fue uno de los que encabezó mi campaña por América Latina, extendió mi nombre y defendió mi vida durante los años más inciertos; y Alberti también que estaba entonces en Buenos Aires.
¿Ellos colaboraban con el Centro de Información y Solidaridad con España (CISE)?
MA: Si con el CISE, un centro que fundé en París y que lo presidía Pablo Picasso, y con él coordinamos la solidaridad en el mundo.
¿Cómo era Picasso?
MA: A Picasso no lo llegué a conocer personalmente, nos escribimos mucho; recuerdo que todos los meses me mandaba dinero con su barbero, quien era un personaje muy singular, Eugenio Arias. A Picasso le gustaba que le afeitaran todos los días, y este hombre tiene una fortuna, porque mientras lo estaba afeitando (a Picasso) dibujaba en el periódico o donde fuere. En Buitrago de Lozoya hay una exposición interesantísima con lo que le regaló Picasso al barbero; porque Eugenio Arias era de Buitrago. No llegué a conocerle personalmente y luego me he arrepentido, porque recuerdo que el barbero venía todos los meses a traernos dinero para el CISE, y siempre me decía: «dice el maestro que cuando le vas a ir a ver», yo andaba siempre metido en una vorágine, en América Latina y otros sitios. Y luego me ha pesado mucho, porque a los demás si les he conocido. He conocido a (Louis) Althusser, a (Jean Paul) Sartre, a Louis Aragón y toda la gente más importante de la época del mundo cultural.
¿Qué nos puede contar de Jean Paul Sartre?
MA: Era un hombre que estaba comprometido, su mujer más aún (Simone de Beauvoir). Sartre era un hombre que su filosofía de la libertad y la transgresión estaba muy ligada a España. La causa de España fue como un hijo muy querido de Europa y del mundo. Por ejemplo una de las cosas que hice cuando salí en libertad, para dar una idea de la dimensión que había de la solidaridad con España, fue visitar la reina Isabel de Bélgica, porque ella firmó por la amnistía de los presos políticos, en mi libro (Decidme cómo es un árbol. Memoria de la prisión y la vida) lo explico muy bien. En la entrevista con ella me preguntó y «que pasó cuando en la cárcel ustedes tuvieron noticias que yo había firmado por vuestra amnistía»; pues mire majestad, esa noche mil republicanos brindamos por una reina.
¿Cuál es la visión que tiene Marcos Ana hoy sobre la monarquía?
MA: Recuerdo cuando se produjo la muerte de Franco, escribí unas palabras que me las han refregado muchas veces, porque dije había que recurrir a un milagro de la genética política para admitir que una creatura de Franco naciera con vocación democrática. Bueno la monarquía no es nuestro régimen, nosotros queremos la república y luchamos por ella, pero hay que reconocer que la monarquía ha jugado un papel en la transición y ahora todavía… No es la forma de Estado que nosotros queremos, hay que luchar por la restauración de la República, por la III República. Pero los Borbones han procurado adaptarse siempre a las sitauciones. No soy monárquico, soy republicano y comunista.
Hoy vemos un resurgir del socialismo, el Socialismo del Siglo XXI se denomina en Latinoamérica, a partir de lo que ocurre en Venezuela, Bolivia, Ecuador. ¿Qué opina de estos movimientos?
MA: He estado ahora en nueve países latinoamericanos, creo que es algo que tiene una gran fuerza. Es una marcha que se está produciendo a ritmos diferentes, no es igual lo de Venezuela que lo de Brasil por ejemplo. Hay ritmos distintos pero una dirección única, hacia una verdadera independencia. Es muy interesante porque si las cosas cambiaran en aquel continente también la balanza mundial cambiaría de signo y de peso. Además esto se conjuga en estos últimos tiempos con la vuelta al marxismo, después de la debacle del sistema neoliberal capitalista, pues se ha demostrado el caos del sistema; la codicia que les ha llevado a inflar el globo, sin tener en cuenta la resistencia de la goma hasta que les ha explotado en las narices. Ahora se vuelve a Marx porque essas cosas ya las había previsto. He vuelto muy contento de América Latina, porque veo que es una corriente muy profunda, no es una cosa superficial.
¿Se puede hacer un paralelismo histórico entre lo que acontece en Venezuela y lo que vivió España en los ´30 durante la II República, con la diferencia que las FFAA en Venezuela apoya los cambios sociales?
MA: Claro, allí el golpismo no sería posible, el ejército mayormente está junto a Chávez y el pueblo. Yo he estado allí tres veces y ahora tengo que ir nuevamente porque hay un festival internacional de poesía en junio; y allí la lucha contra la pobreza ha sido lo principal y eso se ve. La gente que vive en las colinas y que no podía ni bajar al centro, empieza a tener luz eléctrica, sanidad, en fin la batalla contra pobreza es la principal que se está librando ahí, en medio de muchas dificultades porque la oposición tiene muchos medios y recursos y tratan de presentar a Chávez como un medio loco, un populista y tal, pero yo creo que no es así. Chávez ha sido capaz de recoger el sentimiento del pueblo.