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No es un pulso al Estado, sino una mano tendida

Fuentes: Gara

La voluntad de la dirección de la izquierda abertzale por facilitar el proceso se impuso finalmente a todos los intentos de impedir que el BEC se llenara de independentistas de izquierdas. Hace unas semanas Rodríguez Zapatero preguntaba en Gasteiz «a qué tienen miedo quienes no se atreven a usar sólo las palabras». El eco le […]

La voluntad de la dirección de la izquierda abertzale por facilitar el proceso se impuso finalmente a todos los intentos de impedir que el BEC se llenara de independentistas de izquierdas. Hace unas semanas Rodríguez Zapatero preguntaba en Gasteiz «a qué tienen miedo quienes no se atreven a usar sólo las palabras». El eco le devolvió ayer: «¿A qué temen quienes quieren impedir que haya palabras?».La decisión de acatar las condiciones antidemocráticas e ilógicas de Madrid muestra que la izquierda abertzale tiene la voluntad de hacer cuanto esté en su mano para intentar que avance el proceso democrático

Haciendo gala de la prepotencia del poder, la Audiencia Nacional -pese a lo contento que dicen que estaba Baltasar Garzón- se mostró inflexible e intransigente hasta el extremo y hasta las cinco de la tarde no se permitieron abrir las puertas del BEC. Eso significó que sólo entonces pudieron acceder al recinto las personas que tenían que participar en los preparativos del acto, lo que conllevó un considerable retraso de su inicio. Pero la imagen de miles de personas contenidas en el pasillo central únicamente por una decena de percusionistas, sin necesidad de ninguna barrera de seguridad, siguiendo las instrucciones de los organizadores sin ningún mal grito, es muy reveladora de la disciplina de la militancia de la izquierda abertzale. Y allí había personas septuagenarias y jóvenes. Nadie dio un paso hasta que dentro todo estuvo lo suficientemente preparado. He ahí un dato que debieran tener en cuenta quienes creen que poniendo obstáculos a una sigla, impidiendo que su nombre se exprese en público, creen que pueden contener el agua entre sus manos.

Segundo aspecto muy importante. Se podrán hacer mil y un análisis de lo que Pernando Barrena, Jone Goirizelaia o Arnaldo Otegi dijeron ayer desde los micrófonos, pero lo más trascendente del acto no estuvo en los discursos, sino en su propia celebración. El pasado martes la izquierda abertzale registró en el Ministerio de Interior una nueva sigla y lo hizo siguiendo al pie de la letra la Ley de Partidos. ¿Para poder presentarse a las elecciones? También. Pero para eso tiene otras muchas fórmulas posibles. Lo hizo para tratar de desatascar una situación de bloqueo en el proceso, porque era el paso que tantas veces le habían exigido y que otras tantas se había resistido a dar porque consideraba que no existían las condiciones para ello, y la actuación de Interior, la Fiscalía y la Audiencia Nacional parece darle la razón. Después, el viernes, los poderes del Estado decidieron volver a poner a prueba a la izquierda abertzale. Si quería celebrar un acto que llevaba tiempo preparando tenía que volver a tragar con unas condiciones tan antidemocráticas como ilógicas. A nadie le hubiera debido extrañar que cualquier persona se negara a ello. Se diría que, incluso, era eso lo que esperaban en Madrid. Pero no. La dirección de la izquierda abertzale decidió que la celebración del acto, la muestra de su voluntad de hacer lo que esté en su mano para alcanzar la paz definitiva, estaba por encima de un orgullo mal entendido.

En la mañana de ayer un dirigente del PSE hablaba de que el mantenimiento del acto y el intento de legalizar un partido eran «un pulso al Estado». Quieren confundir a la ciudadanía. La izquierda abertzale no está lanzando un pulso al Estado, le está tendiendo una mano para la búsqueda de una solución definitiva al conflicto que redundará en beneficio de Euskal Herria y de España. Tal vez sean otros los que estén haciendo cálculos más diabólicos, pensando en el cuanto peor, mejor.

La clave de este proceso está en el carril de los partidos, pese a que quienes como el PSOE y el PNV no terminan de asumir la metodología de Anoeta se empeñen en centrarlo todo en lo que deben hacer el Gobierno y ETA. Bueno, sobre todo ETA. La clave es el acuerdo en torno al marco democrático sobre el que construir las nuevas relaciones entre Euskal Herria y el Estado español. Y eso no le corresponde a ETA sino a los partidos. Y para que eso pueda hacerse en igualdad de condiciones la izquierda abertzale debe contar con una formación legal. Hasta ahora el PSOE se lo había puesto como condición para poder volver a hablar oficialmente. Llegado el momento, cuando la izquierda abertzale ha dado el paso, parece haberle entrado el vértigo.

A día de hoy, todavía, no puede decirse cómo acabará todo esto. La izquierda abertzale prometió ayer ir de frente tanto en el intento de estar presente en las elecciones como en todo lo referente al proceso de resolución del conflicto. Objetivamente, no se le puede negar que está poniendo de su parte.