«Nunca olvides que todo lo que Hitler hizo en Alemania era legal para los jueces de ese país» nos dejó dicho, para siempre, Martin Luther King. Y que el más nazi de todos los nazis llegó al poder ganando elecciones, conviene añadir para no olvidar el «matiz». Por tanto, por encima de las leyes locales, […]
«Nunca olvides que todo lo que Hitler hizo en Alemania era legal para los jueces de ese país» nos dejó dicho, para siempre, Martin Luther King. Y que el más nazi de todos los nazis llegó al poder ganando elecciones, conviene añadir para no olvidar el «matiz».
Por tanto, por encima de las leyes locales, respetar siempre lo que manifiesten unos organismos internacionales que nacieron de la gran victoria contra los nazis y sus aliados es decisivo para estar atentos a los muchos peligros que anidan en nosotros mismos, y que son versiones neo de cualquiera de los autoritarismos criminales que han salpicado la historia.
En relación con lo anterior, resulta muy preocupante la reacción del Gobierno de Sánchez, que ha aparcado su situación solo funcional e incluso ha abierto un hueco en la vigilancia de los mil pactómetros nacidos de su unilateral disolución parlamentaria, para reaccionar contra el informe del grupo de trabajo de la ONU sobre detenciones arbitrarias, que ha suspendido a España en la asignatura de «Democracia aplicada por la justicia», cuando los alumnos que no están conformes con las calificaciones recibidas han pedido la revisión del examen de selectividad.
Aunque no seré yo quien acuse a los fiscales de tener en mente la ruindad de que quien les paga el sueldo es el gobierno, nadie puede negar que saben perfectamente lo que quieren escuchar Sánchez y el resto de implicados en el 155 y, por último, tampoco podemos pedirles a esos acusadores que muerdan la mano que les da de comer.
Pero tampoco tienen porque esforzarse tanto en Lamela, digo lamerla.
El caso es que la semana pasada han intentado los fiscales un encaje de bolillos distintos que, por separado, podrían abrir debates coherentes en sí mismos pero que, si los combinas para sacar provecho argumental, destruyen las coherencias intrínsecas que puedan mantener por separado.
Disculpe usted, que está leyendo, tanta apariencia teorizante, pero uno termina enfermo viendo algunas elucubraciones por televisión.
Por una parte, la fiscalía ha recurrido expresamente a Kelsen y su concepto amplio del golpe de estado, incluso sin el concurso de violencia armada. El enfoque del austriaco, sin entrar en debates con los kelsenianos, es algo de lo más normal en quien, además de intelectual, tuvo que huir del peligro real de un país que se fue haciendo nazi urna tras urna porque los gobiernos que parían no se atrevieron a juzgar y condenar a la cadena más perpetua posible a las bandas de criminales que durante años se dedicaron a lo que terminó rompiendo todos los cristales la noche del 9 de noviembre de 1938, o viviendo ese día a día insufrible que nos ha vuelto a recordar una película recién estrenada que discurre entre Bruno Ganz muy bien disfrazado de Sigmund Freud y un estanco.
No me han dolido tanto los fiscales, que podrían haberse tomado vacaciones durante las largas semanas de las testificales a la vista de sus propias intervenciones comparadas al comienzo y al final del juicio, y cuyo vídeo bien montado también circula con éxito por las redes, como las opiniones de algunos expertos, cito al Molins abogado y al Viñas historiador, a quienes he oído sumarse al concepto amplio de «golpe», no porque no sea teóricamente defendible, sino porque parecen olvidar que los fiscales hablan de Catalunya y un supuesto acoso general del independentismo contra los no separatistas, tal como, al hacerse eco de Kelsen, dibujan, sutiles, la Alemania de los años 30 con la real y diaria amenaza de los nazis contra los judíos.
Y, además, tanto de Molins y de Viñas, como de otros, me ha decepcionado un poco que no parezcan apreciar, que me disculpen si me equivoco, la insostenible discriminación argumental que los fiscales, comenzando por Javier Zaragoza, han practicado en cambio con el término «presos políticos», negándolo en redondo y aprovechando la ocasión para mencionar su rechazo al informe del grupo de la ONU, que casualidad que Sánchez diga lo mismo. Volvemos a la batalla entre una legalidad local española que no hizo borrón y cuenta nueva de la del franquismo, con aquel eufemismo «de legalidad a legalidad» para presumir ocultando las muchas frustraciones de la primera Transición, y unos valores democráticos de ámbito mundial nacidos de lo contrario que en España: allí la derrota de los mayores asesinos de la historia de la humanidad y aquí la victoria de los nuestros peores.
Porque a ver, inteligencia, o espejo, responde, ahora y aquí mismo, si no existe un serio problema de coherencia:
Si te acoges a un concepto teórico, amplio y universal, para llamar golpe de estado a lo de Catalunya desde un día no nombrado de 2015 hasta el 155 de 2017 porque algunos hechos no se atuvieron a la letra de las leyes locales, o incluso las cambiaron sin permiso, o celebraron un referéndum prohibido, pregunto, ¿cómo puedes elegir, tres minutos después, el tan restrictivo concepto de que a nadie se le está juzgando por su manera de pensar, para negar la condición de presos políticos a esos políticos que tienes en la cárcel y para los que pides condenas casi para siempre?
Señor Zaragoza y resto de fiscales, también existe un concepto amplio de «preso político» y es al que ustedes deben atenerse tras haber elegido a Kelsen. Es al que se refiere Emmerson, de la ONU. Es el que certifica que un político preso es un preso político con todas las de la democracia de verdad si está en la cárcel porque unos jueces de su país, aplicando las leyes de su país, lo tienen entre rejas porque ha realizado actos políticos que no cuadran con las leyes de su país, aunque las masas entusiastas con sus líderes no hayan roto ni una sola papelera, un detalle del que siempre prescinden los fiscales cuando insinúan las gamadas.
Toca semana de las defensas. Esperamos escuchar los mejores alegatos pidiendo la absolución y libertad inmediata de los presos políticos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.